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Edgar Perea fue espejo para muchos narradores de hoy en día.
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“¡Junior Tú papá!” y otras frases del ‘Campeón’ Perea

El más grande narrador deportivo de Colombia se consagró por su cosecha de originales expresiones.

Edgar Perea siempre supo imponer su estilo, no solo con su poderosa voz, sino que también con las frases que a lo largo de su carrera fue acuñando se supo quedar en el corazón de los aficionados.

Sin duda que todos recordarán por siempre que de una pelea radial de alto calibre con ‘Poncho’ Rentería, y una rimbombante victoria de Junior ante América en el Romelio Martínez, Perea le disparó un lacónico “Junior, tú papá”  para resumir lo que había pasado en el partido.

Fue por esa época en la que el equipo aprendió a superar a todo aquello que le era adverso para encontrar victorias, en heroicos partidos. Producto de la emoción de la hazaña, de la remontada o del triunfo sufrido, el ‘Campeón’ adornaba el emotivo momento con un “a Junior tienes que matarlo para ganarle, a nosotros nos tienes que matar para ganarnos”.

Siempre con un “vaya, caballero”, para preparar su picardía, se alistaba para mover a la gente en el estadio a su gusto, en especial cuando el juez central y sus decisiones no eran de su gusto. “Ese arbitro se merece el corito celestial: yo les pongo el ritmo y ustedes la letra”, decía para precipitar una cascada de ‘madrazos’ sobre el árbitro que aprendía por las malas como eran las cosas en Barranquilla.

Fuera de los estadios, pero en la cabina, donde de vez en cuando dejaba caer un manotazo a la mesa cuando algo le irritaba, Perea acostumbró a sus oyentes al sonido de ‘el Bueno, el Malo y el Feo’, tema con el cual adornaba su programa ‘Comentando los Deportes’, donde sin distingo le decía “al pan, pan y al vino, vino”.

Desde esa tribuna se encargaba de animar a los aficionados en los partidos ante los más encopetados, invitando a apoyar a Junior y advirtiendo “el que tenga miedo caballero, que se compre un perro”.

Además, poco le importaban las opiniones de sus muchos detractores en el gremio, pues él era feliz diciéndole a sus miles de oyentes “dejen que los perros le ladren a la luna, que ellos siguen ladrando y la luna brillando”.

Al final, su recomendación era la misma para todos: "sigan siendo felicies, Édgar les dice".

Y eran sus relatos tan descriptivos y tan absorbentes, que la gente se quedaba embelesada cuando entraba “ya estamos aquí en el estadio Metropolitano Roberto Meléndez, en Barranquilla, al norte de América del Sur” y era entonces cuando pitaba el juez y daba la voz de alerta: “¡se movió la pelota!"

Y describía que el jugador de turno “para con el pecho, baja a tierra, levanta la cabeza, mira por dónde, se endereza por dentro”.

Luego, los delanteros se paraban frente al arquero y el levantaba la expectativa al expresar que “Va a tirar, tiró… tiró… tiró… gol, gol, gol, gol, gol, gol, gol” y rematar con un contundente “goooooooooooooooooool de tu Junior Barranquilla, que maravilla”, y mientras le gente celebrara ante la noticia del tanto, el ‘Campeón’ seguía su labor: “le pegó como lo dioses, como lo manda la Virgen del Carmen”, luego llevaba todo el partido, siempre al lado de la bola, hasta el pitazo final del juez, “porque los partidos se acaban, cuando se terminan”.

Perea siempre fue frontal, para tachar al que se lo merecía como “arbitrico” y defendiendo el interés del hincha, a quien siempre le recordó que “para estar en Junior, hay que tener categoría”.

Nunca fue inferior a la emoción de lo que pasaba, ya fuera para dar  la voz de alerta de un “hit la bola” en el turno de Edgar Rentería para dar la Serie Mundial a los Marlins, o “un recto de derecha que aterriza en la cara” del rival del colombiano que se cosechó un título mundial de boxeo.

Su voz, su emoción sus expresiones se quedarán marcadas por siempre en el corazón de los aficionados. 

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