Joyas de 1800, creaciones en 3D, en papel, en tela; en oro, cáscara de huevo o cristal. Joyas que ahuyentan los malos espíritus, protectoras o aquellas que sirvieron de dote, "son una muestra de la cultura de moda que significa este complemento", explica la creadora Helena Rohner.
La joyera Helena Ronher es junto a Concha Herranz comisaria de la exposición 'Escultura tímida', que se inaugura este miércoles en el Museo del Traje.
Una muestra que se comenzó a gestar antes de la pandemia a partir de los fondos del Museo, piezas creadas entre 1800 y 1900 que establecen un diálogo con creaciones contemporáneas del Disseny Hub de Barcelona y del Museo de Artes Decorativas de Madrid.
Además de las pertenecientes a colecciones particulares y a 40 diseñadores de joyas, como Joaquín Berao, Chus Burés, Chelo Sastre, Andrés Gallardo, Enric Majoral, Luisa del Valle, Vicente Gracia o Suma Cruz, algunas de ellas creadas ex profeso para la exposición.
La comisaria asevera en una entrevista con EFE "que las joyas son algo más que moda, es algo atávico que tiene que ver con nuestra historia", e indica que la exposición es una manera de potenciar la industria española en este sector.
Concha Herranz incide en que el diseño tiene influencia de los íberos, los visigodos "del mundo medieval. La clave de la joyería actual está el Mayo del 68 y el modernismo a través de una reinterpretación. Esta exposición plantea ese juego. Una joya viste el cuerpo, si te la quitas nos deja desnudos; nos da fuerza, energía y seguridad".
La joyería "es un proceso artesanal similar a una creación artística, una escultura en miniatura", indica Rohner, quien afirma que la intuición ha sido la guía para concebir el diálogo entre piezas "entre las que a pesar de la época de creación no hay tanta diferencia".
A partir de ahí, las vitrinas aparecen combinando un collar ibicenco de 1800, parte de una dote con pendientes contra el mal de ojo o creaciones casa con una joyas de los 80 o de Ainoa Corres.
'Tembladera' nos lleva a las joyas del movimiento que "servían para ahuyentar a los malos espíritus", una idea muy presente en culturas como la africana o la hindú, apunta Rohner.
Pelo de mono, un collar con cáscara de huevo de Ani Flys o cascabeles forman parte de la vitrina 'Natura', "elementos que tienen una parte mística, joyas talismán para evitar males mentales" y reforzar la salud y contra los males que, entonces, se aseguraba que causaba la luna llena.
En 'Piegue' las joyas planas se doblan, se transforman y se conciben también en papel.
Piedras como el coral, de gran valor, se convierten símbolo de "buena suerte, hasta el punto que se crean piezas de coral falso en pasta de cristal o coral reciclado".
El apartado 'Vitreo' se pueden contemplar joyas con transparencias y cristal, en las que incluso hay un hueco para un mordedor infantil para calmar el nacimiento de los dientes.
Una pulsera en tela de Candela Cort y un collar de Enric Mayoral forman parte de las creaciones donde "el textil forma parte de la joya, tanto, que incluso el valor de un collar es el lazo", afirma Helena Rohner, quien señala también unos pendientes con fieltro dentro para empapar con perfume y mantener el aroma.
Muy singulares son las llamadas "joyas acumulativas" que van creciendo con el paso del tiempo con nuevos engarces hasta alcanzar proporciones descomunales en las que se encuentran espacio para guardar mondadientes e incluso hilo y tijeras.
Creaciones que tienen que ver con el divertimento, con el color y la expresión como un collar de Silvia Walz que incorpora cucharitas de las de huevos Kinder.
"El color en las piezas modernas se utiliza de una manera casi plástica mientras que en las antiguas ayudan a dar profundidad y dibujo", explica la comisaria.
En el recorrido aparecen diseños naturales elaborados con piña o más actuales a partir de los árboles caídos durante una tormenta en el Parque del Retiro de Madrid.
La exhibición concluye con una vitrina que mira hacia el futuro 'Fábula', "joyas con materiales nuevos', como el collar en 3D creado por Rohner una apuesta por las joyas biodegradables".
Un accesorio que se sitúa junto a piezas en metácrilato, a las que se les da un valor extra, y que comparten vitrina con un collar de ebonita de 1800, "una joya de luto, en un material plástico que recuerda al ébano".
"Una exposición emocional e intuitiva", concluye Helena Rohner que pretende poner en valor la joya como complemento de moda "están tan integradas en nuestras vidas que ni nos damos cuenta".
EFE