Carnaval de Mamatoco, más de un siglo de tradición
Se considera que la fiesta de San Agatón hizo un aporte importante al Carnaval en Barranquilla: el cuarto día de las carnestolendas.
Efraín Mattos Padilla
Se pude decir que es el nacimiento de los carnavales de Santa Marta y porque no de la Costa, el de Mamatoco, con el que se le agregó un día, pues el carnaval era desde el domingo hasta el martes, pero con la fiesta de San Agatón, el santo milagroso, que no era el patrono de la población, pero al que se le hacia la mayor celebración, se extiende esta festividad, en la que se conjugaba lo pagano con lo religioso, con más de un siglo de tradición y que es otra de las cosas que heredamos de la cultura española que dedicaba tres días de celebración antes de la Semana Santa, cuarenta días después del miércoles de ceniza.
La fiesta prácticamente se iniciaba el viernes por la noche después de la vísperas del santo, pero debemos decir que al pueblo llegaba en los días anteriores mucha gente, proveniente de la llamada Provincia de Padilla, lo que ahora son los departamentos de La Guajira y el Cesar, la Zona Bananera, que iba de Ciénaga hasta Fundación, pueblos de Bolívar y del Atlántico, quienes llegaban con sus costumbres, su músicas y sus danzas para rendirle tributo al santo milagroso, pagándole las llamadas mandas por los milagros que recibían.
Esas personas venían en carruajes, a pie, a caballo, en burros, mulos, porque todavía no existían los automotores, pero era tanta la fama del pueblo y de su santo, que emprendían la peregrinación, sin importarles la distancia y el mal estado de las vías, que eran de herradura, para cumplir con las mandas, comenzando a llegar desde el miércoles, para estar presentes en las vísperas el viernes y el día solemne de San Agatón, el sábado antes de los carnavales, que con el transcurrir del tiempo se convirtió en el sábado de carnaval.
Así pues que la fiesta se prenden luego de las vísperas en las ruedas de la cumbiamba que se colocaban en la plaza del pueblo a la entrada de la iglesia frente a la tienda de Felipa Martínez y a la altura de la calle del rio, frente a la tienda a la tienda de Bienvenido Peña Matos y María del Socorro Segrera. Estas ruedas de la cumbiamba se hacían alrededor de unos palos que sembraban para la ocasión, alrededor de los cuales se danzaba durante toda la noche, al son de la tambora, acompañada con el guache, el llamador, la hembra, la caña de millo, la gaita y la flauta y así transcurrían las horas hasta llegar al amanecer, ingiriendo grandes cantidades de licor, echándose maicena o polvos y para refrescarse alucema, u otras fragancias aromáticas.
Pero es de anotar que habían otros sitios donde se congregaban los miles de personas que llegaban a Mamatoco para el festejo de San Agatón, donde se bailaba en las calles como las tiendas de Adela Ángulo, en la calle de la acequia a una cuadra de la iglesia, la de Juana Lugo, en la calle del medio y la de Héctor Avendaño una cuadra más abajo, donde; “pasaban los ratos de esparcimiento los honorables visitantes, esperando la llegada el día de la fiesta" (sic)
Otros sitios de reunión
En lo que podemos decir fuera del pueblo, existía otro lugar de congregación de personas, se trata de la inolvidable tienda de Bartola, en el camino real que de Santa Marta conducía a los corregimientos de Bonda, Minca, el Yucal, Masinga, la Sierra Nevada, San Francisco, los Parelones, la Concepción, Bachicha, poco antes de llegar al sitio conocido como Los Cuatro caminos, por las bifurcaciones para dirigirse a cada uno de los lugares mencionados anteriormente.
Allí llegaban las personas que por obligación tenían que pasar por la tienda de Bartola, donde se hacía una parada para aprovisionarse de todo lo que se iba a llevar de regreso a sus lugares de origen y para refrescarse y los bailes de carnaval allí eran fenomenales y por eso hay que mencionarlos como parte del carnaval mamatoquero. Se unía lo nuestro con lo foráneo y se disfrutaba de las fiestas de principio a fin, apenas descansando lo indispensable, para qué el cuerpo resistiera y aguantara hasta que las fiestas terminaran.
Después de esta primera noche en Mamatoco, en la víspera de San Agatón, en la madrugada del sábado, el despertar mamatoquero es anunciado con repique de campanas, fuegos artificiales y música, que recorre las principales calles del pueblo anunciando la llegada del día del santo. Como todavía no se cuenta con agua potable y acueducto, había que ir a bañarse al rio, donde existen los llamados pasos, para el baño de mujeres y hombres, los cuales se respetan. El primero estaba comprendido entre lo que es el patio de Bienvenido Peña, pasando por el de Alfonso “pongamos” Núñez y Carmen Peña hasta donde los Avendaño, allí se bañan solo las mujeres y los niños. El paso de los hombres viene desde donde Bienvenido Peña hasta jeriboca cerca de donde el negro Barros y el otro paso de los hombres quedaba en el sitio conocido como el limoncito desde donde Néstor Avendaño hasta donde los Pereira.
Luego del baño en las cristalinas y frías aguas del rio Manzanares, conocido como Rio Mamatoco al paso por esta localidad, viene la misa en honor a San Agatón contando con la presencia del obispo de la diócesis y los jerarcas de la iglesia en Santa Marta: pero los visitantes hacen gala de los disfraces que trajeron, sus danzas, bailes y música para ofrecerla al santo que veneran. Después de la solemne misa los disfraces y las danzas recorren el pueblo y allí aparecen, los congos, las cucambas, baile de diablos, la muerte, los bailes de indios así como los de negros, saltambiques, payasos, monos cucos, el cazador, el tigre, el león, la marimonda, el paloteo, bailes afros y en fin toda la gama que engalanaba al carnaval que asomaba con fuerza en esta tierra, siendo Mamatoco el epicentro del mismo. Además había mucho ingenio y disfraces como el del baile del trompo, como decía el que hacia el disfraz que no era bailar el trompo, sino cogerlo y al agacharse salía sus partes íntimas y quedaban al descubierto, o el que con una bacinilla, nueva claro está, pero escarchada para dar la impresión de una muy usada, llena de cerveza y con unas butifarras bollando, que daban el aspecto de orines y excrementos, por lo que muchas personas se iban en vomito al ver este ingenioso disfraz. Es de anotar que todo esto ocurría de una manera sana, no había muertes violentas y si acaso una que otra pelea pero a trompadas y de allí no se pasaba, Ha qué tiempos aquellos. Eran muchos disfraces que engalanaban las carnestolendas y festividades de San Agatón y de Mamatoco.