La ivermectina: ¡símbolo de resistencia!
El popular medicamento cuya indicación es el tratamiento de enfermedades parasitarias como la oncocercosis y la filariasis, se mueve hoy entre la política y la charlatanería originando intensos debates en los estados Unidos respecto de sus beneficios y propiedades anticancerígenas.
Durante la pandemia, la ivermectina jugó un papel muy importante dentro del contexto del tratamiento de la Covid-19, muy a pesar de no haberse comprobado su seguridad y eficacia para tratar dicha enfermedad. Sin embargo, su uso indiscriminado ocasionó un daño indirecto en muchos pacientes que percibieron en el «milagroso» medicamento un sentido falso de seguridad, es decir, optaron por automedicarse con ivermectina en lugar de buscar asistencia hospitalaria oportuna. Todo se debió a que en ese momento el mundo científico no contaba con una terapia ortodoxa de ataque contra la novedosa y mortal enfermedad. Además, en estudios de laboratorio, la ivermectina demostró su capacidad para detener la replicación de ciertos virus. Esta observación llevó a la creencia de que podría tener un efecto similar en el virus de la Covid-19 dentro del organismo humano. Sin embargo, esta suposición trascendió los círculos científicos y llegó al público en general, en un contexto marcado por la pandemia, donde millones de personas se enfermaron y perdieron la vida. Este escenario de pánico global impulsó a muchas personas a buscar prácticamente cualquier tipo de tratamiento, a pesar de la falta de evidencia sólida que respaldara su eficacia. En el caso de la ivermectina, nunca se encontró respaldo en resultados científicos concluyentes.
Hoy, nuevamente, la ivermectina se encuentra en el centro del debate debido a sus posibles efectos anticancerígenos. Lo anterior, ha suscitado una gran controversia en Estados Unidos, especialmente en el contexto de la pandemia de COVID-19 y su posible aplicación en el tratamiento del cáncer. Sin embargo, a pesar de la falta de evidencia científica que respalde su eficacia, algunos políticos y celebridades de la derecha están promoviendo su uso para otros fines, tal es el caso del movimiento MAGA (Make America Great Again) - Hagamos que Estados Unidos Vuelva a ser Grande- el cual surgió en 2016 durante la primera campaña presidencial de Donald Trump. Desde entonces, ese movimiento ha evolucionado y se ha expandido a otros ámbitos, incluyendo la política, la cultura y la salud. Los líderes del popular movimiento promueven a ultranza el uso de la ivermectina para tratar no solo la COVID-19, sino otras enfermedades como el cáncer, lo que resulta exagerado e inexacto, toda vez que no existe respaldo científico solido que avale su eficacia. Lo anterior, ha generado preocupación sobre la difusión de información falsa o engañosa la cual puede conllevar a graves consecuencias para la salud.
El apoyo generalizado hacia la ivermectina se ha mantenido en Estados Unidos y, de hecho, ha cobrado fuerza en las últimas semanas tras la llegada de Trump al poder. Este cambio se ha visto acompañado por el nombramiento del nuevo secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., quien en 2021 había instado al gobierno federal a desautorizar la vacuna contra la Covid-19, argumentando que la ivermectina era una opción más segura.
La historia de la ivermectina se enmarca en una antigua tradición estadounidense donde muchas personas se aferran a terapias no convencionales. Esta tendencia surge, en parte, por la desconfianza hacia las grandes farmacéuticas y a los médicos, quienes son vistos como posibles encubridores de la verdad por motivos de lucro. Así, la ivermectina ha adquirido el estatus de símbolo de resistencia en Estados Unidos, representando la lucha de aquellos que perciben una élite corrupta conformada por políticos, científicos y expertos en salud. A pesar de las advertencias de numerosos especialistas sobre los peligros de la sobredosis y el riesgo de que la desinformación conduzca al rechazo de tratamientos eficaces para la COVID-19 y otras enfermedades, legisladores conservadores de varios estados están promoviendo leyes que permitirían la venta de ivermectina sin necesidad de receta médica, a menudo justificando estas medidas en nombre de la libertad médica.
Muchos afirman que este medicamento ha curado cánceres de piel y cuello uterino. Una mujer aseguró que su hijo autista no verbal había comenzado a hablar después de usar ivermectina; el actor Mel Gibson asegura que tres amigos suyos se curaron de cánceres en estadio 4, según él, a causa de tomar ivermectina. Sin embargo, estas afirmaciones han sido refutadas por numerosos expertos y organizaciones científicas. Actualmente, algunos científicos están realizando estudios preclínicos con el afán de explorar el potencial uso de la ivermectina para frenar el crecimiento de células cancerosas. No obstante, la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA) solo ha aprobado su uso para tratar enfermedades parasitarias como la oncocercosis y la filariasis.
Personalmente, considero que las ideologías no deben desviar los caminos de la ciencia, por lo que propagar información falsa o engañosa sobre la ivermectina puede tener serias repercusiones para la salud pública. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que la desinformación puede afectar tanto la salud física como mental de las personas, además de dificultar el acceso a información confiable y a orientaciones válidas en momentos críticos. Por lo tanto, es esencial fundamentar las decisiones sobre el uso de medicamentos como la ivermectina en evidencia científica sólida.