La odisea que vivió el papá de Wilmary tras su desaparición en 2023
Precisó que “el lugar donde halló a su hija es perfecto para desaparecer a alguien y que nunca lo encuentren”.
La búsqueda de Wilmary Carolina Guerra Montilla, de 32 años, terminó en una finca del municipio de Manatí, Atlántico, donde fue hallada enterrada, tras casi dos años de ser reportada como desaparecida en el municipio de Malambo.
Su padre, Wilmer Guerra, relató en detalle a Zona Cero la travesía que vivió para encontrar por su cuenta la finca en la que fue vista su hija por última vez, mientras enfrentaba riesgos personales, información confusa y la inacción de algunas autoridades.
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Wilmary desapareció el 18 de septiembre de 2023. Según su papá, una sola persona la vio abordar una buseta ese día rumbo a una finca, presuntamente en Repelón.
“Nosotros empezamos a buscar información por aquí y por allá. Puse muchas notificaciones en las redes sociales y me decían que esa finca no estaba en Repelón. Seguimos indagando con la gente y me dieron una información de que esa finca estaba entre Manatí y Sabanalarga”, señaló Wilmer.
Desde entonces, Wilmer Guerra continuó una búsqueda incesante que lo llevó a recorrer barrios peligrosos y a meterse en zonas rurales por su cuenta
“Para mí fue un trabajo largo ubicar a mi hija. En mi afán de buscar información yo me moví por todo sitio, inclusive me metí a barrios peligrosos que me recomendaron que nunca me volviera a meter, pero mi determinación de conseguir a mi hija me llevó a todo eso, afrontando cualquier peligro que se pudiera presentar. Yo vine preparado para eso”, dijo Guerra.

El 2 de febrero de 2024, Wilmer encontró la finca “Las Palmitas” donde sospechaba que había estado su hija, esto tras una información que le fue brindada por fuente humana y que le dio a las autoridades con anterioridad.
“Yo desde el momento que supe de la finca le pasé la información a la Fiscalía, no hicieron nada en ese momento, me hicieron creer que habían ido a la finca, pero yo me di cuenta que no habían ido. Viendo esa situación, yo decido trasladarme hasta Sabanalarga a buscar apoyo de la Policía, porque se suponía que la finca estaba entre ese municipio y Manatí. No me brindaron el apoyo porque no podían hacer allanamiento sin una orden y yo no quería ir solo porque pensaba que podía ser una trampa para desaparecerme”.
Añadió que se dirigió al municipio de Manatí, le planteó la misma situación a un sargento de la Estación de Policía, el cual le prestó el apoyo para buscar la finca “Las Palmitas”, predio que parecía no existir en la zona.
Juntos iniciaron un recorrido por zonas rurales, guiados por descripciones inexactas y el nombre de la finca.
“Primeramente me habían dicho que posiblemente estaba por un lado de las compuertas de Aguada de Pablo, fuimos hasta allá, preguntamos y nadie conocía algo que se llame así. Después conseguimos a una persona que nos dijo que del lado contrario de donde nosotros estábamos había un sector que le llamaban Las Palmas y que posiblemente había una finca que se llamaba Las Palmitas, que teníamos que devolvernos y en la primera trocha cruzar a la izquierda y ahí seguir derecho, le dimos trocha adentro y más adelante conseguimos unos señores en unos caballos, se les preguntó por la finca y señalaron que teníamos que seguir derecho y en la primera trocha cruzar a la izquierda, que al final de esa trocha volviéramos a cruzar a la derecha hasta ver una casa azul, que esa era la finca”, detalló.
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Aseguró que iban monte adentro, que inclusive la camioneta en la que se movilizaban había momentos que casi no podía pasar de la misma vegetación.

Wilmer recordó en ese momento estas palabras: “sargento este es el sitio propicio para desaparecer a una persona y que no la encuentren nunca”.
“Seguimos por varios minutos hasta que vimos desde lejos la casa azul. Me dio ansiedad porque por fin habíamos encontrado algo. Entramos a la finca, saqué mi celular y empecé a comparar el entorno con un video que su hija había grabado. Vi coincidencias exactas como árboles, ángulos, y un tronco seco partido en dos, que aparecía en el fondo del video. Cuando vi el tronco, supe que era el lugar. Ese tronco era la prueba. Yo le dije al oficial: ‘Desde aquí fue que mi hija grabó’,” relató.
Ese mismo día, entregó las pruebas a la Fiscalía, de la cual esperó una rápida intervención, pero se encontró “con una demora inexplicable".
Un mes después, las autoridades apenas regresaron al sitio a tomar coordenadas y fotografías, sin ejecutar el allanamiento que se debieron hacer, debido a la importancia del caso.
Finalmente, después de 20 meses de búsqueda, Wilmer Guerra logró lo que parecía imposible: encontrar el lugar donde sospechaba que estaba su hija.