500 años de Santa Marta y la deuda histórica con el glorioso pueblo de Mamatoco
El abogado Donaldo Duica Granados hace una explicación histórica de este antiguo sitio de indios, importante en la cultura de la capital del Magdalena.
Por el abogado Donaldo Duica Granados
MAMATOCO:
Sigue la deuda con Mamatoco, no solo por su gesta como pueblo en contra del invasor español en el siglo XVI, sino por su papel en la defensa de Santa Marta, asediada y maltratada por Labatut en los albores de la revolución bolivariana.
No existen en estas celebraciones o conmemoraciones los reconocimientos por la gesta de los indios de Mamatoco en contra del avasallamiento y la barbarie española-Siglo XV-XVI, ni los reconocimientos por su papel, en cabeza del Cacique Antonio Núñez, en defensa de la ciudad por los atropellos de Labatut en los albores de la revolución bolivariana-Siglo XIX. Dos hechos contradictorios en su apariencia y presentación formal, pero igualmente relevantes que nos ponen en la cima de la historia, que han pasado ignorados por quienes gobiernan la ciudad.
Mamatoco está en el ORIGEN y es el centro de nuestro universo, discurriendo en él parte de nuestra vida, de nuestros encuentros y disfrutes. Aquí yacen nuestros ancestros, unos en el recuerdo, lejano o cercano, otros en los olvidados túmulos del viejo cementerio.
Aquí habitan nuestros dioses profanos y ancestrales, y en torno a su mito, construimos las más hermosas fantasías. Pero igual, en un bello templo colonial, reside el Dios de las alturas, que nos otorga su palabra sanadora y el bálsamo de la paz a la que aspiramos.
Ahora bien, que las autoridades y las instituciones oficiales celebren o no a Mamatoco en esta calenda quincentenaria de la ciudad, no nos añade nada, pero tampoco demerita nuestro lugar en la historia. Sea ésta, entonces, una oportunidad para recordarle a los hacedores de las agendas institucionales, nacionales y locales, que nuestro terruño está inscrito por derecho propio y por la tozudez de las circunstancias históricas, en los fastos de las celebraciones y/o conmemoraciones que por estos días se agitan en la ciudad, y con los galardones de su valor en el tiempo.

Mamatoco y su presencia en la historia luego de la fundación de la ciudad:
Como comunidad histórica tenemos existencia muchísimo antes que Bastidas arribara a comienzos del Siglo XIV por estas tierras y fundara la ciudad, y al igual que los otras poblaciones indígenas vecinas y hermanas, fuimos víctimas del aniquilamiento y la barbarie de los españoles, hicimos parte y fuimos protagonistas del gran y último alzamiento Tayrona contra el gobernador de la Provincia de Santa Marta Juan Guiral Velón. Reza la historia que los propósitos del gobernador de la época Juan Guiral Velón para cambiar las costumbres de los indios, causaron la más grande y ultima rebelión de éstos.
Guiral Velon había ido a Jeriboca para conferenciar con varios caciques y durante esta reunión condenó el “pecado nefando” de la sodomía, y otras prácticas y ritos comunes entre los indígenas, causando así una violenta revuelta y por fin la abierta hostilidad de los Jeriboca.
Los indios declararon que su descontento era porque se les quería imponer leyes distintas a las de sus antepasados y que iban a defenderse contra tal vasajalle. Bajo el mando de los indios de Bonda y Jeriboca, se rebelaron Masinga, Masinguilla, Zaca, Mamazaca, Rotama. Mendihuaca, Tairama, Buritaxa, Tairona, Taironaca, Maroma, Guachaca, Cone, Nahuanje, Cinto, Gairaca, Mamamatoco, Ciénaga, Dursino, Durama, Origua, Dibocaca, Daona, Masaca, Chengue, Sacasa, Daodama, Guarinea, Cominca, Choquenca, Masanga y Mauracataca, Cuchacique el cacique de Jeriboca fue el líder del alzamiento
El gobernador al recibir las noticias pidió ayuda a Cartagena. La división acerca del mando de los indios los llevó al fracaso. Cuchacique nombró a su hijo Dioena como jefe del alzamiento, lo que produjo el descontento de los indios de Bonda, que como siempre aspiraban a tener el papel principal de la guerra contra sus opresores.

Setenta y cinco años de guerras, extorsiones, tormentos y pillaje habían debilitado la fuerza de la tribu. En el momento critico faltó la unidad. El 16 de septiembre de ese fatídico 1599, luego de varios meses de preparativos, ya que la ciudad se encontraba en estado de extrema pobreza a causa de los frecuentes ataques de los piratas, salió el ejercito de Juan Guiral Velón compuesto de 200 hombres para enfrentar a dos mil guerreros indios
Los indios fueron derrotados por la división y el inmenso poderío militar de los españoles. Cuchacique su cacique, fue sentenciado a muerte. Su sentencia reposa en el Archivo de Indias. La forma despiadada como se produjo su muerte amarrado a cuatro potros salvajes orientados en distintas direcciones para desmembrarlo, se convirtió en antecedente de tortura y muerte en nuestro medio. Su cabeza decapitada, fue colocada como escarmiento en la entrada del pueblo de Jeriboca. De esa manera 1600 vio así la rendición de los grupos indígenas que nunca lograron levantarse de los golpes recibidos.
Mamatoco doscientos años después de la barbarie, y en vísperas de la revolución Bolivariana. La presencia y la importancia del Cacique Antonio Núñez:
Constituye, sin duda una paradoja de la historia, lo que por supuesto ha sido explicado por muchos historiadores, que luego de DOSCIENTOS Y MÁS AÑOS después de la barbarie en contra de sus antepasados, el pueblo de Mamatoco y sus vecinos de Bonda y Gaira, hubieren servido como guerreros en contra de las tropas de la revolución Bolivariana, y se hubieren puesto a la orden de la defensa de los intereses monárquicos de España para la reconquista de estas tierras en cabeza del “pacificador” Pablo Morillo.
Pues así fue, y Antonio Núñez “el Cacique de Mamatoco, por la derrota que le infligió al mercenario Labatut, y por la defensa que hizo de la ciudad de Santa Marta. el 25 de julio de 1815, durante la fiesta del apóstol Santiago, fuera homenajeado por la monarquía.
El pacificador Morillo mediante un decreto condecoró al cacique con una medalla de oro que llevaría prendida a su pecho y cuyo anverso estaría grabado el busto del Rey, y en el reverso la inscripción “A los fieles y leales al Rey”, la que podía llevar colocada una cinta roja, que al final resultó siendo un simulacro, pues según el mismo Morillo, las medallas se perdieron al naufragar el navío San Pedro Alcántara, por lo que se ofreció mandarle a hacer otra. Ese mismo día, hizo desembarcar la tropa y al frente de ella, con sus propias manos, le colocó la cinta y le entregó un diploma.
Dice Alvaro Ospino Valiente que el comandante Pablo Morillo informó de los honores ofrecidos a Don Antonio Núñez, y el 3 de febrero de 1816 fue considerado en el Consejo de Indias, lo cual no solo confirmó la condecoración, sino que le concedió al Cacique Núñez de Mamatoco el grado y el salario de Capitán y la condecoración de la Real y Americana Orden de Isabel La Católica, a cambio de la medalla, que ordenó pasara a manos de su hijo Juan José, con derecho a heredar el cacicazgo.
Sobre la reconquista de Santa Marta por el cacique Núñez de Mamatoco, el capitán General de Maracaibo informó "tengo el gusto de participar a V.S. la plausible noticia de la recuperación de la ciudad y plaza de Santa Marta verificada el 6 del corriente por los Naturales del pueblo de Mamatoco y los de Bonda…".
Así empezó a conocerse a través del Caribe la historia de la ciudad realista, de la Santa Marta Real. El ayuntamiento de Santa Marta estableció que el 5 de marzo debía celebrarse anualmente como el día de la Libertad, ya que ese día los indios habían expulsado a las tropas de Labatut. Se señaló en ese momento que a la función debía concurrir el cacique de Mamatoco con un juez y otro juez de cada uno de los demás pueblos
Durante el período de la reconquista española los indígenas de la comarca mamatoquera hicieron sentir su poder sobre la élite local
María Lorenza García tenía en prisión a casi toda su familia: su padre Basilio García, su hermano Eugenio, su esposo Manuel Dávila, su tío José Francisco de Múnive y su pariente Manuel María Bravo, casado con su prima Francisca de Múnive. Todo esto los llevó a iniciar un proceso legal para lograr la liberación de su esposo y demás familiares, a través de un flujo permanente de cartas dirigidas al gobernador Ruiz de Porras, al Capitán General Virrey Montalvo y al Cacique Núñez
“Al encontrarnos con los primeros hechos de 1813 en que los indígenas recuperan la ciudad samaria para las fuerzas realistas, la defensa inicial del sistema colonial por parte de estos, que bien podríamos entender como la contrainsurgencia realista, surge la inevitable pregunta de por qué había indígenas participando. Son en estos últimos años del periodo colonial y en la experiencia concreta en Santa Marta donde encontramos una mejor respuesta para el accionar a favor de la causa realista por parte de los indios de Mamatoco.
Entonces, la clave radica en identificar qué tipo de sociedad o comunidad se es en un momento determinado de la historia, si se encuentra en una comunidad donde el cambio está siendo bien aceptado u otra donde los lazos con la tradición se refuerzan de distintas maneras.
Para el caso de Santa Marta, Steinar Saether ha demostrado a través del análisis de los libros de matrimonios que, en un momento en el cual Cartagena reforzaba los lazos con el Caribe y con coronas diferentes a la española, los samarios se esforzaban por casar a sus hijas e hijos con habitantes de la península.
Este comportamiento denota un acercamiento con la Madre Patria y por ende con el sistema impuesto desde hacía siglos. El Rey y la corona simbolizaban la estructura que quería ser mantenida, no por un simple sentimiento de solidaridad, fidelidad o ignorancia, si no porque había demostrado funcionar para grandes sectores de la población, por muy contradictorio que esto apareciera a los ojos de los patriotas, y de muchos de nosotros hoy en día.
El pleito de tierras en Mamatoco, es decir el de los indios con el dueño de la hacienda Santa Cruz de Curinca, Francisco Múnive Mozo, y con Manuel José de Mier por San Pedro Alejandrino, “además de mostrar las ideas alrededor de las leyes que poseían los indígenas, en este caso presentándolas a través de su protector, evidencia la estrecha relación entre la tierra y la existencia como comunidad.
Dicen los historiadores, que “al solicitar tierras a Morillo durante la Reconquista, el cacique Antonio Núñez no sólo estaba sucumbiendo, como muchos otros que apoyaron a la Corona, a la demanda de favores y privilegios, estaba reafirmando el pleito sostenido por alrededor de veinte años, sosteniendo la lucha sobre unos territorios bastante deseados por criollos, tanto realistas como patriotas, y legitimando la existencia de su pueblo. De ahí que la movilización de los indígenas de Mamatoco, su participación insurgente en la guerra de Independencia es entendida desde la defensa del ser indígena dentro del sistema español colonial.
“La legislación colonial, el espacio geográfico del resguardo, la adopción del aparataje estatal español por parte de los indios y la presión sobre sus tierras comunales son factores que se entrelazaron y dieron como resultado una continua y coherente movilización indígena popular cuya existencia fue de vital importancia en el desarrollo de los acontecimientos durante la época independentista”.
Finalmente, necesitamos ya no la medalla adeudada a Antonio Núñez, ni los reconocimientos simbólicos a sus herederos, sino el rescate de nuestros pergaminos como Comarca histórica, traducida en obras concretas para la comunidad, por ejemplo, la entrega, totalmente dotado de un Centro de Salud moderno, la reconstrucción de la vía que actualmente comunica a San Pedro Alejandrino con la Iglesia de la localidad, constante de obras de urbanismo e iluminación avanzadas, la construcción de una casa de la Cultura que cuente con sala de música y un auditorio para pedagogía, exposiciones, conferencias y enseñanza de la historia y las artes, y el desarrollo de otros eventos culturales, con ayudas audiovisuales y tecnologías que hagan de la estancia un lugar mágico y agradable.
Que se cristalice en obras para la comunidad el esfuerzo y la lucha de esos titanes de nuestro cercano pasado, inmortalizando con sus nombres las obras que se construyan, a la par en que se enseña a las nuevas generaciones de qué manera ellos nos han permitido asomarnos a la atalaya de la historia.