La abismal diferencia entre lo que gana un congresista, y sus 'prebendas', y un trabajador colombiano
A los ‘padres de la Patria’ se les apareció la Virgen: El 16 de julio el Presidente Duque les aumentó el salario en $1.409.932 mientras que para los colombianos fue de $46.874.
El reciente aumento salarial decretado por el Presidente Iván Duque nuevamente pone de presente los grandes privilegios de que gozan los congresistas del país, muy lejos de los que tiene el trabajador raso colombiano.
En esta oportunidad, tal parece que a los congresistas se les hubiese aparecido la Virgen del Carmen, pues el mismo día de la celebración, el 16 de julio, el Presidente Duque firmó el Decreto 1265 reajustándoles el sueldo en 4,5%.
Es decir, pasó de 31 millones 331 mil 823 pesos a 32 millones 741 mil 755, lo que también representa un aumento de 1 millón 409 mil 932 mensuales.
La aplicación del Decreto tiene carácter retroactivo, lo que indica que su vigencia es a partir del 1o. de enero de este año, por lo cual los congresistas recibirán, por ese concepto, la suma de 9 millones 869 mil 524 pesos.
Las cifras están totalmente opuestas a lo que devenga el trabajador colombiano, cuyo salario mínimo aumentó de 2018 a 2019, de 781.242 pesos a 828 mil 116 pesos. Es decir, apenas 46.874 pesos en comparación con el de los congresistas que fue de 1 millón 409 mil 932 pesos. Esto significa que el del congreso representa, mensualmente, 30 veces más que el de los colombianos.
Pero no solo eso. El salario mínimo de los colombianos apenas es el 2,52% que el de los congresistas.
Por otra parte, mientras el salario de los trabajadores equivale a $27.603.86 diarios, el de los congresistas es de 1 millón 091 mil 391 pesos con 83 centavos por día, es decir, 40 veces más.
De acuerdo con el salario mínimo, el valor de la hora para el colombiano común es de $1.150.16, mientras que la de los congresistas alcanza los $45.474.65, o sea, 40 veces más.
Como si fuese poco, a duras penas el trabajador común tiene derecho a disfrutar 15 días de vacaciones al año, por lo cual recibe un pago equivalente a la mitad del mínimo, es decir, $414.058.
En cambio, los congresistas, en teoría, trabajan 150 días en el período comprendido entre el 12 de julio y el 16 de diciembre. Y otros 96 días en el período legislativo que va del 16 de marzo al 20 de junio.
Así, en total, teóricamente los congresistas trabajan 8 meses y 6 días al año y eventualmente cuando son convocados a sesiones extraordinarias.
Esto significa que durante 3 meses y 24 días al año los congresistas están de vacancia, lo que representan 124 millones 418 mil 668 pesos para cada uno de ellos.
Es de anotar que los congresistas devengan una prima especial de servicios y gastos de representación. Además, cuentan con vehículos y escoltas pagados por el Estado y les disponen tiquetes aéreos semanales de ida y vuelta para viajar a sus regiones de origen, pues su trabajo es de lunes a jueves. El viernes van a sus regiones y el siguiente lunes retornan a la capital del país.
También cuentan con las denominadas Unidades de Trabajo Legislativas (UTL), para lo cual disponen de un presupuesto con el que pueden contratar el número de personas a su cargo hasta agotar dicha partida.
En muchas ocasiones estas UTL han sido materia de cuestionamientos, especialmente por la Procuraduría General de la Nación, por considerar que, en ocasiones, los contratados desempeñan actividades ajenas al rol funcional que justifica su vinculación al Congreso y más concretamente en beneficio personal de los mismos congresistas.
A todo lo anterior, se suman otros privilegios del que gozan y que en distintas épocas han sido denominados ‘auxilios parlamentarios’, ‘lentejismo’, ‘cupos indicativos’, ‘cupos con iniciativa presupuestal’ o ‘inversión de iniciativa congresional’.
Con cualquiera de las denominaciones constituye la típica ‘mermelada’ parlamentaria, con la que direccionan recursos para obras en sus respectivas regiones, pero que muchas veces reflejan contrataciones direccionadas que han sido materia de investigaciones.
Y con todo ello se recuerda la célebre frase del entonces Senador Juan Manuel Corzo cuando afirmó que el sueldo de congresista “ni siquiera alcanza para la gasolina”.
Si es así, ¿qué se espera para el triste salario de los colombianos?