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Édgar Perea Arias en su emisora, Radio Mar Caribe, al lado del periodista Ramiro Cañas Guerra.
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Archivo Particular

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El día que Édgar Perea me salvó el pellejo

Una pilatuna casi me saca de Mar Caribe, pero él respaldó a un joven periodista.

“¡Édgar, bótalo!”, decía furiosa en la oficina de Radio Mar Caribe Internacional en Barranquilla, doña Celia Jiménez González, entonces esposa de Édgar Perea Arias y la gerente de la emisora que fue propiedad del narrador.

Una pilatuna mía la incomodó, ella quería mi cabeza.  Eso hubiera sido un nocaut fulminante a mi carrera periodística, pero ese día el ‘Campeón’ levantó mi mano y  comprobé una de las cosas que de Édgar Perea se decía como jefe: “es ante todo un periodista, uno de nosotros y siempre nos da el lado”. Estewill Quesada, presidente de Acord Atlántico y quien también laboró al lado de Perea fue más preciso, "a uno le cuesta entender que ese monstruo de la radio entendiera a los jóvenes periodistas".

Los funcionarios administrativos de la emisora me contaron que él le contestó a su esposa:

“¡Cálmate, él es un pelao, esas son travesuras. Déjamelo quieto, que es bueno, me ayuda con el béisbol porque habla inglés y con Junior en mi programa. Yo lo regaño y listo”.

En efecto, yo, blanco del susto, tanto como una hoja de papel, recibo el llamado, “Ramiro, te llama el Campeón”. Pasé a su oficina y otra típica de Perea, sus regaño en voz mayor. “¿Qué fue lo hiciste, mariquita?”, me preguntó.

Después de escucharme en descargos y explicarle que había omitido un trámite administrativo para recibir un pago,  cual prefecto de disciplina colegial me dio la orden: “preséntale excusas a Celia y ya está, sigue trabajando”.

Para aquella época yo laboraba tiempo completo en Radio Mar Caribe, lo que incluía transmisiones de béisbol, boxeo y fútbol.

Luego de un tiempo en su emisora, tuve el honor de ser convocado al programa emblemático de esa estación radial,  ‘Comentando los Deportes’ y que el mismo Perea presentaba.

El programa tenía más años al aire que yo de vida y en él participaban periodistas igual de experimentados. Era un ‘rookie’ en medio de puros grandes ligas de la radio deportiva local, encabezado por Édgar Pera.

En su oficina había un póster en el que parafraseaba a otro negro legendario, Mohamed Ali, con la frase “I´am the greatest”; aunque no era el Perea de los ochenta y noventa, yo creía lo que decía el letrero: ‘El más grande’ de Colombia, ese mismo que ha partido y nos deja sus recuerdos, su narración, su disciplina. Nunca, que yo recuerde, llegó tarde a una transmisión o a un programa.

Gracias a ese Dios colombiano que usted invocaba cuando los de Maturana marcaban, Campeón, a mí me alcanzó el tiempo para trabajar al lado suyo.

No me gusta escribir en primera persona, menos alardear en público, hoy, para homenajearlo, me lo permití.

Descanse en paz ¡Campeón!.

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