Un romance con la Cardinale
Falleció el pasado martes a los 87 años en la región de Île-de-France, que comprende París,
Por Hernando Olivares
La última vez que vi a Claudia Cardinale, la diva italiana estaba filmando una escena en la paradisíaca isla de Tierra Bomba. Pocos días atrás ella había llegado a Cartagena para filmar “Nostromo”, serie coproducida por la BBC de Londres, la RAI italiana y la televisión española.
Yo había descubierto a la Cardinale tres décadas atrás en el teatro Rex de Barranquilla, cuando proyectaron “Rocco y sus hermanos”, filme dirigido por Luchino Visconti, en pleno auge del neorrealismo italiano.
Recuerdo que siendo un muchachito imberbe fui al estreno del filme tomado de la mano de mi tía Gabriela, quien trabajaba en la Alcaldía de Barranquilla y recibía pases de cortesía para todos los cines de la ciudad. A ella le encantaba ir al teatro Rex, donde, según ella, se estrenaban las mejores películas, y porque, además, quedaba a pocos pasos de su trabajo.

“Emma tráeme a Nando a la alcaldía que voy para vespertina esta tarde”, le pedía a mí mamá, amante del cine también, quien disfrutaba del placer ajeno mientras la complacía. Durante esa época, convertir a su sobrino en una especie de versión tropical del “Lazarillo de Tormes”, fue el mejor recurso que encontró mi tía para sobreponerse a los sinsabores de la soledad que trae consigo la soltería.
“Mona, ese muchacho no puede entrar porque esta película es muy fuerte, solo para mayores de 21 años”, argumentó el portero del teatro Rex, mientras bloqueaba mi paso. Con ese característico desparpajo que hacía palidecer a los políticos que pululaban en la alcaldía, ella lo desarmó. “No le pares bola, si hay una escena fuerte yo le tapó los ojos”.
Amor al primer pantallazo
Desde el primer momento en que la Cardinale apareció en la pantalla del Rex, se robó mi corazón. Aunque la bella joven que interpreta no es el personaje protagónico del filme, su presencia actúa como una especie de bálsamo que ayuda a aliviar el dolor, la miseria y la violencia que caracterizan al filme de Visconti. En medio de chulos, prostitutas y mafiosos, ella es la chica buena, la que trabaja, la novia fiel, la que solo quiere un marido y un hijo para cuidar.
La Cardinale terminaría de deslumbrarme poco después con su papel de la “ragazza” en el filme “8 y medio” de Federico Fellini. Recuerdo que ella aparece casi al final de la película en la famosa escena de la playa tras una larga noche de excesos. Igual que en “Rocco”, ella encarna a una joven inocente, pura y luminosa que va en contravía a la decadencia del mundo aristocrático repleto de sexo, fiestas, traiciones e infidelidad.
Buscando esa luz que irradiaba Cardinale, llegué en su búsqueda tres décadas después tras enterarme de que estaría filmando una serie televisiva “Claudia Cardinale causa sensación en Cartagena”, tituló el diario El tiempo un reportaje que circuló por esos días.
El escritor Ramón Illán Bacca me contó que la diosa italiana estaba alojada en el Santa Clara, elegante hotel construido sobre las ruinas del antiguo convento del Orden de las Clarisas. El mismo lugar que García Márquez utilizó como telón de fondo para contar las fantásticas historias contenidas en “Del amor y otros demonios”.

Illán Bacca también me reveló que en la serie “Nostromo” la Cardinale encarnaría a un personaje creado por la pluma de Joseph Conrad, autor de la novela homónima que inspiraba la coproducción europea
Reconozco que en ese momento aún me encontraba bajo el delirio que me produjo ver “Apocalipsis ahora”, versión fílmica de la novela de Conrad “El corazón de las tinieblas”, dirigida por Francis Ford Coppola. Ver a la Cardinale encarnar a un personaje de Conrad en “el corralito de piedra”, era tan tentador como tomarse un exótico cóctel en un exclusivo bar de la Gran Manzana.
A los pies de la diosa
Gracias a los buenos oficios de Víctor Nieto Núñez, director del Festival de Cine de Cartagena que me veía asistir religiosamente todos los años al evento en mi época de cine clubista, pude cumplir el sueño de estar frente a la diosa del cine italiano.
A lo largo de su carrera Ud ha trabajado con genios del cine como Visconti y Fellini, ¿cuál es su favorito?, le pregunté en medio de la entrevista.
"Bueno, eso es muy difícil de contestar, pero te puedo contar algo. De Fellini me encanta su caos creativo, su improvisación, su energía desbordante. Visconti, también genial, es lo opuesto. Es super preparado, cero improvisación, mucha concentración y silencio, mientras rodaba”.
Cuentan los cronistas de la época que la célebre secuencia del baile en “El gatopardo” fue ensayada durante dos semanas hasta que quedó como Visconti quería filmarla. En esa época, la Cardinale tuvo la fortuna o desgracia, uds dirán, de filmar simultáneamente “8 y medio”, con Fellini, y “El gatopardo”, con Visconti.
“Mientras con Visconti yo era morena, de cabello oscuro, Fellini me quería rubia. No quiero acordarme del montón de veces que tuve que teñirme el cabello para complacerlos”.
La larga y divertida conversación con el icono italiano abordó temas extra cinematográficos como la violencia doméstica, el cuidado del medio ambiente y los derechos de las mujeres. Por consideración a los editores, comparto solo un pequeño fragmento de la entrevista que sirvió para que la Cardinale me invitara a verla al día siguiente en el set de filmación.
Recuerdo que llegué temprano a Tierra Bomba y me pareció raro que la mayor parte del elenco no estaba en la locación. La actriz, quien me recibió en vestido de baño, me explicó que en la escena a filmar solo aparecía ella relajándose en una hermosa playa. Aunque en ese momento la Cardinale casi llegaba a los 60 años, me sorprendió descubrir lo bien que se conservaba.
Mi ensimismamiento se rompió cuando la voz del asistente de dirección gritó: “Tres, dos uno, acción”.
Hernando Olivares es un profesor de cine que enseña en Broward College y Miami Dade College. Durante 15 años trabajó como crítico de cine para el diario The Sun-Sentinel, en Fort Lauderdale, Florida.