Leticia María: la pequeña luz que transformó el dolor en esperanza para miles de familias
Esta fundación, nacida de la experiencia desgarradora de una madre tras la pérdida de una de sus bebés, hoy lidera una increíble misión en UCIs neonatales.
En el corazón de cada gran obra de amor, a menudo hay una historia de profundo dolor, una que se niega a ser estéril y, en su lugar, florece en un propósito conmovedor.
Tal es el caso de la Fundación Leticia María, nacida de la experiencia más desgarradora que una madre puede enfrentar: la pérdida de un hijo. Esta es la historia de Martha Liliana Gómez, su pequeña Leticia María, y la increíble misión que hoy abraza a más de 2.000 niños y sus familias en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) neonatales.
Leticia María fue una de dos gemelas, un regalo doble para Martha y su familia durante la pandemia, pero fue en un control médico, alrededor de los seis meses de gestación, cuando la noticia golpeó con fuerza: una de las niñas venía con una cardiopatía congénita muy severa.
En Colombia, las cardiopatías congénitas afectan entre 5 y 9 de cada 1.000 nacidos vivos, y representan una de las principales causas de mortalidad infantil, dejando a cientos de padres enfrentando no solo una batalla médica, sino también enormes retos emocionales y económicos.
A pesar del diagnóstico y la incertidumbre, la fe se mantuvo intacta. "Mientras estuviera ahí y estuviera con vida, pues nuestro embarazo iba a continuar a término", recordó Martha en los micrófonos de Zona Cero. Cada paso, cada precaución, era una lucha de amor por sus pequeñas, un embarazo de alto riesgo con el que Martha se aferró a lo "más chiquitico de la vida".
El día del nacimiento, la otra gemela, María Catalina, se fue a casa con sus padres. Pero Leticia María, a pesar de nacer con el peso adecuado y respirar por sí misma, fue trasladada de inmediato a la UCI neonatal. Allí, durante 10 días, su pequeña vida pendió de un hilo, mientras sus padres esperaban ver si era candidata para una cirugía que podría salvarla.
Esos 10 días en la UCI fueron un crisol para Martha. No solo por el dolor de ver a su propia hija en esa condición, sino por la cruda realidad de otras familias a su alrededor.
"Todo el tiempo estuvimos conviviendo en las UCI, viendo ese dolor y ese padecimiento de las otras familias", explicó Martha. Fue allí donde vio mamás llorando porque no tenían los pañales necesarios –siete u ocho por día– para sus bebés, o porque no podían ir a visitarlos al no tener los recursos.
Vio "camas vacías, madres con otros hijos en casa que no habían comido". Mientras ella llegaba con su maleta llena de insumos, otras carecían de lo más básico. Este contraste, esta "dualidad" como ella lo llama, fue una revelación: "En la vida, alrededor de uno siempre hay personas que están sufriendo un poco más que uno", expresó.
El fallecimiento de Leticia María, apenas 10 días después de su nacimiento, dejó una huella indeleble. Fue un dolor inmenso, pero también una semilla de propósito. "A pesar de que Leti estuvo con nosotros en la tierra 10 días, dejó en mí y en mi familia una misión y una huella muy grande, increíble para nosotros, y fue esa misión de dar, de donar todo lo que podíamos darle a otros bebés y a sus familias que están en las UCI neonatales", afirmó.
Inmediatamente, el dolor se transformó en acción. Con el apoyo incondicional de su familia, especialmente sus hermanas –una doctora y una psicóloga– Martha canalizó su duelo en la creación de la Fundación Leticia María.
Empezaron de forma sencilla, pero con un impacto gigante. "Cuando yo dije voy a ir a entregar al Hospital Niño Jesús, mi casa se llenó de pañales", recordó emocionada, mostrando un video de su hogar inundado de donaciones.
¿Cómo funciona la fundación?

La fundación no apadrina bebés individualmente, sino las "camitas en las UCI", indicó Martha Liliana, asegurándose de que cada familia tenga acceso a kits básicos con pañales, toallas húmedas y cremas que les duran varios días.
La labor de la fundación va más allá del apoyo material. Martha, como madre que ha vivido el duelo, está liderando el desarrollo de programas de Madre Canguro y una Línea de Apoyo para mamás y familias en duelo.
Reconoció la ausencia de acompañamiento profesional "cuando te dan la noticia de que tu hijo fallece", y busca llenar ese vacío ofreciendo soporte emocional y, en algunos casos, económico para gastos de traslados o funeraria.
"En esa parte emocional entro yo, que ya soy una mamá que ha vivido la parte del duelo", comentó, con la visión de generar bonos para terapias que ayuden a las familias a vivir mejor su proceso.
El impacto generado
A la fecha, 1.292 cunas han sido apadrinadas con kits de cuidado, tres UCIN beneficiadas: Hospital Niño Jesús, Camino U.D. Adelita de Char, IPS M&H Madre Canguro.
Además, han recibido el apoyo de 84 donantes particulares y corporativos, espacios pedagógicos sobre lactancia materna, cuidado neonatal y recibido donaciones en especie: mercados, kits de aseo y vestuario para madres.

Planes ambiciosos a futuro
Mirando hacia el futuro, la Fundación Leticia María tiene planes ambiciosos. Además de fortalecer las donaciones a través de una página web, sueñan con establecer un hogar de paso.
"No una casa hogar, sino un refugio donde las familias que vienen de fuera de Barranquilla puedan descansar, asearse, comer algo caliente y recargar energías para seguir acompañando a sus hijos en la UCI", contó emocionada. Un lugar que les permita sobrellevar la angustia de dejar a sus bebés con desconocidos, esa "agonía de tener que dejar a tu bebé ahí".
La historia de Martha y Leticia María es un testamento al poder transformador del amor y la resiliencia humana. Es un recordatorio de que, incluso en el dolor más profundo, puede surgir una misión que ilumine el camino de otros.
Como dice ella misma, "el amor de padre es lo que ayuda a que ese bebé salga adelante... porque uno hace cosas que uno cree que no puede hacer".
Y esa misma fuerza, ese mismo amor, es el motor que impulsa a la Fundación Leticia María a seguir siendo un faro de esperanza para miles de familias en Barranquilla, honrando la memoria de una pequeña vida que, en solo 10 días, dejó una huella eterna de generosidad y compasión.