La carrera presidencial en Chile
La carrera presidencial en Chile parece ser una de las preocupaciones más relevantes de los conglomerados políticos a cerca de ocho meses de su realización, claro está y como es de costumbre en Chile, habrá una nueva elección previa, en abril, legalmente, los sectores políticos, a través de una primaria pueden resolver entre varias candidaturas. El panorama no deja de ser incierto, pero presenta ciertas características que vale la pena mencionar.
No busco a través de estas líneas realizar un análisis proyectivo, no es para nada mi interés, pero los actos electorales de hoy, y muy especialmente en Chile, un país que desde el año 2021, tiene alguna elección todos los años y que, a la luz de sus resultados, presenta un electorado que más que informarse del proceso, que en algunas elecciones como las de concejales y cores resulta más que complejo, y votar de acuerdo a sus más profundas convicciones, se ha caracterizado por castigar a través del voto.
Lo anterior se explicita claramente en los vaivenes electorales para los fallidos procesos constituyentes, como también en la emergencia, muchas veces a última hora, de candidatos que unos meses antes de la elección parecían no tener oportunidades. Para muestra dos botones: en la elección anterior, para la izquierda, Boric resultaba ser un candidato de emergencia de su sector y que el entonces alcalde de Recoleta Daniel Jadue tenía una carrera corrida, esta misma situación parece haber impactado en la actitud del candidato del partido comunista que a la postre salió derrotado; por su parte, en la derecha el derrotero fue aún más intrincado, muchos adherentes a dicho sector partieron pensando que era el momento definitivo para un eterno candidato, Joaquín Lavín, quien pierde ante la emergencia de un candidato independiente como Sebastián Sichel y, para la segunda vuelta, terminan votando por José Antonio Kast, es decir, es muy probable que un alto porcentaje de adherentes al sector, en menos de un año, hayan votado por tres candidatos presidenciales y, a la postre, no salió ninguno.
Hoy el panorama está igual de complejo, pero logro percibir una cierta diferencia, mientras la derecha parece presentar una tendencia no despreciable hacia la radicalización del sector, la izquierda y en especial por el fuerte aporte del llamado socialismo democrático en el gobierno del presidente Boric, las opciones más radicales parecen (es lo que he aprendido que debemos decir de los procesos electorales), no tener la fuerza ni el arrastre electoral suficiente para constituirse en un apuesta relevante de gobierno.
La derecha tiene una candidata de larga data ya, ha actuado en ese rol apoyando a los candidatos a alcaldes, concejales, cores y gobernadores del año pasado. Al mismo tiempo, marca fuerte en las encuestas y ha sido valorada por su labor de alcaldesa de la comuna de Providencia. Ha logrado el apoyo de importantes partidos del sector como Renovación Nacional (RN), de cuyas filas emergió, de la Unión Demócrata Independiente (UDI), donde milita actualmente y de una derecha mas renovada que la representa Evolución Política (Evópoli). No es para nada nueva en estas lides, ya fue derrotada por Michelle Bachelet en la elección del año 2013 y fue precandidata del sector para las elecciones del año 1993 que terminó con un famoso caso de espionaje telefónico entre los candidatos de la derecha, en donde aparecía en un principio como la víctima y terminó siendo expulsada de su partido por los nexos con quien había grabado una conversación telefónica de Sebastián Piñera, un capitán del ejército, y con Ricardo Claro, rico empresario y enemigo acérrimo del ex presidente Piñera, que fue quien, en su canal de televisión, expuso la grabación de una conversación privada que buscaba sepultar la candidatura presidencial del desaparecido ex presidente de Chile.
Hay elementos de la trayectoria política de Matthei que conviene tener presente: participó activamente de la campaña electoral del Sí para el plebiscito de 1988, incluso fue, junto a Alberto Espino, la cara visible de la franja electoral televisiva; ganó varias elecciones parlamentarias por diferentes distritos y circunscripciones que le permitieron ingresar a las filas de la UDI; durante el primer gobierno de Piñera parecen que se abuenaron las relaciones y se incorporó a su gobierno ocupando importantes cargos ministeriales; fue candidata del sector para las elecciones presidenciales de 1993 luego de la, hasta hoy en día inexplicable, baja en la candidatura de quien había ganado las primarias del sector, me refiero a Pablo Longueira; se lanza como candidata para alcaldesa de Providencia, en una comuna de sectores económicos altos del país, que le permite nuevamente posicionarse en las encuestas, siendo la principal carta del sector hoy en día.
Todo lo anterior tiene plus y contras para la principal carta de la derecha en nuestro país, su cercanía a la dictadura, su rol de defensa de Pinochet durante su captura en Londres, son aspectos que sin duda saldrán al fragor de la campaña electoral, además de ser hija de uno de los integrantes de la Junta Militar de Gobierno. Su larga exposición mediática, que ha sido contraproducente para muchos otros candidatos en elecciones pasada, la llevan a verse involucrada en declaraciones que terminan afectando o potenciando su imagen. No son pocos los que la prefieren más callada y menos expuesta.
Para mi gusto el gran problema que enfrenta la candidatura de la derecha es como lidiar con un alto porcentaje de radicalización del sector político que parece no terminar, ya que no sólo deberá enfrentar y dividir votos con el alma matter de Republicanos, José Antonio Kast, que ya derribó al sector para las elecciones del 2021, sino que con nuevas corrientes, más derechizadas y cercanas al pinochetismo que representa la candidatura de Johannes Kaiser, quien lucha por estos días por formar su propio partido político, luego de romper con Republicanos y empezar a pegar de manera más consistente en las encuestas que el propio José Antonio Kast. Representa a un sector muy cercano al pinochetismo, con importantes guiños hacia lo que representa Donald Trump, Javier Milei y Nayib Bukele. La bandera de lucha de esta derecha más radical se centra en el manejo económico, la modernización del Estado y los temas referidos a la delincuencia, allí encuentran su discurso preferido e impactan en un sector relevante del electorado.
Parece casi seguro que no habrá primarias de toda la derecha, ya Kast ha dicho que el llega a la papeleta de la primera vuelta y Kaiser ha demostrado, con su actitud como parlamentario, que está muy lejos de lograr acuerdos con su sector. Esto queda claramente advertido en su rechazo a la ley de pensiones aprobada hace muy poco y que contó con los votos de la UDI, RN y Evópoli en el Congreso.
Por su parte en la izquierda, los derroteros del actual gobierno han impactado decididamente en una moderación del sector, el ingreso al gobierno del partido Socialista (PS) y el Partido Por la Democracia (PPD), más el apoyo extra gubernamental de la Democracia Cristiana han llevado a que los sectores más radicalizados, que parecían predominar en el sector al principio del gobierno, pierdan fuerza y parecen diluirse. Muy pocos levantan hoy una candidatura comunista para las presidenciales, la misma que tuvo una inédita fuerza con Daniel Jadue el año 2021. La actitud del presidente Boric frente a los sucesos electorales de Venezuela, impactan en el mismo sentido dentro del sector.
El problema de la izquierda es que no han sido capaces de posicionar una candidatura que logre marcar en las encuestas y que tenga un decidido apoyo en la opinión pública. Sin ir más lejos, Michele Bachelet parece ser la única carta con posibilidades para el sector, una figura que ha dicho que no quiere ser candidata, que desde esa realidad sigue marcando en las encuestas y que parece recibir las presiones del sector para llegar con opciones a la papeleta electoral del mes de octubre. Las decisiones en la izquierda siguen atrasándose, esperando una respuesta decidida de la expresidenta, que debe ser la definición electoral más importante en nuestros días, de la cual están tan expectante en la derecha como en la izquierda.
¿Michele Bachelet tomará la decisión inédita de tratar de convertirse en presidenta de Chile por un tercer período? Sin duda que la respuesta no es fácil, menos para ella. Hoy en Chile no existe ninguna persona que presente un currículo político como el de la exmandataria, que goza de una tremenda aceptación en el plano internacional y que ha detentado cargos de real importancia en temas referidos a los derechos humanos y la situación de la mujer en el mundo. En el plano interno no resulta ser tan diferente, es la única candidata competitiva ante la lógica electoral del castigo que ha asumido la ciudadanía chilena en los últimos 15 años, ya que después de gobernar la izquierda, “debería” llegar a La Moneda la derecha. ¿Estará dispuesta Michele Bachelet a tomar el guante, comprometer su capital político y exponerse a una nueva candidatura presidencial? Temas sensibles de sus anteriores gobiernos como el manejo en salud, educación y migraciones la harán salir al pizarrón, sin lugar a duda.
Figuras relevantes de la derecha han desafiado públicamente a la exmandataria a expresar una posición definitiva. ¿Qué hay detrás de ello?, ¿Reconocen la amenaza de su eventual candidatura? ¿Aspiran a que la confrontación con una persona que no es actualmente candidata lleve a minimizar aún más las posibilidades de figuras del sector que han expresado o que parecen estar dispuestas a asumir el desafío? Me refiero a las candidaturas de Vlado Mirocevic y Jaime Mulet, que a estas alturas parecen esfuerzos más bien testimoniales que posibilidades reales, e incluso, las posibles candidaturas de la actual ministra del interior Carolina Tohá o de la titular del ministerio del trabajo Jeanette Jara.
¿Qué pasa hoy con sectores políticos venidos a menos en los últimos años en Chile y que aspiran a tocar alguna tecla en este proceso? Llama la atención el debilitado liderazgo de la Democracia Cristiana en Chile que parece acentuarse. Del sector han expresado las posibilidades de levantar la candidatura del expresidente Eduardo Frei o del actual presidente del partido Alberto Undurraga y la figura actual más potente, el gobernador de la región Metropolitana, Claudio Orrego, ya no milita en sus filas; el radicalismo, que parece desaparecer, y sus figuras parecen deambular entre otros partidos, con una clara tendencia a la derechización del sector, ha sondeado a un ex dirigente deportivo, Harold Mayne-Nicholls; Demócratas y Amarillos parecen no tener ninguna opción, lo que demuestra una vez más que fueron los “tontos útiles” de la derecha en los procesos constituyentes pasados y que su visibilidad política no fueron más que aventuras y desvaríos políticos alimentados por la publicidad entregada por la prensa de derecha.
El proceso legal de candidaturas debe aclararse pronto, las primarias legales para todos los sectores son en el mes de abril, por lo que en la primera quincena de marzo deberíamos tener un poco más de claridad al respecto y, ¿quién sabe?, en estas cortas dos semanas, surge más de algún tapado electoral.