Se prende la carrera presidencial en Chile
La realidad Latinoamérica nos habla de que el sistema que se enseñorea en la región es el presidencialismo, es decir, es una variante del sistema presidencial en que el presidente de la República se ubica un peldaño más arriba que los otros poderes, afectando de forma clara el equilibrio y, no pocas veces, la autonomía de los poderes del Estado. La exclusividad del manejo presupuestario, las urgencias y el veto para con las iniciativas legislativas son las expresiones más claras de ello.
Lo anterior se traspasa a la ciudadanía, la madre de las elecciones en cada uno de nuestros países es, sin duda, la elección presidencial y la que genera mayor efervescencia social y moviliza emociones y tensiones que impactan muy profundamente en el sistema de partidos políticos y donde sus figuras parecen mucho más expuestas por sus dichos, conductas y actitudes, ante el ojo inquisidor de la ciudadanía.
Durante las últimas semanas, la carrera presidencial en Chile se ha prendido. La elección de octubre moviliza las principales figuras de los partidos políticos y aporta experiencias que valen la pena comentar.
Nos encontramos en la etapa final de la definición de las primarias presidenciales legales, en menos de un mes, los más relevantes conglomerados políticos deben definir sus candidaturas para ello, con situaciones que generan tensiones que, en una medida relevante, pueden ser cruciales en el resultado final.
La izquierda, tal como lo he expresado en una columna anterior, parece más clara en el proceso a seguir, pero no sin existir algunas tensiones. La claridad descrita deriva de saber cuál es el camino, las primarias legales, para definir una candidatura única, la sensibilidad la aporta la cantidad de candidatos, los debates del proceso, los comentarios en la prensa, que pueden provocar más de una complicación para el sector.
A diferencia de las primarias pasadas en el sector se presenta un abanico más amplio, desde el Partido Comunista hasta el llamado socialismo democrático, representado por el Partido por la Democracia y el Socialista, pasando por el Frente Amplio, antiguo conglomerado político, que en el transcurso del gobierno de Gabriel Boric, se terminó por estructurar en partido político.
Se ha invitado, insistentemente a través de la prensa, y me imagino que también a través de otras iniciativas menos visibles para nosotros, ciudadanos comunes, al alicaído partido Demócrata Cristiano para que se integre en la misma primaria. Esto último parece un poco más complejo. El hasta hace menos de 15 años, partido con mayor fuerza política en Chile, el más claro representante de la clase media, se ha jibarizado de tal manera, que parece más bien una sombra política, que debe estar sacando muchas cuentas para este proceso electoral y que sus resultados no allanen el camino que ya antes ha vivido el radicalismo en Chile, es decir, transformarse en un pequeño partido, con un programa político superado por las circunstancias, sin mayor apoyo popular y definiendo, más bien como comparsa, a un candidato que de seguro surgirá desde otras filas, en dónde exista cierta sintonía o que ofrezca un panorama atractivo para los cupos parlamentarios.
Hace al menos dos meses, la candidata mejor perfilada del sector era Carolina Tohá, abanderada del Partido por la Democracia (PPD), la que aún sigue marcando el primer lugar en las encuestas. La posibilidad de vigorizar su candidatura dependía de la decisión del Partido Socialista (PS), partido hermano como lo llamaban hace no más de un mes, con el que compartían candidaturas en las últimas elecciones parlamentarias y cuyo espaldarazo ponía a todo el llamado socialismo democrático alineado con su candidatura. Muy por el contrario, a lo que se había convertido en tradición, el PS levantó, hace un par de semanas, la candidatura de su presidenta Paulina Vodanovic, que se ha instalado en la escena política con el discurso más díscolo del sector con respecto al actual gobierno. Recordemos que tanto el PPD y el PS no formaban parte de la alianza original del gobierno de Gabriel Boric, pero desde un comienzo, sus más relevantes figuras se han integrado a él con cargos importantes en La Moneda y sus diputados y senadores se han alineado claramente con las políticas más emblemáticas del gobierno en el congreso. La situación de la remoción de la senadora Isabel Allende (PS) de su cargo en el parlamento producto de la fallida compra de la casa del presidente Salvador Allende, de la que responsabilizan directamente al gobierno, y la dura crítica que ha levantado la misma candidata con respecto a las políticas de seguridad implementadas por el gobierno, han instalado una clara fricción.
Por su parte, el Frente Amplio (FA), levantó la candidatura de Gonzalo Winter, uno de los parlamentarios de mayor visibilidad del sector, con un discurso que no deja de ser confrontacional, pero que se eleva como el más cercano continuador de Boric. Se le ha criticado, por sectores de oposición, de ser una de las típicas figuras de una izquierda dura, pero que socialmente emerge de sectores más bien acomodados, tal como pudo pasar en su momento con el mismo Gabriel Boric o Giorgio Jackson, figuras más que emblemáticas del sector.
El contrapunto a Winter lo representa la candidata del Partido Comunista (PC), Jeanette Jara, ministra del Trabajo y Seguridad Social en el gobierno de Boric y líder de la ley de pensiones que dio a la luz, después de muchos años de instalada en el congreso y que fue capaz de negociar con sectores de la derecha democrática, sin dejar de quedar pendiente muchas de las más anheladas pretensiones. La misma candidata ha establecido como un plus de su candidatura, perfil que no comparten por lo demás ni Winter, ni Tohá, ni Vodanovic, ni tampoco el candidato del Partido Liberal (PL), también adscrito al sector, Vlado Mirosevic, su clara extracción social popular.
Vlado Mirosevic es el primer damnificado con las candidaturas inscritas en las últimas semanas, acusó recibo del golpe, producto de la falta de apoyo de partidos políticos de mayor peso electoral en el sector, y terminó retirando, esta semana, su candidatura. El PL no está inscrito en todas las regiones de Chile, lo que obligaba a Mirosevic a buscar firmas, sobre 20 mil, para confirmar su candidatura a las primarias, posibilidad que, a pocas semanas de la inscripción, les pareció imposible. Las lecturas que hacen los especialistas es que el PL terminaría apoyando la candidatura de Carolina Tohá, situación que aún no se hace explícita.
En la misma línea, resulta relevante advertir ¿qué pasará con el Partido Radical (PR)?, que ha vivido un claro proceso de derechización, más cerca de partidos pequeños que se han desprendido de la Democracia Cristiana (Demócratas) y del Socialismo democrático (Amarillos), que desde los procesos constituyentes se alinearon con la derecha más tradicional. A ninguno les ha ido electoralmente muy bien, tuvieron su protagonismo durante los fracasos constituyentes, pero no se proyecta un futuro muy prometedor. Quién sabe, si algunas figuras tradicionales del radicalismo alinean nuevamente al partido hacia la centroizquierda y terminan declarando su apoyo a algunas de las figuras del sector. Lo real es que su peso político, a la luz de las actuales circunstancias, se presenta claramente marginal.
Algo parecido podemos ver con la ya eterna candidatura de Jaime Mulet, creador y alma matter del Partido Verde Regionalista Social (PVRS), que representa un partido pequeño, también salido de las filas de la alicaída DC, que parece más bien un partido regional instalado en el feudo de Mulet en la parte su de la región de Atacama, que ha sido extraordinariamente aliado del gobierno de Boric y que ha instalado, en el ministerio de agricultura del actual gobierno, a una de sus más interesantes figuras políticas.
Las aguas en la derecha parecen mucho más turbulentas. Los candidatos José Antonio Kast, del partido Republicano, y Johannes Kaiser, del Nacional Libertario, no tienen ninguna intención de ir a primarias legales y se proyectan directamente a la papeleta de octubre. Sus más relevantes intervenciones públicas se han orientado a expresar con claridad sus diferencias con Evelyn Matthei, candidata que ha logrado la adhesión de su partido, la Unión Demócrata Independiente (UDI), Renovación Nacional (RN) y Evolución Política (Evópoli). Si bien es la que más marca en las encuestas, las diferencias instaladas por los candidatos de la extrema derecha le dejan poco espacio para crecer en el electorado y no pocas veces ha caído en el error de radicalizar su discurso, recibiendo al mismo tiempo las críticas de la derecha más democrática. La peor intervención ha sido la última, en que justificó las muertes y desapariciones de la dictadura durante los años más terribles de la misma, es decir, entre 1973 y 19674, que significaron la muerte, la tortura y el exilio de miles de chilenos, muchos de los cuáles aún se encuentran desaparecidos.
La boca loca de Matthei le abre una brecha sensible para su candidatura, para muchos demuestra su verdadera posición, menos democrática de lo que ha querido aparentar, que la recuerda como hija del Comandante en jefe de la Fuerza Aérea e integrante de la Junta Militar de Gobierno Fernando Matthei, su conducción de la Franja del Sí, junto a Alberto Espina, en el Plebiscito de 1988 que buscaba la continuidad del dictador Augusto Pinochet en el poder, de sus nexos con el espionaje del ejército a los principales líderes políticos en los primeros años de la recuperación a la democracia y su antagonismo, tantas veces declarado a la figura de Michelle Bachelet, quién ha optado las mismas veces más bien por ignorarla, parecen ser expresiones de la verdadera candidata, que goza hasta hoy de buena salud en las encuestas, pero que la larga exposición mediática puede que termine pasándole la cuenta.
El último disparate del sector, para aportar a la participación de Evelyn Matthei en una primaria, es la renuncia de un antiguo senador de RN a sus filas, Francisco Chahuán, con el fin de inscribir una candidatura independiente a primarias para tener la posibilidad de competir. Quiero recordar que el primer partido que apoyó la candidatura de la ex ministra de Piñera fue, precisamente RN, y Chahuán un férreo promotor de ésta.
Las otras figuras que pueden emerger en la carrera presidencial en Chile sólo proyectan la forma de instalar su discurso y mover un poco las aguas, pueden ser relevantes sin duda en el resultado final, pero es muy difícil que lleguen a la papeleta de la segunda vuelta. Entre ellos incluyo a Kaiser y Kast, a Franco Parisi del partido de la Gente o a Eduardo Artés del Partido Comunista Chileno Acción Proletaria.
La cantidad de candidaturas que se proyectan son una clara expresión del enorme abanico de partidos políticos presentes en Chile, partidos de escasa adhesión ciudadana, ya que, según datos del año pasado, representan apenas el 12% del total del padrón electoral de Chile. No hay candidaturas independientes hasta el momento, más allá de las centenares inscripciones previas en el Servicio Electoral, lo que instala un tremendo desafío para quien quiera erigirse con la llamada “Primera Magistratura de la Nación”.