Si Estercita Forero en una de esas múltiples correrías artísticas que inició por el Caribe en los años 40, no se tropieza en Cuba con un desfile nocturno que engalanaba con música las calles de Santiago, ciudad del oriente de la isla, es muy probable que el Carnaval de Barranquilla no hubiese conocido el desfile de Guacherna que es ahora, o en el mejor de los casos, tal vez habría tardado en celebrarlo.

Aquella parada cubana impresionó a la ‘Novia de Barranquilla’ y la transportó a su infancia, cuando en época de precarnaval en el tradicional Barrio Abajo, donde residía, se realizaba un acontecimiento parecido, espontáneo, también en horas nocturnas y cubierto del mismo alborozo.

Tenía lugar viernes, una semana antes del Carnaval. Salían a la calle comparsas cargadas de música, rostros y espíritus rebosantes de entusiasmo, en una noche iluminada con faroles, velas y mechones.

Era una especie de ensayo o preparativo de lo que sería la gran fiesta currambera que se aproximaba en ocho días.

Lo que Estercita presenció en Santiago de Cuba era La Conga, y la de sus recuerdos infantiles en Barranquilla la llamaban Guacherna, cuya realización había sido abandonada desde hacía algunos lustros.

Sin embargo, la Guacherna no pasaba de ser un acontecimiento circunscrito a un sector específico, sin representación ni participación en el resto de la urbe, que ya comenzaba su pujanza.

Estercita se fijó entonces el propósito de revivir este festejo a su regreso Barranquilla, pero ya no como un recorrido de barriada, sino convertirlo en un atractivo más dentro de la gran programación del Carnaval.

Un evento que asemejara al Bando o a la Coronación, a la Batalla de Flores o la Gran Parada, pero con un plus peculiar: realizarlo en horas de la noche, su esencia original.

Sería el único desfile nocturno de las carnestolendas, que le daría un atractivo especial y novedoso a los carnavales.

No resultó fácil

A pesar del empeño de Estercita, y el reconocimiento con que ya contaba como cantante y compositora, la empresa no resultó cosa fácil.

Con el desmadre que se le daba antaño a la organización del Carnaval, a cargo de juntas que funcionaban unos años y corporaciones en los otros, en medio de vaivenes políticos, la idea no tenía mayor acogida.

A muchos les parecía una rareza utópica, o sencillamente no la consideraban en medio de aquel desorden politiquero en el manejo de las fiestas.

Solo en 1974, unos 14 años después de su regreso a la ciudad, Estercita encontró eco a su propuesta.

La reina del Carnaval de aquel año era Vicky De Andreis, y Estercita valiéndose de la entrañable amistad que cultivaba con doña Alicia Valiente de De Andreis, madre de la soberana, le expuso la idea que la dama no dudó en escuchar muy atenta, y sopesar.

El proyecto halló terreno fértil, pues la señora de De Andreis andaba en búsqueda de “algo especial” que marcara el reinado de su hija Vicky, y se rotulara para siempre en la historia de estas fiestas.

Y a fe que lo consiguió, pues desde entonces y hasta estas calendas la Guacherna comenzó a recorrer las calles de la ciudad en la antesala del gran jolgorio carnavalero en que se sumerge la ciudad durante cuatro días.

Se logró así convertir en realidad el ansiado sueño de Estercita, y cristalizar el deseo de la ‘familia real’, de marcar un hito en el festejo barranquillero.

La historia narra que ese primer recorrido contó con la participación de 73 candidatas populares con sus respectivas comparsas, 700 cumbiamberos y 25 grupos musicales en medio de las luces de velas, mechones y faroles, más el respaldo masivo del público. Éxito total.

Pisando fuerte

Con semejante acogida la Guacherna entró pisando fuerte, muy rápido se convirtió en un suceso singular e inimitable, formalmente incorporado en la programación carnavalera.

Desde el momento de su lanzamiento todos los años es esperada con mucha ansiedad y entusiasmo por los súbditos del parrandero dios Momo.

Dada la trascendencia que el desfile adquirió en cada Carnaval, el espíritu inquieto y la vena artística que siempre acompañó a Estercita la empujaron a rendirle un homenaje musical, y fue así como compuso el tema La Guacherna.

Lo grabó por primera vez en 1981  la orquesta venezolana Los Melódicos de Renato Capriles, con el canto magistral del ‘Ciclón del Caribe’, el memorable Cheo García.

A pesar de la excelente interpretación de los venezolanos, el éxito continental del tema lo alcanzó una segunda versión grabada en 1982 por Los Vecinos de República Dominicana con la voz de la carismática Milly Quezada, en pleno boom del merengue.

Con los quisqueyanos la composición ingresó por alfombra roja a hacer parte de la discografía alusiva al Carnaval, al mismo nivel de la abundancia de ritmos autóctonos que lo acompañan.  

Origen del nombre

A estas alturas muchos se preguntan aún de dónde surgió ese curioso nombre de ‘Guacherna’.

En la aplicación carnavalera que se le da en la ciudad, nada tiene que ver con el significado del diccionario de americanismos, que define el término como: Gente despreciable, o, riña y alboroto con gente despreciable.

Sin embargo, también trae una acepción más benévola, ajustada a sus raíces en el Barrio Abajo: Danza popular al son de instrumentos indígenas que se baila de forma ambulante de casa en casa, buscando a los danzantes.

Otro significado más armónico al sentido folclórico actual, es que Guacherna, proviene de ‘Guache’, instrumento musical idiófono de origen indígena, típico de la Costa Caribe de Colombia, que pertenece al grupo de los agitados o sacudidos.

Lo de idiófono significa que el sonido que ejecuta proviene del propio cuerpo del instrumento cuando lo agitan.

Se emplea básicamente en los grupos folclóricos, y tiene un papel preponderante en la rítmica. 

Se le considera un instrumento de percusión, agrega la descripción de entendidos en menesteres del folclor.

Otra historia

La procedencia de la Guacherna tras sus muestras iniciales en el Barrio Abajo, en la Barranquilla de principios del siglo pasado, también incluye otra historia.

Muchas versiones la sitúan como una manifestación del folclor de los pueblos ribereños del río Magdalena, que la trajeron a la ciudad en sus olas migratorias internas y la asentaron aquí, donde se fusionó con el ánimo alegre del barranquillero.

Esta posibilidad no es tan traída de los cabellos, pues es bien conocido que estas regiones son ricas en expresiones tradicionales y costumbristas que han contribuido y servido de soporte al Carnaval de Barranquilla.

Como sea, La Guacherna que este 2023 llega a los 49 años de la ‘era Estercita’, se festeja esta noche de 10 febrero con la misma expectativa de todos los años: mucho goce, derroche de alegría, música, disfraces, comparsas, reinas, luces y la espontaneidad del pueblo barranquillero.

El espectáculo recorrerá la carrera 44 y terminará donde surgió, en el Barrio Abajo.