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Un monstruo anda suelto por el sur de Barranquilla: el de la ‘bicicleta verde’

Byron Palacio Fernandez 1

Este es el modus operandi de este violador, quien se fugó de la detención domiciliaria.

Byron Palacio Fernandez 1

Este es el modus operandi de este violador, quien se fugó de la detención domiciliaria.

Laurian Puerta Ordóñez

A mediados de 2008, se comenzaron a conocer casos de niños abusados sexualmente, en los barrios La Sierrita, Las Malvinas y El Bosque.

Su autor, Byron Palacio Fernández, quien ejercía oficios varios, utilizaba el mismo modus operandi. Merodeaba las tiendas y graneros de este sector de Barranquilla y abordaba a los niños que veía solos y desamparados.

“Niño, ¿tú sabes manejar bicicleta?”, les preguntaba. Los que afirmaban, los invitaba. “Nene, acompáñame a buscar una que tengo que traer. Te llevo y tú la traes manejando. Te doy para la gaseosa”.

Una vez el niño, cuyas edades oscilaban entre los 10 y 13 años, aceptaba, los montaba en la ‘barra’ de la bicicleta verde y los conducía a parajes aledaños a la Circunvalar. Cuando encontraba un lugar solitario, los bajaba y amenazándolos con un cuchillo abusaba sexuamente de los menores.

Tras recopilar información suficiente, el Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía asignó a uno de sus mejores hombres, Manuel Sfeir Salinas, conocido por sus amigos como ‘Pachequito’ (QEPD), por el parecido con el jugador, quien luego de trabajar día y noche dio con el violador en serie.

“Lloré cuando conocí a los niños violados y juré que no descansaría hasta dar con el responsable de este atroz delito”, me confesó el investigador, con los ojos nadando en lágrimas.

Así fue.

‘Pachequito’ logró la captura de Byron Palacio Fernández y con el acervo probatorio, hizo que un Juez lo condenara y lo enviara a prisión.

Estando en la cárcel Modelo de Barranquilla, cuando adelantábamos un informe especial para Atlántico en Noticias, que dirige nuestro director Jorge Cura Amar, logré entrevistarlo en el penal.

Me tocó esperarlo largo rato. Supuestamente adelantaba un trabajo de electricidad para buscar la rebaja de su pena.

Llegó sudoroso. Blandiendo un destornillador. Vestía bermudas y una franela. Con su mirada fija y fría me abordó.

“Ah ¿con que tú eres quien me está dando deo’ en la emisora?

No me dejé llevar por su juego. Ni me condujo a las cuerdas.

“Solo vine a dialogar contigo”, le dije en tono conciliador.

“Es que me dicen que has hablado buena mierda de mí”.

“Estoy aquí, para que des tu versión”, le respondí y enseguida le encendí una grabadora.

Lo negó todo. Pero se descontroló cuando le recordé lo que sucedió el día de su captura según me contó el investigador del CTI.

“¿Por qué tu hija se puso a llorar y te gritaba papi, papi por qué hiciste eso, me habías dicho que te habías curado?”, pregunté

Se levantó como activado por un resorte.

“Publicas eso y vas a tener problemas conmigo. Eso no es cierto. No menciones a mi familia”.

Byron Palacio Fernández había sido dejado en libertad al cumplir parte de la pena y por buena conducta, en el 2007. Convivía con su familia en el barrio La Sierrita, y a su hija le había dicho que ya había superado sus ‘problemas’. Pero al revisar su expediente, en el Juzgado de ejecución de penas, no encotramos dictamen psiquiátrico de tratamiento alguno. O sea que le había concedido la libertad sin el debido tratamiento.

El día del juicio Byron vestía un suéter verde. Lucía ansioso. Un toro contra la corraleja. No cesaba de mirar en derredor y escuchar con evidente enojo los alegatos de la Fiscalía y del Ministerio Público.

Cuando el juez dictó sentencia, frunció las cejas y se encerró en un mutismo. Con su mano izquierda trató de tapar su rostro.

Cuando era trasladado por los guardianes del Inpec de vuelta a la cárcel Modelo de Barranquilla me vio entre la multitud. Se me acercó, arrastrando a los guardianes. En medio de la bulla alcancé a escuchar su amenaza. “Por tu culpa me jodieron malparido. Eso no se queda asi”.

Byron Palacio Fernández ha sido condenado en cinco ocasiones, por los mismos delitos, acceso carnal violento en menores de 14 años, así: en el 4 de octubre de 1995; 20 de febrero de 1998; 27 de septiembre de 2002; 7 de enero de 2010, y 20 de agosto de 2010.

Con tantas tragedias e historias que analizamos y estudiamos los periodistas, ésta se había diluido. Repentinamente  fuimos sorpredidos por la libertad domiciliaria concedida por un juez de Sincelejo, por tuberculosis que padece el ‘monstruo de la bicicleta verde’ como lo calificamos en Atlántico en Noticias.

Otra vez en libertad, ahora fugado de la domiciliaria, sin tratamiento psiquiátrico alguno.

La amenaza, a bordo de su bicicleta verde, ronda el sur de Barranquilla. Cuide a sus hijos. El sádico nos acecha.

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