Esta vez no hay que llevar el tapabocas ni mostrar el carnet de vacunación contra el Covid-19 para ingresar al área del desfile de la Vía 40, como ocurrió el año pasado en medio de las restricciones que aún estaban vigentes por la mortal pandemia.

Después de uno de los peores virus que puso contra las cuerdas a la humanidad, el Carnaval de Barranquilla es, para miles de curramberos y visitantes, la mejor medicina para dejar dos largos años aciagos.

Allí, a pocos metros de la otrora zona industrial que le dio paso al Gran Malecón, el sitio turístico más visitado el país, solo basta echar un vistazo este mediodía de Sábado de Carnaval para palpar que a medida que pasan los minutos, sube el entusiasmo por disfrutar de un desfile que en este 2023 tiene un ingrediente especial: cumple 120 años, cuando su gestor, el general barranquillero Heriberto Vengoechea, ordenó cambiar las balas por las flores para celebrar el final de la Guerra de los Mil Días.

Desde entonces, eso lo que han hecho los carnavaleros, dejar a un lado los afanes de la cotidianidad y capotear golpes como el alto costo de vida o la inseguridad, para darle rienda suelta al desenfrene colectivo de 4 días.

En un rápido recorrido que Zona Cero hizo por el ‘cumbriódromo', los reporteros palpamos la alegría y el entusiasmo para celebrar la fiesta que en el 2003 fue declarada “Obra maestra del patrimonio oral e inmaterial de la humanidad” por la Unesco.

"Ahora venimos a disfrutar la pandemia, pero de la vida”, dice emocionada desde uno de los palcos de la calle 79, la abogada Luisa Mazeneth, que llegó el viernes a las 4 de la tarde de Bogotá, en donde labora en la Contraloría General de la República, para disfrutar de los desfiles y la rumba.

O como Hellen Parra y su hermana Shadia, de 8 años, que disfrutarán el desfile desde un minipalco.

Hellen, residente en el barrio Los Robles, contó en este 2023 estará del lado del público porque en los últimos años ha bailado en la comparsa "Afrocaribe".

Según cifras del Sistema de Información Turística este Carnaval atrajo este año un promedio de 500.000 visitantes que llegaron desde Bogotá, Santa Marta, Cartagena, Valledupar y de países como Estados Unidos, México, Panamá, Perú y Chile, entre otros.

Los alrededores de la Vía 40, como ocurre en la carrera 44 y la calle 17 con el Desfile del Rey Momo, también son un ‘hervidero’ de vendedores informales que esperan cada año el Carnaval como la oportunidad de ganar ingresos extras.

Como ocurre con Tatiana Zabaleta, una vendedora de cerveza apostada en los alrededores de los ingresos para palcos. Ella llegó desde el barrio El Bosque, donde vive, a la la 79 con Vía 40, desde la medianoche.

El estudio Carnaval en Cifras revela que está temporada genera más de 50.000 empleos de los cuales 30.000 son indirectos.

En los 120 años de la Batalla de Flores, a lo largo de los más de 4 kilómetros de baile, música y disfraces, que desfilarán 20 carrozas, 20 orquestas, 73 grupos folclóricos, 660 disfraces individuales y colectivos y 14.000 hacedores.

El escenario está listo, luces, cámaras… ¡Qué empiece el desfile!