La soledeña Ingrid Lázaro.
La soledeña Ingrid Lázaro.
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Juan Pablo Mercado

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Arreglar la casa de los padres: la motivación de la reina de la salsa para volver por su trono

Ingrid Lázaro se está recuperando de una cirugía de meniscos de su rodilla derecha.

En un parlante colgado con pitas en una reja, se escucha con potencia la inconfundible voz de Nora Suzuki, de la Orquesta de La Luz, interpretando ‘Descarga de la Luz’, un clásico de la música. Mientras eso pasa, en esa terraza del barrio El Triunfo, de Soledad, una mujer con camisa gris de tela satinada, pantalón negro y baletas de ese mismo color está “azotando” las baldosas en la improvisada pista de baile, ante la mirada de los transeúntes que probablemente no sepan que se trata de la reina de la salsa de Barranquilla. 

Ser costeña es sinónimo de felicidad normalmente, pero la soledeña Ingrid Lázaro es otra cosa. Su sonrisa es tan grande como su talento para bailar la salsa, lo que se acredita no solo con su apodo y reconocimiento en la ciudad, sino que ha sido campeona ‘single’ (individual) en Cali, la capital colombiana de este género musical.

La sonrisa de Ingrid Lázaro.

Esa alegría es a prueba de todos los obstáculos. Ni el golpe más duro de su vida, que fue la muerte de su hermano Miguel, ni una lesión en su rodilla derecha la tiraron al piso, puesto que hoy, un año y después de ser operada de los meniscos, está trabajando arduamente para volver a las calles de Barranquilla y ponerse nuevamente la corona de reina.

Sus inicios en la salsa

Cada paso de baile que ha ejecutado Ingrid en su vida se debe principalmente a su papá, Miguel De Los Santos Lázaro Vizcaíno, un “salsómano a morir” que le enseñó a mover los pies al ritmo del timbal.

"Veía a mi papá bailar y yo sentía que yo no tenía el son ni el ton, pero mi papá me llevaba... uno, dos (dando pasos) y después yo me encerraba y me ponía a bailar, hasta que empecé a escuchar que la salsa tenía un golpe, y eso fue lo que me llevó a bailarla", recordó Ingrid, de 46 años, en conversación con Zona Cero.

La reina de la salsa tiene 46 años.

La bailarina se crió en el barrio Santa Inés, de Soledad, bajo el ritmo de la salsa gracias a su papá, que terminó venciendo el gusto por la "yuca (vallenato)" de la familia materna.

Ingrid es una de siete hermanas, visitadora médica, tecnóloga en asistencia administrativa, técnica en seguridad ocupacional y fue la más cercana en el gusto musical de su papá.

"A mi padre siempre le gustó mucho la música con timbal, todo el tiempo estaba con el timbal y yo me preguntaba por qué le gustaba eso que era tan brusco, pero después ese taca taca me empezó a emocionar y hoy puedo decir que me encanta", contó Lázaro.

El apoyo de su padre siempre estuvo, pero esta bailarina, que hoy ya tiene dos hijas (Diana y Valentina), no vivió una transición fácil cuando decidió que “tirar pase” de salsa iba a ser la forma en que se iba a ganar la vida.

Ingrid Lázaro con su vestimenta salsera.

Las voces críticas de que una mujer estuviera en estaderos y bares bailando salsa de la brava la han acompañado prácticamente toda su vida profesional, pero ella hace de oídos sordos, puesto que si no se hubiera encaminado por esta vida, no habría conseguido lo que hoy tiene.

“Para mí es un trabajo que cada persona vaya a un sitio baile y recoja dinero en las mesas. Prefiero diez veces eso a que vayan roben o maten. En la salsa yo encontré mucho porque tengo dos hijas, las cuales he sacado adelante bailando salsa, a mí no me da pena decir que yo recorría todos los estaderos de Barranquilla, Santa Marta y Cartagena bailando. Estuve en ciudades donde no pensé, bailando salsa, recogiendo mi plata mesa por mesa. Con eso mantuve a mis hijas, les di educación, colegio, casa, todo”, recuerda Ingrid, quien también viajó con la salsa al Eje Cafetero y otras ciudades del país.

Pero estos logros también se dieron por "ángeles" que se encontró en el camino, como Albert Rodríguez, quien le dio la oportunidad de “debutar” en el bailar en el estadero 'Che Che Colé' y fue quien la recomendó a Estela González, la señora de la salsa, para que la puliera en sus pasos.

"Albert le decía a Estela, mi mamita en la salsa, que me cortara lo que no me viera bien, y yo me preguntaba '¿Corta?'. Era que hicieran una limpieza... es decir, que me pulieron".

Igualmente, mencionó a Edwin Madera, de La Troja, de quien siempre recibió el apoyo que ha necesitado.

La lesión y su deseo de volver

Ingrid está en la fase final de la recuperación de una operación que recibió en la rodilla derecha, producto de un desgaste en el ligamento cruzado.

"Iba al médico, me mandaban medicamentos para desinflamar, pero no me habían definido lo grave del daño", narró la bailarina.

Pero un día que estaba haciendo una de sus presentaciones, una persona la tropezó en esa pierna derecha, por lo que el dolor se acrecentó. Terminó de bailar con una sonrisa, pero en el interior estaba a punto de llorar.

Ingrid no pudo más con el dolor, por lo que le hicieron una resonancia y vieron la realidad de su rodilla. Desde entonces, Lázaro se operó y ha tenido un proceso de recuperación extenso, en el cual aún faltan un par de terapias más.

Ingrid Lázaro es visitadora médica.

"Pero les digo a mis salseros que me estoy preparando, porque yo sé que algo bueno viene, ya puedo levantar mi rodilla y pronto voy a volver, es lo único que les puedo decir", sostuvo la reina de la salsa.

Mientras ese regreso por su corona se da, Ingrid está viviendo las mieles del amor con su esposo Mauricio, con quien lleva casada ocho años, y aprovecha el tiempo con sus hijas, además incursiona en las redes sociales con contenido de humor.

Apoyada por su hija Valentina (@Tina Humor), su amiga Reina Alvarado (@reinaalvarado) y otros conocidos lanzó su perfil en redes sociales Soy Ingrid Lázaro, con la que espera cumplir la gran meta que le resta: arreglar la casa a los padres.

Ingrid con su hija, Valentina.

"Algo que no he podido hacer, que me toca un poquito, es poder arreglar la casa de mis padres. La verdad está en mal estado... demasiado mal. No he podido lograr ese objetivo y el techo está que se cae, no hay puertas y no tienen piso, pero tengo ese propósito, pidiéndole a Dios, que lo pueda lograr", sostuvo.

La vida de Ingrid es la salsa. Su papá le marcó el camino, un walkman que le regaló le ayudó a sentir aún más la salsa en la sangre y hoy, cuando su vuelta al trono de la salsa está cerca, solo queda a los amantes de la salsa esperar para poder verla nuevamente azotando baldosas. 

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