Pensionados asesinados: “los atacaron estando en la cama, dormidos”
Un sobrino de las víctimas dio detalles del macabro crimen, en diálogo con Zona Cero.
Con el pasar de las horas son más y más los detalles que se van conociendo del asesinato de médico Roberto Vásquez Camargo, de 88 años, y su esposa Porfiria Isabel Escorcia Villalba, de 80, en el barrio Altos de Ríomar, en el norte de Barranquilla.
En diálogo con Zona Cero, Néstor Escorcia, sobrino de la pareja, reveló detalles de cómo se registró el macabro hallazgo la tarde del viernes, en la residencia de sus tíos.
Precisó que la ausencia en las llamadas telefónicas a sus hijas y de más familiares los alertó de que algo estaba pasando.
“Ellos tenían una rutina de llamar a las hijas, a los hermanos y ese día, el viernes, ellos no contestaron la llamada de la mañana ni la del mediodía. Me llaman sus hijas y me dicen que algo raro está pasando, yo decidí ir a la casa y cuando llego veo todo cerrado. Veo que el periódico no lo han retirado, lo cual fue raro. Llamo a mi papá que tiene las llaves y mi papá se acerca junto con un hijo de crianza de ellos, entramos y cuando subimos al segundo piso encontramos la puerta cerrada, abrimos la puerta y encontramos la escena: los cuerpos estaban en la cama”, contó Néstor Escorcia.
El hallazgo de los cuerpos de sus tíos tendidos en las camas les generó dolor e indignación. Sin embargo, en el momento y sin poder hacer mucho, dieron aviso a las autoridades para que atendiera el caso.
“Le dimos parte a la Policía, a Medicina Legal y a todas las autoridades competentes en este caso. Ellos hicieron todo el levantamiento del cadáver y se llevaron los cuerpos anoche. Esta mañana siguió la inspección y nos dicen que nos entreguen el cuerpo el lunes”, precisó en medio del dolor por el asesinato de sus allegados.
Néstor Escorcia dijo a este medio de comunicación que los agresores “rompieron las pérgolas que dan al patio en horas de la madrugada, ingresaron y los atacaron estando en la cama dormidos. Al parecer fue para robar porque estaban todas las gavetas desocupadas. Se llevaron todas tarjetas de crédito, tarjetas débito, ese tipo de documentos que puede estar en tu billetera”.

Precisó también que los atacantes, luego de cometer el hecho violento, taparon los cuerpos de sus tíos con una sábana.
“Encontramos los cuerpos cubiertos con una sábana y lo que se veía era el edredón con los cuerpos abajo. Lógicamente decidimos no entrar primero por todo el sobrecogimiento de la escena y segundo porque lógicamente sabemos que si uno entra puede contaminar la escena para los investigadores”.
Ante el dolor por la muerte de sus tíos, Néstor, su papá y el joven que los acompañaba, cerraron la puerta de habitación y esperaron la llegada de las autoridades.
Evidentemente afectado por lo ocurrido, Néstor manifestó que siente una tristeza y un dolor que no se puede comparar, incluso, con el fallecimiento de su abuela, pues en esta oportunidad, sus tíos no fallecieron por la vejez, sino en manos de asesinos.
“Aparte del sentimiento de tristeza y dolor, hay otros sentimientos como la incertidumbre, la angustia, la ira y la impotencia. Tenemos cantidades de sentimientos encontrados sobre todo por la incomprensión de qué pasó. Esto no tiene sentido y no tiene pies ni cabeza”, argumentó.
Néstor aseguró que Roberto y Porfiria vivían solos en la vivienda. Sin embargo, tenía un círculo de amigos no tan grande con los que se frecuentaban a diario.
“Ellos estaban pensionados pero eran muy activos todavía en el área de la salud. Viajaban a dictar conferencias, charlas, a compartir conocimiento de apoyo para personas con VIH, entonces todos los días estaban en función de ese servicio social a la comunidad. No solamente al círculo de VIH, sino a todo el que necesitara de su conocimiento. Hacían visitas a municipios dando charlas, dando conferencias, ayudando en grupos de apoyo de eventos relacionados con la medicina”, indicó.

Roberto y su esposa Porfilia eran personas muy sencillas y dedicadas a su labor social, según expresó su sobrino.
“No eran ostentosos, no tenían joyas, no tenían dinero, tenían un carro de una gama media. El dinero de la pensión lo usaban para viajar y visitar a sus tres hijas, dos de las cuales viven en el exterior, una en Washington, mi otra prima vive en Suecia, hay la otra en Alemania. Ellos se veían una vez al año y se reunían en Washington para que les quedara central a todo mundo, para hacer la reunión familiar todos los años. Mis tíos estaban allá y regresaron el lunes a Barranquilla”.
Roberto Vásquez Camargo era epidemiólogo y salubrista público. Fue capitán de la Armada Nacional, donde se pensionó y posteriormente fue Jefe de epidemiología de la Secretaría de Salud del Departamento del Atlántico.
Su esposa, por su parte, fue enfermera y trabajó durante más de 30 años como profesora en la Universidad del Norte en la Facultad de Medicina Preventiva.
“Después de la pensión se dedicaron a hacer su labor social con los pacientes de VIH y a dictar sus clases, sus conferencias y apoyar a todo el personal”.
Néstor Escorcia, como familiar de las víctimas, hizo un llamado al amor, a la reconciliación, la paz de toda la comunidad y a dejar el odio a un lado.
“El legado que nos dejaron mis tíos fue de ser más amables con las personas, a tener más tolerancia con todas nuestras comunidades”, concluyó.
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