Un kepis y una bandera recibió Wilberto Márquez, papá del patrullero Yosimar Márquez, del General Mariano Botero Coy, Comandante de la Policía Metropolitana de Barranquilla, en el Cementerio Universal en donde fue sepultado el uniformado.

Fue en medio del inclemente sol del mediodía cuando Wilberto dio cristiana sepultura a uno de sus cuatro hijos.

Cuestionó don Wilberto que en medio de una formación policial como en la que se encontraba su hijo de 29 años “no se hayan adoptado las medidas de seguridad que se requerían”.

En medio del dolor el papá de Yosimar habló de la importancia de su hijo como miembro de un núcleo familiar y de un grupo de trabajo. “Él era motor de ese grupo”, dijo, al tiempo que resaltó el amor por los suyos. “Los del cuadrante están destrozados”, agregó.

A pesar de las circunstancias de duelo familiar que le embarga, Wilberto Márquez destacó que el Gobierno Nacional haya suspendido las negociaciones con el ELN.

“¿Cómo es posible que le arranquen la vida a unos jóvenes que no tienen nada que ver con lo que está pasando en el país?", se preguntó. Prosiguió diciendo que “los policías no tienen nada que ver con que el país esté patas pa’ arriba, ellos están aquí es para la seguridad de los ciudadanos”, señaló.

El padre del uniformado que estaba a punto de cumplir 6 años en el servicio también habló de su hijo como padre de una pequeña de tres años de nacida.

Después de hacer el curso en la Escuela de Policía en Corozal, Sucre, Yosimar se radicó en Barranquilla. Aquí se casó y la familia en su natal Sucre estaba feliz, “porque Barranquilla era una ciudad tranquila”.

Después de casarse, Yosimar tuvo una pequeña que hoy tiene tres años de nacida. “Ella era la luz de sus ojos carajo” afirma Wilberto con la voz quebrada.

A Wilberto le sobreviven tres hijos, dos son licenciados en educación y otro es un suboficial de la Policía.

“Ahora me da miedo con él”, finalizó.