“Harta” o el cine norteamericano ¿de denuncia?
Una reflexión sobre la sensibilidad y el respaldo del ser humano consigo mismo ante la ocurrencia de situaciones que transgreden su normalidad.
Por: Adalberto Bolaño Sandoval
A Janiyah Wiltkinson todo le ha salido mal ese día: su hija de ocho años no quiere ir al colegio por haberse caído y golpeado y desea quedarse en casa, pero su madre desea que asista al colegio, para que se capacite e ingrese a la sociedad sin tantos problemas. Pero es que su enfermedad degenerativa (Ataxia de Friedreich), consistente en afectar el sistema nervioso, con los consiguientes problemas de coordinación, movimiento y habla, le causaron esa caída. También causa problemas cardíacos y de audición y visión. Janiyah es madre soltera y vive en condiciones deprimentes.

Cuando va saliendo del apartamento, la arrendataria le cobra un nuevo mes de pago cumplido y la amenaza con echarla si no se pone al día con los otros tres meses pendientes. De remate, la niña, Maya, le pide a a Janiyah que pague los almuerzos en el colegio, que también están atrasados. Llega a la escuela y se los cobran, pero promete a la profesora que los pagará al mediodía. Y en su trabajo, un jefe irritante y los clientes desesperados que la esperan, le reclaman que vaya a su puesto de cajera para que cobre rápidamente en ese supermercado donde trabaja.
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Cuando ves tales circunstancias negativas, te imaginas que vas a ver un “novelón” de película. Y lo es. “Harta” juega con esos cinco elementos melodramáticos: la niña enferma, el pago del arriendo y los almuerzos, un policía que tropieza el auto de Janiyah, quien la amenaza de muerte si la encuentra en la calle, y los asesinatos accidentales por parte de Janiyah de un atracador que quiere robar la paga de los empleados y de su jefe, en un atraco que toma los ribetes de accidental. Para remate, cuando va al banco a cobrar el pago de los almuerzos para su hija, amenaza a la cajera para que le entregue su paga, pero no encuentra su identificación, por lo cual la amenaza con el revólver que tomó del ladrón asesinado, lo cual comienza la segunda parte del film.
La lista de cintas en que personajes negros se ven envueltos en luchas contra la sociedad, las instituciones como las clínicas o los hospitales o son segregados o por otros requerimientos por ser negros son varias: “John Q.”, con Denzel Washington, en el que un padre toma medidas extremas para conseguir un corazón para su hijo. Esta lista, aleatoria, comienza desde “Matar a un ruiseñor”, sobre la novela de Harper Lee, “Arde Missisippi”, o “Así nos ven”, sobre la muerte de una mujer blanca y la subsiguiente acusación a cinco adolescentes negros. Y continúa una larga lista más, donde los problemas raciales son exhibidos con igual prestancia.

Justamente, la mayor parte del reparto es de actores negros y a los que su director, Tyler Perry, ha dirigido en otras películas, como la protagonista, Taraji P. Henson. Perry ha sido director, guionista, productor y actor en varias de sus películas, así como un dedicado director de teatro y adaptador al cine de algunas de sus propias obras dramatúrgicas. Henson es una reconocida actriz, quien durante cuatro días filmó su papel para la película de manera inusitada; así mismo, ha sido muy ponderada durante su carrera, entre otros, nominada al Oscar por su papel en “El curioso caso de Benjamin Buttom”, varias series y películas para televisión y ganadora de varios premios en series televisivas.
Una trama melodramática y una sorpresa poderosa
Se han mencionado cintas sobre el papel de la discriminación en Estados Unidos, y esta no lo es menos, en el sentido de que una mujer negra y soltera es desdeñada por casi todos las que la rodean, a excepción de unos pocos: el anciano limosnero que vive en la pensión donde reside Janiyah, sus amigas del supermercado, y, posteriormente, la gerente del banco y la detective Kay Raymond, quien la defenderá y será su intermediaria en la “toma” y supuesto atraco de banco por parte de Janiyak.
La trama gira alrededor de una serie de actos irracionales y desesperados cometidos por Janiyak, además de los asesinatos señalados, a lo que se agrega la confusión en el cobro de su cheque en el banco, y cuyo acto se enreda aún más cuando ella saca el revólver del atraco para presionar por el cobro de su cheque. Allí encontrará la tensión nerviosa de la cajera conocida por ella, quien, de conocida empleada, se convierte en villana, al intentar denunciar y estar en desacuerdo con Janiyah. La película gira alrededor de los cambios sicológicos de los personajes, pero, sobre todo, de la incomprensión social hacia cualquier persona que, al borde de abismos familiares, sociales y laborales, se les niega la solidaridad cuando se desconocen sus problemas y situaciones íntimas, pero que, no obstante, cuenta con otras que la apoyan en su vida problemática. También se enfoca en el papel de la maternidad y sus sacrificios y cómo una madre se revela contra ese mundo externo que la abruma, pero contra el que lucha denodadamente.

Narrada con una fuerte carga emocional y encarnada con gran sabiduría y profundidad por Taraji P. Henson, “Harta” advierte sobre cómo la vida nos acecha de manera desobligante, desagradable y atosigante, especialmente para aquellos que cargan con problemas económicos, enfermedades, un trabajo inestable y rechazo o desatención por parte de los que nos rodean. Aunque la trama es narrada de forma melodramática, no deja de plantear las contradicciones de los seres humanos, cuando navegamos entre el apoyo a nuestras situaciones negativas o dar la espalda desaprensivamente. Y he ahí el melodrama: somos buenos o malos. Como el policía que choca el carro de Janiyah, y que provoca su estallido emocional en el banco, cuando llega la policía para controlar el robo, y no querer entregarse por las amenazas del uniformado.
Entre el remarcamiento de la injusticia y la insolidaridad y el patetismo de algunos momentos, de repente la película nos introduce en una nueva capa: ¿cuál es el nivel de conciencia de Janiyah ante ese día tan cruel? El director, entonces, saca un as de la manga, para darnos un nuevo ritmo narrativo: nos introduce desde la mente de la mujer, en el banco, en un momento determinado, que esta ha sufrido, según los términos griegos, una epifanía negativa, una comprensión dolorosa de sí, o una catábasis, un viaje hacia abajo: un descenso hacia sí misma, hacia sus miedos. En este caso, el personaje vive o sufre amnesia disociativa, que conlleva, también, irrealidad o distancia, así como confusión en la identidad y despersonalización: yo no soy yo. En términos sicológicos: toda la película constituye una disociación: Janiyah se ha desconectado de la realidad, de sus pensamientos, de su identidad: realmente, su hija ha muerto en la noche y ella la ha llevado al hospital, la ha dejado allí, y ha creído que la llevó al colegio, ha creído que habló por teléfono con su profesora. Pero sí fue a su empleo y asesinó a los dos hombres.

La policía y el FBI, que esperan que se entregue, son mostrados, como siempre en esas películas críticas, como seres paródicos, como instituciones caricaturescas, en tanto la detective Kay Raymond (Teyana Taylor) representa la apertura de mente, el sostén y la comprensión, así como la gerente Nicole Parker (Sherri Shepherd) del banco. Acaso el film busca presentar los extremos, como se indicó antes: no los grises de la vida, solo blancos y negros, aunque el haber transmitido por redes y medios de comunicación la situación de Janiyah haya despertado la red de apoyos que siempre necesitó, respondiendo al espíritu de solidaridad a que llama también la cinta.
“Harta” ha recibido críticas contradictorias, pero no deja a los espectadores insensibles. ¿Buen cine? ¿De entretenimiento? Digamos que nos hace reflexionar sobre el universo de contradicciones e insolidaridades, pero también sobre la sensibilidad y el respaldo del ser humano consigo mismo ante la ocurrencia de situaciones que transgreden su normalidad; en fin, la vida que nos mira muchas veces divertida y en otras nos aprieta. Hartazgo, pues… suele suceder.