La inteligencia artificial: un desafío para los médicos
«La inteligencia artificial es la tecnología que nos permitirá crear un futuro mejor para nosotros. Tiene el potencial de resolver algunos de los problemas más urgentes del mundo, como la pobreza, el hambre y la enfermedad». —Mark Zuckerberg, CEO de Meta
La inteligencia artificial (IA) es la tecnología más prometedora y poderosa jamás creada por la humanidad en los últimos tiempos. Sin duda, tiene un impacto significativo en la sociedad, dado que llegó para cambiarlo todo y para crear una revolución sin precedentes y aparentemente sin límites. No en vano está penetrando aceleradamente en todos los sectores: economía, tecnología, finanzas, telecomunicaciones, marketing, educación, ciencia, manufactura y transporte, etc. No hay sector que no tenga el ojo puesto en la IA, y la medicina no escapa de ello. En el campo de la salud, su versatilidad es asombrosa, toda vez que es capaz de interpretar grandes cantidades de ayudas diagnósticas como radiografías, TAC y resonancias magnéticas con impresionante acierto. Así mismo, es capaz de analizar enormes conjuntos de datos en pro de la mejor terapia para cada paciente.
Ahora bien, ¿en quién confiaría usted a la hora de recibir un diagnóstico médico? ¿De un médico humano o de la inteligencia artificial?
Desde hace algún tiempo, los algoritmos y modelos matemáticos de la IA están coadyuvando a los médicos a diagnosticar pacientes de manera más precisa y rápida, transformando la atención en algo mucho más personalizado. Eso se debe a su capacidad para analizar muy rápidamente los datos. Por ejemplo, un algoritmo entrenado puede comparar las resonancias magnéticas de un paciente con las de una gigantesca base de datos y detectar mucho más rápido signos precoces de cáncer, tumores cerebrales y Alzheimer, entre otras patologías. Esta capacidad convierte a la inteligencia artificial en una herramienta poderosa para descubrir y tratar muchas enfermedades. Además, puede generar planes de tratamiento individualizados, analizando los datos clínicos de un paciente en específico, comparándolos con investigaciones y archivos de otros casos. No obstante, es importante enfatizar que, en última instancia, lo que define como tratar a un paciente es el criterio, la experiencia y la formación del médico humano.
De otra parte, el papel de los médicos frente a la IA es un tema en constante evolución, tanto en lo relevante, como en lo desafiante. Esta herramienta, tan poderosa como disruptiva, ofrece aspectos claves, los cuales redundan en beneficios para la medicina y para los médicos en su conjunto, ya que puede procesar y analizar datos que identifican patrones y tendencias con una precisión inimaginable. Además, contribuye a personalizar tratamientos según las características individuales del paciente. De igual manera, puede automatizar tareas administrativas y liberar tiempo para que los médicos se centren en la atención del paciente. En el mismo sentido, puede acelerar el desarrollo y la eficacia de la industria farmacéutica, posibilitando la fabricación de nuevos medicamentos que permitan actuar en un sinnúmero de enfermedades y patologías.
Si bien los médicos adoptan un enfoque más holístico, la IA tiene la ventaja de ser extremadamente precisa en el campo en el que fue entrenada. Sin embargo, no se trata de decidir entre la inteligencia artificial y los médicos. La cuestión es cuándo podrán beneficiarse todos los médicos de la ayuda de esta novedosa tecnología, si tenemos en cuenta que tal innovación implica grandes desafíos en la medida en que necesitan estar capacitados para supervisar, validar e interpretar los resultados. De modo que, la pregunta es ¿cuándo empezamos?, he ahí el reto. Además, los sistemas de inteligencia artificial en el campo sanitario necesitan muchos datos, entre más, mejor, en virtud de que así estaría mucho más preparada para reconocer patrones utilizando conjuntos de datos procesados.
No obstante, no todo son vítores y aplausos; la modernidad ofrece desafíos y preocupaciones, y la IA no es ajena a esto, puesto que no es infalible y puede cometer errores debido a que maneja grandes volúmenes de datos sensibles, lo cual plantea interrogantes éticos respecto de la toma de decisiones médicas. Tanto es así, que el tema ético en lo concerniente a la seguridad de los datos es un problema latente y uno de los desafíos más importantes para su práctica. Las historias clínicas contienen información privada muy delicada que puede ser mal utilizada si cae en manos equivocadas, lo que conllevaría implicaciones éticas muy graves. Así las cosas, ¿quién sería el responsable si la inteligencia artificial sugiere un diagnóstico o un tratamiento médico erróneo? Obvio que somos los humanos quienes debemos asumir el control y la responsabilidad.
Si bien la IA se ha convertido en un instrumento esencial para la automatización de procesos, el análisis de datos y la toma de decisiones, el desafío de los médicos ante la complejidad de tan poderosa y relevante tecnología demandará de esfuerzos en conocimientos básicos en informática y análisis de datos; comprensión de sus limitaciones; habilidades para interpretarla y validarla; como también poseer capacidades de comunicación efectiva con pacientes y equipos de atención médica. Todo, dentro de un contexto clínico que les permita a los galenos tomar decisiones con base en la información aportada.
En suma, la inteligencia artificial es una herramienta poderosa en el ámbito sanitario que permite contribuir a la consecución de una atención médica eficiente y de alta calidad, sin pretender reemplazar totalmente la experiencia, el criterio, el razonamiento y el juicio clínico de los médicos. En virtud de lo anterior, la IA debe estar orientada para complementar y mejorar la inteligencia humana y no para dejarla de lado.