El Papa Francisco envió una carta, escrita de su puño y letra,  a un Infante de Marina profesional, que perdió parte de sus extremidades y su visión en un campo minado, a quien conoció durante la pasada visita a Colombia. En ese breve encuentro con los militares heridos en combare, el Papa le entregó un rosario y él le dio su gorra.

En la misiva, el Papa le dice: "No conozco su nombre, pero no olvido ese gesto espontáneo que tuvo el pasado 10 de septiembre en el aeropuerto de Catam antes de partir a Villavicencio. Ese gesto me partió el corazón y no entregué su gorra de soldado a mi asistente (como suelo hacerlo con las cosas que me dan) sino quise llevarla conmigo como recuerdo y símbolo de entrega, amor a la patria y así quedó registrado en la foto".

Dos meses después, Restrepo recuerda que sus compañeros le dijeron que el Papa no le dio la gorra a nadie sino que se quedó con ella. Cuál sería la sorpresa para este infante de marina escuchar del obispo castrense, monseñor Fabio Suescún, que el Pontífice le había enviado un regalo y que se trataba de una carta.

Monseñor Suescún fue comisionado por el mismo Papa Francisco para hacerle entrega de la carta al infante de marina Edwin Restrepo, quien perdió sus piernas, su brazo derecho y quedó ciego, cuando hace 13 años pisó una mina antipersona en Zambrano, Bolívar.

Restrepo es hoy un ejemplo de superación, puesto que después del accidente terminó sus estudios de bachillerato, está estudiando derecho y también aprendió a caminar con prótesis.