'El Torito', uno de los himnos del Carnaval de Barranquilla
Historia de la canción que sigue sonando en la fiesta.
Por Alvaro Rojano Osorio
El cantante Gustavo Rada no debió imaginar que diez años después de haber grabado sin ninguna resonancia el merengue El Torito para el sello Coast Récord, al lado de Ángel Fontanilla y Marquito Herrera, esta canción se convertiría, tras ser llevada al acetato por la Sonora Curro, en uno de los temas emblemáticos del carnaval de Barranquilla. Tampoco lo sospecharía el poeta, decimero y repentista Quintín Carbonó López, cuando le cantó en Tasajera a Rada los versos que, aunque modificados, hacen parte de ella.
En efecto, el éxito de El Torito llegó con la grabación que hizo la Sonora Curro en 1960, en la que participaron Antonio María Peñaloza, dirigiendo la agrupación e interpretando la trompeta, y Alberto Fernández como cantante. Fue cuando esta danza, como aparece en la carátula del disco de 45 revoluciones por minutos producido por Discos Curro; chandé, para algunos, garabato, para otros, se posesionó en el corazón de los barranquilleros como uno de los himnos del carnaval de esta ciudad.
Tal ha sido su trascendencia histórica musical que Joe Arroyo lo incluyó en el CD Se armó la moña, grabado al lado de su orquesta en 2005 para Discos Fuentes, que es la versión escuchada en los eventos públicos y privados organizados en el marco de esta fiesta anual.
Pero, de lo cantado por Quintín Carbonó a su pariente Gustavo Rada hasta la interpretación de Joe Arroyo, hay una historia que contar sobre la reelaboración de los versos que dieron origen a la canción. En efecto, Rada, quien aparece como su compositor, fue el primero en modificarlos al cantar: “Animal toro grosero, el que rompió mi catabrón, pegó un grito Salomón, pan caliente en mi potrero”. La otra: “El torito remedía cuando va pasando el puente, si tú eres perrito bravo, yo soy el toro valiente”. “Si el toro fuera de azúcar y los cachitos de panela, si yo fuera garrochero, cuanta garrocha le diera”.
Cuando la Sonora Curro lo grabó, el primer verso también fue modificado: “Pasó una bala rastrera, me rompió mi catabrón, pegó un grito Salomón al salir de Tasajera”. Mientras que, en la versión de Joe Arroyo, existe la siguiente innovación: “Pasó una bala rastrera que rosó mi corazón, pegó un grito Salomón al salir de Tasajera”. Además, incluyó una nueva estrofa: “Yo tengo un montón de rosas, florecidas donde quiera, si no fuera por la rosa a Barranquilla me fuera”.
De los versos originarios y de la historia de los hechos que inspiraron al pollo Quinti, como era llamado el compositor, cuenta el historiador local y repentista oriundo de Tasajera, Roque Guerrero Maldonado, que el primero dice: “Cayó una brasa rastrera y quemó mi catabrón, pegó un grito Salomón, pan caliente en Tasajera”. Del hecho que lo generó señala que fue producto del incendio de un catabre que se produjo en la panadería de Filomena Santana, luego de que una braza del horno cayera sobre esta vasija. Salomón, conocido como el turco, era yerno de la dueña del establecimiento comercial.
Con respecto al otro verso, que originalmente dice: “El torito de Mejía cuando va a pasar el puente, si tú eres torito bravo, yo soy el perro valiente”; explica el narrador que nació de la costumbre de Santiago Mejía, de disfrazarse de torito en carnavales y de movilizarse de Palmira a Tasajera, utilizando un camino en el que había un puente de madera para atravesar un caño. Sendero que pasaba cerca de un horno de propiedad de Quintín en el que quemaba conchas de ostras hasta convertirlas en cenizas que eran vendidas como cal. Este veía pasar a Mejía disfrazado, lo que lo motivó a cantarle. Mientras que, lo de perro hace relación a la manera como también era llamado el compositor: el perro Quinti.
Finalmente, en cuanto al estribillo que hace mención del toro y la posibilidad de que fuera de azúcar, que parece ser vestigios del romancero español, la frase inicial decía: “Si los cascos fueran de azúcar y los cachitos de panela, si yo fuera garrochero, cuanta garrocha le diera”.
Quintín, quien, también, era pescador, jamás imaginó, mientras componía esos versos, que Joe Arroyo muchos años después los cantaría, buscando que a través de esta y otras canciones del folclor nuestro no lo olvidaran.