Richie Porte da un paso al título tras superar a Chris Froome en el Alpe D'Huez
Peter Kennaugh se lució en la jornada y obtuvo el triunfo.
El británico Peter Kennaugh (Sky) conquistó este sábado la séptima etapa del Dauphiné, disputada entre Aosta y Alpe d'Huez, con un recorrido de 168 kilómetros, en un alarde de fuerza que le permitió llegar en solitario a la mítica cima, mientras que el australiano Richie Porte (BMC) reforzó el maillot amarillo a falta de una jornada.
Kennaugh, de 27 años, doble campeón mundial y olímpico de persecución, se adaptó de maravilla a la jornada de montaña, que incluía 6 puertos y tras un proceso de eliminación de todos sus compañeros de fuga, firmó en Alpe D'Huez su segundo triunfo en el Dauphiné, tras el conquistado en 2015 en Albertville.
Mientras Froome sufría en los últimos kilómetros de ascenso ante los ataques de Richie Porte, su compañero Kennaugh alzaba los brazos en vencedor. A 13 segundos cruzó su compatriota Ben Swift (EAU) y a 1.11 Jesús Herrada (Movistar).
Por detrás había batalla. Porte se decidió a atacar y sacó unos segundos preciosos. En meta cedió 1.56 al ganador, pero aventajó en 8 segundos a Alberto Contador, en 17 a Fabio Aru, en 23 a Alejandro Valverde y en 34 a Chris Froome, quien mostró su cara más débil a tres semanas del Tour.
Resta una jornada, un etapón con puertos temibles y el ascenso a Plateau de Solaison, pero Porte se mostró sólido y fuerte. Podrá defender en su posible día de gloria 1.02 minutos sobre Froome, 1.15 respecto a Jakob Fuglsang y 1.41 ante Aru y Valverde. A 1.53, sexto quedó Alberto Contador.
Tardó en hacerse la escapada, pero en la subida al Cucheron se marcaron 15 corredores, con Kennaugh como hombre de Froome, del Movistar Jesús Herrada y ningún compañero de Contador o Porte, que controlaron la carrera en la persecución, esperando el momento clave del final, en la versión corta del Alpe D'Huez.
En el Col de Sarenne (15 km al 7 por ciento), categoría especial, empezó la batalla por la etapa. Se destacaron Kennaugh, el español Delio Fernandez (Delko Marseille), Jelle Vanendert (Lotto-Soudal), Ben Swift (UAE) y Herrada.
Entre todos se empeñó Kennaugh en dirigir la carrera. Se marchó con Swift para pasar por la terraza del puerto en cabeza. Los favoritos aún circulaban sin ataque alguno, a 3 minutos.
Un dúo británico se iba a jugar el honor de conquistar Alpe D'Huez, aunque no por la parte legendaria de las 21 curvas, sino por su versión corta de 3,8 kilómetros al 7 por ciento. Sufiente para que Kennaugh arrancará a tres de la cima para sentenciar la jornada.
No resistió Swift, y Herrada no pudo enlazar. Tampoco alcanzaron el tren de cabeza el francés Bardet, rebelde en el grupo de ilustres, aunque nada peligroso en la general, con licencia para el intento.
Así que mientras celebraba Kennaugh su éxito, Porte incendiaba el grupo de la general y Froome se limitaba a marcar su ritmo, descolgado, para evitar males mayores. El australiano, en labores de líder indiscutible del BMC, demostró su poderío y avisó de que puede llevarse el Dauphiné y presentarse en el Tour con la etiqueta de favorito. Fue un aviso, pero resta la etapa más complicada, un postre que puede ser dulce o letal.
La octava etapa llevará al pelotón de Albertville a Plateau de Solaison, de 115 kilómetros, jornada con final en alto que presenta nada menos que cuatro puertos: Col des Saisies (1ª), Les Aravis (2ª), La Colombière (1ª) y la guinda del día y del Dauphiné, Plateau de Solaison, 11,3 km al 9,2% de pendiente media.
EFE