2025, elección presidencial en Chile
Una nueva jornada electoral vivió Chile este domingo 16 de noviembre, una más para un gobierno que ha tenido elecciones todos los años y que, sin duda, ha impactado en la tarea gubernamental como en la legislativa. Los coletazos del estallido social y de la pandemia, siguen estando presente en las agendas de los candidatos, las propuestas e incluso los espacios para atacar a los oponentes políticos.
Después de la elección de fines del 2009, que llevó al extinto presidente Sebastián Piñera y al ex presidente Eduardo Frei al balotaje político, claro que con la diferencia de que en aquella época el voto era voluntario, que no habíamos tenido una jornada tan masiva. Cerca del 85% del padrón electoral, que se eleva a cerca de los 16 millones de electores, participó de una jornada en que se dirimía la máxima autoridad del poder ejecutivo, la renovación total de la cámara de Diputados y parcial para el caso de la cámara de Senadores.
Una vez más Chile da cuenta de la capacidad de realizar un acto eleccionario que respeta todas las condiciones indispensables para el buen y transparente funcionamiento del sistema democrático. El trabajo del Servicio Electoral ha sido destacado, no sólo durante la jornada, sino que también por aportar a una nueva georeferenciación de los ciudadanos que permita una cercanía entre el domicilio y el lugar de votación, que impacta positivamente en la concurrencia ciudadana a las urnas. Los resultados presidenciales estuvieron a disposición de la ciudadanía una hora y media después del cierre de las mesas, con una tendencia que quedó claramente establecida a partir del segundo cómputo, que se elevaba por sobre el 6% de las mesas escrutadas.
También, y asociado al trabajo que desarrolla el Ministerio de Relaciones Exteriores, se habilitaron mesas en distintas partes del mundo para tratar de acoger a los 160.000 chilenos inscritos en el extranjero para ser parte de esta consulta ciudadana, específicamente, en lo referido al cargo de presidente de la República.
Los resultados expresaron una primera certeza establecida en los días previos, no habría presidente de Chile al término de la jornada y, al mismo tiempo, dirimió la gran incógnita, referida a qué derecha lideraría al país en los próximos años. Una segunda vuelta entre Jeannette Jara y José Antonio Kast, con una diferencia de apenas 3% a favor de la candidata de centro izquierda que alcanzó una votación cercana al 27%, son la confirmación a la certeza y la respuesta a la incógnita.
La dispersión de los votos deja en claro que la candidata del partido comunista no tiene la primera opción de cara a la segunda vuelta del próximo domingo 14 de diciembre. La estrecha diferencia y la más que posible suma de los votos de Kaiser y Matthei al candidato del partido republicano, le abren un escenario favorable, que sólo un descalabro político podría amenazar. La ciudadanía chilena ha hablado, ahí están los resultados, más allá de todos los posibles análisis, la realidad se instala.
Dentro de las mismas certezas se confirma el carácter de candidaturas emblemáticas las de Harold Maine – Nicholls, Marco Enríquez-Ominami y Eduardo Artés. Aprovecharon los espacios instalados para visibilizar sus posturas y expresar sus más genuinas reivindicaciones. Está claro que no impactaron en la ciudadanía, ya que, en conjunto, su votación alcanza un 3,2%, muy poco, tan poco, que ni siquiera pueden seguir en la agenda política de cara a la segunda vuelta, el resultado final, sin lugar a dudas, los margina.
Por otro lado tenemos la situación de Franco Parisi, candidato del Partido de la Gente (PDG), que pareció levantar una candidatura de tercera vía, tal como lo planteaba en una de sus frases más repetidas: “Ni facho, ni comunacho”. Se elevó al tercer lugar de las preferencias, rozó el 20% del electorado y quedó sólo 500.000 votos de pasar a una segunda vuelta. Digo lo anterior, ya que la distancia que le entregaban las encuestas le puede haber afectado negativamente. En la lógica bidireccional de éstas, discutida en una columna anterior, nunca podremos saber qué porcentaje del electorado no votó por Parisi por considerar que no tenía ninguna oportunidad de trascender en la carrera presidencial.
El voto Parisi resulta ser un claro desafío para los analistas políticos. En su mayoría lo definen como un voto de derecha, que debería chorrear, con mayor naturalidad, hacia la candidatura de Kast. Ya en la elección de hace 4 años, Parisi, por ejemplo, ganó en la región de Antofagasta, hoy es más amplio el norte de Chile que lo eleva con una notable votación. En 2021, precisamente en Antofagasta, en la segunda vuelta electoral, el triunfo de presidente Boric fue contundente y claro en la segunda vuelta, es decir, el voto de Parisi se habría inclinado por el candidato de la izquierda. Hay diferencias si con aquel proceso, hoy el voto es obligatorio y con multa. La zona norte de Chile, la misma que eleva a Parisi a una posición electoral expectante, será el gran escenario electoral de la segunda vuelta presidencial.
La respuesta electoral a la candidatura de Kaiser parece estar a la altura de lo que las encuestas proyectaban, claro que no al nivel de las sensaciones de las últimas semanas que lo ponían en una posición capaz de amenazar el liderazgo de Kast en el sector. Ya expresó claramente hacia dónde deben ir sus votos, que además está avalado por una alianza parlamentaria entre nacionales libertarios y republicanos.
El caso de Evelyn Matthei resulta ser el más interesante. Ni siquiera estuvo cerca de pelear la opción del balotaje, terminó quinta en la carrera presidencial, lo que sin dudas repercute en su sector, la derecha más democrática y tradicional de Chile. Parece que estamos viviendo el réquiem de una figura más que controvertida de la política chilena de los últimos cuarenta años.
La suma de los votos de Kaiser y Kast le entrega, a la derecha dura, un liderazgo de al menos, 4 años, situación que se percibe con claridad en la composición de la Cámara de Dipoutados.
Recordemos que dentro del apoyo recibido por Matthei, estaban votos de la ex Concertación de Partidos por la Democracia. Partidos recientes, desmembrados de sectores desilusionados por el rumbo tomado por la centro izquierda se integraron a la derecha, me refiero a Demócratas y Amarillos. El resultado parlamentario demuestra claramente su carácter marginal, las conclusiones que deberán sacar, tanto sus líderes como sus bases, es si fue una buena opción el apegarse a dicho sector político. Ahí puede haber un espacio de Jara para crecer, pero sin un impacto muy decisivo.
En el año de 1999, en la elección presidencial entre Ricardo Lagos y Joaquín Lavín, se verificó la primera segunda vuelta electoral en Chile. Desde dicho momento, nunca más un presidente ha ganado en primera vuelta. En dicho año, ambos candidatos estuvieron cerca, Lagos superaba por 1% al candidato de la derecha que obtenía un 47,51% de los votos válidamente emitidos. Hoy, la realidad es totalmente diferente, ambos candidatos que pasan a segunda vuelta apenas superan, en conjunto, el 50% de los votos. Nunca antes, desde que existe este sistema para dirimir las presidenciales, las dos primeras candidaturas estaban tan lejos de la mayoría absoluta que solicitan el sistema electoral para investir a la máxima autoridad política de Chile. Ahí puede haber, una esperanza para Jeannette Jara.