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Kohei Saito, marxismo y ecología

Lo que se ha escrito sobre el medioambiente tiene directrices bastante conocidas en las últimas décadas, desde las posturas ambientalistas más radicales hasta los negacionismos más extremos se han tomado la agenda de los científicos, los debates de los políticos, las narraciones de los futuristas en las letras y en el cine.

Buscando alguna temática de interés para compartir en estas líneas, me encontré con el joven filósofo y economista japones, Kohei Saito. Profesor asociado de la Universidad de Tokio, ha teorizado desde una perspectiva nueva e interesante, y nos invita a hurgar en los posibles pensamientos ecologistas de Karl Marx, en el contexto de las consideraciones alarmantes del impacto ambiental de un capitalismo globalizado.

Para muchos, dentro de los que me incluyo, no hemos reparado en las implicancia ecologistas, que la crítica económica que Marx hace al capitalismo, podía aportar visiones relevantes para un problema actual. Más aún, las preocupaciones ecologistas más genuinas son de dos o tres generaciones después de la muerte del filósofo alemán. Ni siquiera de sus más cercanos seguidores y menos de aquellos que quisieron elevar, en la práctica misma, a su ideología, como fundamento para generar un nuevo modelo de desarrollo que fuera competitivo con el modelo capitalista que ya había demostrado logros al respecto.  Muy por el contrario, la forma más común de presentar el pensamiento de Mark está asociado a un mundo de “naturaleza objeto”, totalmente dominada y al servicio del ser humano.

Tampoco deja de ser interesante que un japonés, en medio de una crisis climática, intente dar luces sobre los planteamientos de Marx desde las ciencias naturales en el contexto de su crítica de la economía política. Japón es uno de los grandes centros económicos del mundo actual, con una imagen de consumo que no parece estar en mucha sintonía con las demandas ambientales y con una occidentalización de su economía que pone la adopción al capitalismo como uno de los más relevantes de sus logros post Segunda Guerra Mundial. Sí, Kohei Saito es hijo de una de las economías más fuertes del mundo, una sociedad que ha tecnologizado hasta los aspectos más domésticos de la vida y con un mercado de consumo que demanda tiendas abiertas 24 horas, los siete días de la semana.

Aún hay más luces de por qué me resulta interesante compartir las ideas generales de este economista y filósofo japonés, ya que se desmarca de las críticas más comunes que el capitalismo ha debido enfrentar y que tienen relación con la capacidad de dicho modelo para resolver problemas sociales referidos a reducir la pobreza y la desigualdad.

La gran preocupación del modelo capitalista es para Saito, el mayor problema del modelo. Las preocupaciones por el crecimiento económico, que, a las luces de las directrices políticas y económicas, parece ser lo que mueve a los más importantes gobiernos del mundo e impacta en los aportes de importantes teóricos como la piedra angular para resolver la pobreza y la desigualdad. Muy por el contrario, Saito plantea que la vocación productivista del capitalismo es donde está el origen de la desigualdad y de la crisis ambiental. Se pronuncia claramente por un decrecimiento, una propuesta que no parece ser relevante para ninguno de los gobiernos del mundo, ya que implica todo lo contrario a sus expectativas e incluso a las expectativas de sus ciudadanos, ya que básicamente promueve bajar la velocidad y ralentizar la producción.

La lógica de Saito se instala en la tercera “R” de la Economía Circular, aquella que nos habla de reducir, “Hay demasiados autos, demasiados rascacielos, demasiadas tiendas de oferta, demasiada ropa de moda rápida”, que instalan un consumismo con devastadoras consecuencias.

Hasta aquí, planteamientos no muy desconocidos para muchos, lo interesante de Saito es que logra asociar la teoría verde del decrecimiento con la postura ideológica del marxismo. Postula que Marx ve, en la destrucción del medioambiente por parte del capital, la posibilidad de instalar una nueva mentalidad revolucionaria, que demanda un cambio profundo del modo de producción instalado para alcanzar el desarrollo y que permita el desarrollo libre y sostenible de los seres humanos. Desde esta perspectiva la revolución aspira a transformar la relación humanidad/naturaleza, renunciando a la idea del equilibrio entre el crecimiento económico, la justicia social y el cuidado del medioambiente. Por lo anterior es que no habla de sustentabilidad, se instala en la vereda de la sostenibilidad, que implica la necesaria renuncia al crecimiento en post de los otros dos fundamentos.

Saito no nos instala en las visiones ni leninista y menos estalinista, si confía en promover las organizaciones de base de tipo comunitarias a nivel de trabajadores, que levanten la bandera de la protección medioambiental a través de una adaptación a los límites de la naturaleza y que tengan como norte un acceso universal a la educación, la salud, al transporte e incluso al internet.

En el 2020 Saito publica su obra más emblemática al respecto, “El capital en la época del antropoceno”, donde discurre sus ideas más relevantes sobre la crisis climática y la responsabilidad del capitalismo. Hecha por tierra la meta narración del capitalismo que ofrecía una vida de prosperidad sin límites y responsabiliza a la búsqueda obsesiva del crecimiento económico como el gran responsable de socavar las bases del progreso de la humanidad.

En el libro analiza la relación que elabora Marx, entre 1860 y 1870, entre el capital, la sociedad y la naturaleza, en donde están, a su juicio, los aportes ecologistas de la obra de Marx, en especial  el concepto del “metabolismo”, que es el fundamento de la interacción esencial entre los seres humanos  y la naturaleza, que debe ser valorada por cualquier tipo de sociedad y que, a diferencia del capitalismo, no instrumentalice  este metabolismo en función de la búsqueda incesante de beneficios. Para ello no reniega del impacto positivo que deben cumplir las tecnologías aplicadas, pero que se concentren en la búsqueda de una “vida mejor”, en generar mayor tiempo libre para las personas y en la producción sostenible y no como hasta ahora que han sido el complemento necesario que ha favorecido la explotación de los trabajadores y de la naturaleza.

¿Cómo conciliar la máxima marxista de acceso universal a los beneficios con las ideas del ecologismo? Para Saito la respuesta está en valorar lo realmente importante, lo abundante debe estar enfocado en lograr la buena vida, que se relaciona con aspectos claves como la atención médica, la vivienda, el agua, la electricidad y los suministros básicos sin la intermediación del dinero y no en las necesidades de la última moda, los aviones privados ni las mansiones. Aspira a una nueva abundancia que pone el foco en la igualdad, en la que se debe compartir, ayudándose unos a otros, generando de paso una cada vez más necesaria sensación de seguridad.

Los invito a leer la obra de Saito, a lo mejor una mirada del marxismo, que puede ser vista como una nueva utopía, pero que nos interpela  desde  una realidad ecológica que demanda  con urgencia un cambio radical.