Cuando hay emergencias por niños intoxicados en Barranquilla, ya sea por consumo de alimentos o por la ingesta de fósforo blanco en Navidad y Año Nuevo; o como la reciente por ingerir licor adulterado en adultos, el médico toxicólogo Agustín Guerrero Salcedo es el primer profesional en ser consultado por periodistas, en esta capital y el departamento del Atlántico.

Él ha trabajado con entidades oficiales que por su naturaleza estatal atienden a las personas más necesitadas y que en muchos casos, no tienen ni afiliación a ninguna de las Empresas Promotoras de Salud del sistema de seguridad social. 

En los 50 años de egresado de la facultad de medicina de la Universidad de Cartagena, Guerrero ha dicho presente en los tres grandes retos que le ha tocado enfrentar a este hombre nacido en Calamar, en el departamento de Bolívar, pero radicado en Barranquilla desde muy niño.

Su especialización en toxicología la hizo en la Universidad de Antioquia.

La emergencia por la ingesta de licor en este 2025 es la tercera que en los últimos 36 años le ha tocado enfrentar grandes batallas por intoxicación masiva por la ingesta de licor adulterado. 

Guerrero Salcedo habló con Zona Cero de cada una de estas emergencias de salud pública en Barranquilla, las explicó y las comparó.

En septiembre de 1.989 se intoxicaron 31 personas, de ellas 21 murieron, 10 sobrevivieron, pero 5 perdieron la visión. En 2.004, para un día de las madres, 89 personas se intoxicaron, de estas 19 murieron y más de 30 quedaron con problemas visuales.

En este 2.025 son más de 25 los intoxicados y van 12 muertos, en su mayoría, habitantes de calle.

Pese a su larga experiencia, al reconocido toxicólogo le sorprende aún que ocurran situaciones de esa magnitud.

Los casos que atendió hace exactamente 36 años el toxicólogo, en su opinión, “tienen mucha similitud con éstos de 2025 pues en esa época los intoxicados también procedían de los sitios o lugares donde igualmente se consumía alcohol adulterado”.

“En aquel entonces los pacientes tenían características socioeconómicas similares, eran carretilleros y vendedores ambulantes”, recordó. En esta ocasión “en su mayoría son habitantes de calle” que llegan “con mareos, debilidad y malestares gástricos”.

Comparando las emergencias de salud pública de 1.989 y 2.025, Guerrero detalló la “severidad” de una y otra. “Me acuerdo que en la primera, llegaban agonizantes o muertos prácticamente”.

En las tres ocasiones, el escenario central para la atención de la mayoría de los pacientes ha sido el mismo, el Hospital General se llamaba en las dos primeras con la vieja estructura, y ahora Nuevo Hospital Barranquilla, como se le denomina al recién remodelado centro de atención.

En la primera emergencia de hace 36 años, a pesar del tratamiento con alcohol etílico, “a los pacientes se le hizo hemodiálisis y se lograron salvar a 10 y de esos 10, cinco quedaron ciego o con alteraciones neurológicas”.

La emergencia de 2.004 fue diferente y se concentró en los barrios las Nieves y Rebolo, en donde alegremente se celebró el Día de las Madres. El número de intoxicados fue el más alto (89) pero murieron 19. “En la mayoría de ellos la muestra fue positiva para alcohol metílico” pero “no había pacientes con alto consumo de estupefacientes”.

En cambio, en este septiembre, a diferencia de las dos anteriores ha sido elevado el número de pacientes con alto consumo de sustancias psicoactivas y avanzado estado de desnutrición. “Ahora los que nos han llegado en su mayoría están en estado críticos que tenemos que pasarlo enseguida a la unidad de cuidado intensivo”. 

Guerrero no duda en calificar la emergencia actual como la más compleja "por la severidad de la intoxicación y las condiciones de desnutrición de los pacientes, además de los efectos de las drogas en sus cuerpos".

Por las condiciones de salud, los antecedentes de consumo de sustancias psicoactivas, los pacientes que llegaron esta semana “han tenido dificultades para responder a los procedimientos y tratamientos porque han llegado con una situación clínica de una acidosis metabólica muy severa”. 

“Si llegan con un alto grado de desnutrición, se supone que su función hepática y la función de órganos están también afectados”, recalcó Guerrero.

El primer desafío del personal médico, cuando los pacientes llegan de urgencia, es “corregir la acidosis tremenda y darles alcohol etílico”.

Las emergencias de 1.989 y las de 2.025 han sido las de más alta tasa de mortalidad, oscilando entre el 50 y el 70 por ciento. En la actual, sorprende “a pesar del adelanto de la medicina y la tecnología en todos los protocolos”.

A los tratamientos “se les ha adicionado elementos como el alcohol, pero en términos generales, cuando los pacientes llegan como llegaron se presenta la alta mortalidad. El paciente llega prácticamente tardío, con acidosis metabólica, con convulsiones. Ahí la mortalidad es alta”. 

Sin embargo, pese a las condiciones adversas, a la vulnerabilidad y a esa alta mortalidad de esta tercera emergencia en Barranquilla por consumo de licor adulterado, este Guerrero ha estado ahí salvando vidas y haciendo honor a su apellido como todo “un guerrero de la salud”.