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Imagen del poemario.
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"Herbario íntimo", de Armando Madiedo

Ganador del portafolio de estímulos “Germán Vargas Cantillo”.

Por Adalberto Bolaño Sandoval

Fue una lectura inmediata, casi que de una sentada. Lo merece. Este poemario tiene las fauces abiertas para atrapar al lector, pues cuando empiezas a leerlo no lo puedes dejar.

Sabemos que este “Herbario íntimo”, de Armando Madiedo, pertenece a uno de los proyectos ganadores del portafolio de estímulos “Germán Vargas Cantillo”, patrocinado por la Secretaría de Cultura de Barranquilla de este año, 2021.

Ya antes Armando había ganado en dos ocasiones ese premio: en 2017, con “Llegué tarde a todo”, en el que desnudaba una primera poesía ascética y escéptica, pues, según indica: “Llegué tarde a todo, / porque he disfrutado cada una de las ruinas, / porque de hogueras he sembrado el paraíso”. Había, no obstante, una mirada esperanzadora, un contar, que ha sido una de sus características: contar: “Vengo a contarles un pasado vestido de gala / de las astillas que guardo en mi piel”. Había un cierto y buen balance de una poesía que iba a decir mucho mediante un lenguaje y tonos inicialmente escépticos.

Subsiguientemente, “Cassete para el olvido”, fue uno de los ganadores del año 2019 del mismo concurso mencionado, en el que reafirmaba sus ganancias poéticas, pero cada vez más la cosmovisión iba siendo más comprometida con la melancolía y el dolor (“me niego a ser un alma más en su infierno”), pero no siempre, como en “Bonus track VII”: “Sembré en ti la errante semilla que se sirve del mar / y se ancló en los escondrijos de nuestra playa”.

El poemario cuenta con la novedad formal de dividirse en bonus, en regalos, y, al mismo tiempo, cuenta con textos líricos en prosa, a diferencia de “Llegué tarde a todo” y “Herbario íntimo”. Esta prosa lírica permite la difracción poética, el aporte reflexivo y al mismo creativo, como en “Marta tenía lunares en los ojos”. Como en los cassetes antiguos, el texto se encuentra dividido en lados A y B.

Ahora, en este año, con “Herbario íntimo”, Armando Madiedo cambia de tono, mediante un lenguaje más dúctil, con el aporte formal de elaborar poemas de menos de una página, a través de los cuales hace desfilar una serie de poemas que cantan a la vida y al erotismo.

Pero antes una anotación: cuando leí algunos de esos poemas de Madiedo en Facebook, pensé inicialmente que tenían alguna ascendencia con el del poemario “El iris salvaje”, de la premio Nobel de Literatura del 2020, Louise Glück. Asimilaba y pensaba hacer coincidir esa lectura con la de la norteamericana, donde retrata los vaivenes del ser humano y sus cambios en la piel y en el ser, con los cuales conectaba la experiencia del cuerpo, el tiempo, los silencios del alma y su confluencia con la naturaleza. La conciencia poética de Glück postulaba un pensamiento muy profundo, que tocaba las respectivas estaciones anímicas del ser humano.

Pero hete aquí que son muchas las diferencias, aunque confluyen en lo siguiente: cuando Louise Glück, en “Maitines”, expresa: “Simplemente / supimos que no es propio de la naturaleza humana / solo aquello que nos devuelve el amor”, encontramos que precisa, justa y contrariamente a ella, “Herbario íntimo” busca devolver el amor al alma humana, a las relaciones, al cuerpo, a lo íntimo, a lo erótico (pero también un poco más). Otra cosa más: existe confluencia, además, en los títulos de los poemas de Madiedo, pues todos tienen que ver con nombres científicos de nuestra biología vegetal. Al tiempo, algunos títulos líricos de Glück armonizan con los de “Herbario íntimo” en lo científico también: “Trillium”, “Lamium”, o populares como “Campanilla de invierno” o “Malahierba”, entre otros.

Ahora, en otro sentido, si nos preguntáramos por el tono y el sentido de “Herbario íntimo”, su acento es esperanzador, amoroso, en el que confluyen lo íntimo y lo erótico (“Me gusta el color níspero de tus pezones, / tu sonrisa de jardín, palabra nueva”), así como lo dialógico. Ello se explica porque en la mayor parte de los textos poéticos, el hablante lírico se está dirigiendo a un tú, aunque en otros se muestre interés por lo ambiental o lo social (véase “Papaver”, “Pimpinella anisum”), o lo musical, sin perder el discreto encanto de su escritura secreta.

Ahora agreguemos otro aspecto: si en los poemarios anteriores, los yo poéticos de Madiedo suelen dirigirse a tú, a una o un oyente lírico muchas veces amoroso, en otros su voz poética apela a un “otro” que se encuentra en caída, o lo retrata en ello. Sin embargo, en este nuevo poemario, ya no apela a lo negativo o a lo crítico, sino a la vida. Así, en “Bougainvillea” indica: “No podemos mirar a la muerte a los ojos, / hay que quitarle las llaves de esta casa”.

Se podría decir, entonces, que una de los objetivos de “Herbario íntimo” es el de desdramatizar, replantear los anteriores trabajos de Madiedo, con lo cual estamos hablando de un acento más optimista a través de un lenguaje más flexible, más abierto, menos dramático, empleando una cosmovisión más corporal, más de mundo material: “Eres tú, con tu mar de leva, / un huracán innombrable / que se acerca a tierra firme / a arrasar cada recuerdo / que guardan los techos de palma”. O en “Hibiscus rosa-sinensis”, estos finos versos: “Tu risa es mi nación y mi patria, / tu boca es mi ley y mi deseo”.

Otra anotación: Madiedo se identifica con Glück cuando en algunos poemas designa a su escritura poética como lucha, revelación y reflexión, como juego y fuego de salvación, pero también cuando cavila desde un mundo con/ sin dios (“Equisetum arvense”) o sobre el ángel caído que acompaña al hombre y “huye del amparo del fuego”, como el propio camino del hombre. Visos humanísticos que lo complementan.

En fin, cuando terminé de leer anoche los 25 poemas de “Herbario íntimo”, consideré que invitan a dar nuevas lecturas sobre el quehacer poético de Armando Madiedo.

 

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