Luis Mallarino durante uno de sus recitales de poesía.
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Docente del Atlántico ganó Concurso Nacional de Poesía Casa Silva

Luis Mallarino es un profesor nacido en Cartagena que ama la literatura y que cuenta con varias publicaciones en diferentes géneros.

Con ‘Una pecosa ella’, un poema que narra la historia de un niño que se enamora de una niña a primera vista, la cita en un lugar y llega tarde al encuentro, el docente del Atlántico Luis Mallarino se convirtió en uno de los ganadores de la pasada edición del Concurso Nacional de Poesía Casa Silva.

El evento tuvo lugar el pasado 27 de octubre en Bogotá, bajo la consigna ‘La vida, mapa de la poesía’. Teniendo como base lo anterior, se escogieron cinco poemas, entre ellos, el del cartegenero, el cual obtuvo un premio de tres millones de pesos y la publicación de la obra.

Este nuevo premio para el docente alimenta sus ganas de seguir escribiendo y dando a conocer sus experiencias, vivencias y peculiar estilo de vida. 

El jurado estuvo integrado por Giovanni Quessep, Pablo Montoya y Gonzalo Mallarino Flórez, quienes escogieron de 2090 propuestas, las cinco más llamativas.

“Los concursos tienen mucho de lotería. Sin embargo, no deja de ser estimulante saber que tu trabajo, por algún motivo, es escogido de entre miles y resaltado por un jurado de mucho peso en Colombia. Esto es una especie de palmada en la espalda para seguir leyendo, escribiendo y corrigiendo”, explicó durante su visita a Zona Cero.

Perfil del autor

Luis nació en Cartagena, en 1986. Es poeta, narrador, y químico farmacéutico. 

Labora como docente en el corregimiento de Pitalito, Polonuevo. Ha tenido la oportunidad de adentrar a la lectura y enseñar el significado de la escritura a sus alumnos.

Con el poemario ‘El amor mirando desde una tacita de café’ obtuvo el segundo lugar en el Concurso de Literatura Ciudad de Barranquilla en 2013. Fue ganador también del segundo premio en el Concurso Nacional de Poesía Andrés Barbosa Vivas, 2011. Fue finalista en el Certamen Internacional de Poesía Leopoldo Guzmán, España 2013. Ha sido tres veces ganador del Concurso Nacional de Cuento Infantil Comfamiliar Atlántico. 

“Escribir para niños tiene su encanto. Los niños tienen mucha más imaginación que nosotros así que eso complica las cosas. Escribir para ellos es como intentar imitarlos en vano pues ellos hacen literatura con solo hablar", resaltó.

Su producción para niños está conformada por los títulos ‘Tarzán contra Papá Noel (la batalla final)’, ‘La venganza del salchichón cervecero’, y ‘El abominable monstruo devorador de papel higiénico’.

Recibió mención de honor en el Concurso Nacional de Poesía “Isaías Gamboa”, 2005. Y mención en el Concurso Nacional de Cuento de la Universidad Metropolitana, 2015.

En 2015 resultó ganador de la convocatoria ‘Ideas innovadoras para leer y escribir en la red’, del Ministerio de Educación Nacional. Textos suyos han sido publicados en diversas revistas y antologías a nivel nacional e internacional.

El poema ganador

Una pecosa ella

Una sola vez me enamoré a primera vista —era pecosa—

quiero decir

que tenía constelaciones en la piel

que batía espuma de mar sobre sus hombros

que en su espalda

a cada rato

eran las ocho de la noche

y en sus senos

era siempre

víspera de primavera

(ya exagero)

la verdad es que nunca vi sus senos

no existían aún

no habían nacido

éramos niños

inocentes como zapatos rotos al pie de una flor

—ella también se enamoró—

nos citamos a las cuatro

en una banca azul de un parque entristecido

y todavía

no sé por qué

llegué con diez minutos de retraso

(ya no estaba)

«pero estuvo» dijo el señor del helado

«una pecosa ella

de ojos claros»

y había rastros en la banca

restos de piedra lunar

espuma

la cola de un cometa

escarcha roja

«se fue por ese lado»

(un cono de fresa me señaló el camino)

la seguí durante horas

y primero me encontró la noche

éramos niños

inocentes

como hormigas con trocitos de cartón

la encontré por fin

con una guerra de mil días en la mirada

y me mintió como mienten las mujeres grandes

«yo no pude ir» me dijo

y yo no quise avergonzarla

y no le dije nada

no le dije a nadie nunca nada

ni la vi más nunca

pero hoy

una pecosa de ojos claros

me dice —implacable— que

desde hace diez minutos

las puertas del avión están cerradas

que he perdido el vuelo

que con gusto

me anuncia la penalidad

el nuevo itinerario

y no le digo nada

solo atino a recordar

aquella puerta secreta

cerrada en la penumbra

aquel primer vuelo

perdido para siempre

veinte años atrás.

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