Biopolítica y pandemias
Las pandemias son apropiadas para fortalecer estas acciones del neoliberalismo.
Por Joaquín Baena Arévalo (*)
El poder se ha expresado a través de la historia en maneras diferente, sin embargo, siempre está presente en lo que Michel Foucault denominó la microfísica del poder, y en él no solo se expresa la relación opresor-oprimido, como lo plantea el marxismo, sino que el poder está en una serie de redes, como en la relación médico-paciente, profesor-alumno, rector-profesor, ama de casa-doméstica, empleador-empleado, entre otros. Estas redes se han ido creando y fortaleciendo a través del desarrollo productivo y de la complejidad de los procesos socioeconómicos.
En la antigüedad, el poder lo ejercían los más fuertes, los Agamenón-Menelao, Ulises o Aquiles, eran los llamados reyes guerreros de condición hercúlea, con armaduras metálicas, con una estructura de sumisión y debilidad del gobernado. El concepto que primó hasta comienzos del siglo XVlll fue el poder soberano, donde el rey formula las leyes a sus súbditos y estos deben obediencia, además de representar el rey la voluntad divina y en esa voluntad estaba incluida la potestad del soberano de dejar morir o dejar vivir, pero este no se inmiscuía en la vida cotidiana de la sociedad. Los locos y los contaminados de diferentes pestes eran aislados, estigmatizados y separados de la comunidad, los orates se consideraban poseídos del demonio, los leprosos y otras patologías eran definidas como castigo divino, los leprosos debían cargar tablillas que al caminar sonaban como información de su indeseable presencia. Para los soberanos lo más importante era la soberanía, los territorios, las conquistas, la expansión, donde disponía de la vida o la muerte de sus súbditos sin interesarle más nada del habitante.
En su análisis sobre el poder Foucault, analiza el poder sobre la vida, el poder que secuestra cuerpos, los vigila y los disciplina, la sujeción de los ciudadanos se da a partir de instituciones y aparatos que garantizan el constructo del SER que ellos quieren que seamos, las tecnologías de la información y el poder comunicacional son vertebrales en este propósito, el poder es un activo de la clase dominante, es una propiedad no por apropiación material sino por dominación y colonización subjetiva, el poder señala el filósofo francés se ejerce, más que poseer, se activa con la violencia y la ideología, es decir, reprime y engaña y en una sociedad engañada no hay democracia, no hay capacidad de decidir y elegir sino ser pensados, disciplinados y obedientes a las orientaciones del poder
Fue Michel Foucault el primero en hablar de biopoder, para separar la vieja concepción de poder, con las nuevas relaciones socioeconómicas, desapareciendo así, la simple relación soberano-súbdito, en razón que el capitalismo apuntaba además de la producción al control sobre la vida y la conciencia, las estrategias van desde lo disciplinario, hasta la colonización de la subjetividad. Ya la preocupación política no va a ser solo por la territorialidad y la producción, sino también sobre las vidas de las personas y de la colectividad, con el apoyo de las tecnologías y el manejo de la semiótica, donde la sociedad en general hace suyo el proceso productivo y de explotación, naturalizando y normalizando en la psiquis la regulación de la nueva relación.
El control de las personas a través de procesos de información como registros de casamientos, defunciones, seguros sociales, de desempleo, viudez y la implementación de redes sociales, evidencia una especie de panóptico desde donde se observa no solo los procesos productivos sino también la vida misma de las personas, incluyendo sus niveles de conciencia reflexiva. No hay duda del impacto que tienen los medios masivos de comunicación en la colectividad, con una televisión carente de programación cultural presentando sus programas basuras tendientes a despertar deseos banales, determinando cómo se debe vestir, relacionar, elegir, amar; por su parte los reality shows, youtubers y entretenimientos nos conducen también al rebaño de las necesidades neoliberales, que además de colonizar nuestras conciencias para ponerlas al servicio del consumismo salvaje y de la enajenación total, nos conducen a una vida de fantasía. Los sistemas de información sirven también para identificar cualquier brote de malestar e inocular en la subjetividad de las masas el calificativo de “vagos y perezosos”, para aquellos que promuevan paros y movilizaciones, creando con ello rechazo a toda manifestación de inconformidad.
Las pandemias son apropiadas para fortalecer estas acciones del neoliberalismo, fortalecen la red de información y control con el predicamento de la conservación de la vida. En ese ambiente de pánico se toman medidas dentro los estados de excepción, que permiten contratación de toda naturaleza y corrupción, medidas económicas y coercitivas que son aceptadas sin ninguna resistencia porque desde la semiótica se presenta con el mensaje que “primero es la vida” como mensaje manipulador porque en el fondo la máquina productiva sigue su voracidad insaciable, en razón a que en estas sociedades se prioriza la economía por encima de la vida.
Es aquí donde debemos recordar el criterio de Heidegger, desde nuestra conciencia de muerte debemos ser auténticos y estar alerta a estos procesos de mansedumbre, lo que más tarde Sartre nos diría con aquello de la conciencia “para sí” y en ese contexto entender los propósitos de las estrategias neoliberales, el miedo es aprovechado con el criterio de “proteger la vida”, pero al mismo tiempo se implementan medidas abusivas y algunas utilizadas más tarde para espionaje y muertes selectivas.
El biopoder fortalece la captura de la subjetividad con la propagación de literaturas sobre “autoestima y superación” manteniendo un entusiasmo en la sociedad, pero además creando una falsa esperanza porque sabemos que la sola autoestima no es suficiente, sino va acompañada de políticas públicas que realmente apoyen emprendimientos empresariales y académicos, pero esta moda ideológica genera al interior, alegría y confianza permitiendo mejorar las condiciones emocionales de trabajo, más no las personales de calidad de vida. La biopolítica, el biopoder, no es otra cosa que el conjunto de tecnologías, prácticas, estrategias y racionalidades políticas que tienen como propósito el gobierno de la vida y el mantenimiento de la desigualdad social, como nous o aliento permanente de este desarrollo salvaje que produce muerte, miseria y acaba el planeta. La pandemia llegará a su fin, pero en la conciencia de la gente las medidas económicas y las estrategias disciplinares de las que hablaba Focault, que se tomaron, serán incorporadas y aceptadas en estado de normalización.
Debemos dejar claro que los aportes de la medicina y de las demás ciencias al desarrollo del conocimiento es de mucha valía e igual las tecnologías de la información que permiten desde lo público y lo privado una mejor organización; el problema estriba en la utilización de los sistemas de información, que se pueden constituir en una arma de doble filo, pues si bien es cierto que aplican al sector productivo en el marco de las redes inteligentes para dinamizar las estrategias empresariales, no es menos cierto que también sirve para controlar el poder, la desigualdad social y los fines protervos del neoliberalismo .
Salta a la vista que, bajo la mampara de los sistemas de información, se devela el propósito que subyace en la priorización tecnológica de pretender no solamente manejar el tiempo y el espacio de las personas sino además sus deseos, banalidades, distracciones, consumismos, fantasías, hábitos que nos hacen habitantes de la caverna platónica, sustrayéndonos de nuestra realidad, y de las vitales necesidades.
El pensamiento del biopoder de Michel Foucault permite hoy identificar a propósito de la pandemia que el derecho fundamental a la vida que esta constitucionalizado, no representa lo esencial para la gobernanza, ya que es evidente la aplicación de la lógica del gran capital sobre la subsistencia de la gente. Justamente el filósofo francés hizo referencia a los sistemas de información hoy conocidos como “tecnología inteligente” que se desarrollan en el mundo contemporáneo, pues estas deben ser herramientas indispensables para favorecer lo humano, en aras de satisfacer las necesidades colectivas con erradicación de la barbarie y la voracidad irracional.
(*) Asesor pedagógico, docente universitario, magister en Filosofía, Director de Funcap y empresario.