El Museo Pushkin de Moscú presenta al público un retrato del célebre pintor francés de origen español Hyacinthe Rigaud (1659-1743), que permaneció olvidado en sus fondos durante más de 40 años.
"Es un magnífico retrato que desde 1980 estaba en nuestros archivos, identificado como obra de un autor anónimo, y tampoco se sabía quién estaba retratado", comentó a EFE Anna Sulímova, comisaria de la sala permanente de pintura francesa de los siglos XVII-XIX.
La pintura representa a un diplomático alemán, el barón Firedrich Ernst Von Knyphausen, fechado en 1715.
Las pesquisas
El lienzo, según la especialista, "estaba en muy mal estado de conservación, las capas de barniz eran irregulares, se veían las consecuencias de restauraciones anteriores, manchas de laca en la cara".
Una de las restauradoras se fijó en la obra e insistió en devolverle el lustro, ante lo que Sulímova comenzó a investigar su procedencia y autoría.
"Cuando comencé a estudiar con atención el lienzo, supuse por su estilo que su autor pudiera ser el célebre pintor Hyacinthe Rigaud, nacido en Cataluña, en la región de Perpiñán cuando todavía pertenecía a España, y así resultó ser", añade.
Este artista se convirtió en el retratista más importante de la corte de Luis XIV, por lo que se le otorgó la famosa beca Premio de Roma en la Academia Francesa.
Rigaud nació en julio de 1659, pocos meses antes de la firma del Tratado de Pirineo que puso fin a la guerra de los Treinta Años y entregó a Francia el antiguo condado de Rosellón y parte del condado de Cerdeña, pertenecientes durante casi 500 años al Reino de Aragón.
La confirmación de la autoría de la obra llegó de la mano del "Catálogo raisonné de Hyacihthe Rigaud", donde la comisaria halló una foto en blanco y negro que se correspondía totalmente al lienzo y afirmaba que su destino es desconocido.
"Nosotros, en cambio, sabíamos dónde estaba la obra, y ahora, gracias al catálogo, sabemos quién es su autor y a quien representa", sonríe Sulimova frente al retrato.
Mirada renovada al arte francés
Este hallazgo ha sido hecho público en ocasión de la reapertura de la exposición permanente de pintura francesa de los siglos XVII-XIX, que cedió durante tres años sus salas a varias muestras temporales en el museo.
Ahora, los moscovitas y visitantes de la ciudad pueden disfrutar de 90 piezas, entre lienzos, esculturas, muebles de época, tapices y otras obras de arte decorativo, en un diseño museístico que busca recrear el ambiente de la época.
"Presentamos nuevas piezas, ya que pese a ser una muestra permanente, la exposición es muy cambiante (...) incluimos obras que no habían sido presentadas antes, como la de Rigaud", explica.
La muestra se hospeda en tres salas, la primera dedicada a la pintura francesa del siglo XVII, con obras de Nicolas Poussin (1594-1665) y otros pintores estrechamente vinculados al arte italiano.
La sala está coronada por "La Anunciación" de Simon Vouet (1590-1649), encargada en su momento por el célebre cardenal Richelieu y ahora patrimonio del Pushkin.
La segunda reúne piezas rococó, con obras del maestro Francois Boucher (1703-1770), entre las que destaca la sensual "Hércules y Omphale" y la inquietante "Júpiter y Callisto", en la que el padre de los dioses toma forma de mujer para seducir a la ninfa.
El protagonismo de la tercera sala pertenece a creadores del siglo XIX como Hubert Robert (1753-1808), uno de los favoritos del filósofo francés Denis Diderot, o Antoine-Jean Gros (1771-1835), del que se presenta un retrato ecuestre del príncipe Borís Yusúpov, encargado por su padre, el príncipe Nikolái, en 1809.
La presencia rusa no falta en la pintura francesa: los diplomáticos y nobles del imperio ruso fueron fervientes coleccionistas y también sirvieron de modelos para los artistas.
Así, podemos ver el retrato de la princesa Yekaterina Golítsina firmado por Louis-Michel Van Loo (1707-1771) o del príncipe Dmitri Golitsin, del pincel de Francois-Hubert Drouais.
EFE