Habla por primera vez única sobreviviente del Sprint que cayó en el cráter del puente de la 30
Los otros cuatro murieron. "Mientras gritaba que me rescataran, le pedía a Dios que no me dejara morir por mis dos niñas"
Brenda De las Salas Jiménez es un milagro de Dios. Es la única sobreviviente del vehículo Chevrolet Sprint rojo que cayó en el cráter que se formó en el terraplén del puente de la calle 30, el 31 de mayo de este año.
Una tragedia que le costó la vida a cuatro personas, todas iban en el mismo vehículo que los transportaba desde Soledad 2000. En el caso de ella, iba a su trabajo en un depósito en el mercado de Barranquillita.
"El señor siempre me recogía, íbamos los dos. Pero ese día pasó más temprano, a las 2:40 a.m., porque debía recoger a otros clientes. En la entrada de Soledad 2000 ya íbamos llenos y a una velocidad altica. Las calles estaban mojadas porque había llovido, cuando nos montamos en el puente no había iluminación, yo iba hablando con el señor que estaba a mi lado y chateando con una compañera de trabajo. Sentí como un golpe y no me acuerdo más", contó Brenda a Zona Cero.
La mujer de 35 años duró varios minutos desmayada, y cuando despertó "estaba debajo, no entendía qué había pasado".
A pesar de su intento de moverse para salir del carro, la pierna derecha no le respondía, al igual que su brazo derecho.
"Todo me daba vuelta, tenía mucho dolor de cabeza. Me toqué la cabeza, estaba sangrando, tenía el párpado caído, pedazos de vidrio incrustados en el cuerpo y tenía las piernas dobladas, sin poder moverlas", narró.
La angustia invadió a Brenda, que gritaba pidiendo ayuda. A la distancia vio al copiloto del automóvil, envuelto en sangre y arrastrándose por el barro pues el cráter que se abrió se estaba inundando.
"Alcancé a ver al señor que iba adelante, lo identifiqué porque llevaba una camiseta roja, iba arrastrándose en el piso pidiendo ayuda. Yo no sabía que había salido vivo de ahí, pero después falleció. Pude ver el cuerpo de las personas (que estaban sentadas junto a ella en la parte trasera) boca abajo, pero no veía sus cabezas. Yo estaba encima de ellos", narró la única sobreviviente del Sprint.
"En ese momento miré hacia arriba y vi a un policía con tres personas que estaban arriba. Un señor se tiró y solo me decía cálmate, ora mucho, pídele mucho a Dios. Yo empecé a orar y empecé a llorar, pues empecé a decir, Diosito, sácame de aquí, no me dejes morir. Tengo dos niñas pequeñas (de cuatro años y año y medio) que necesitan de mí".
Según le cuentan a Brenda, estuvo 45 minutos esperando que la sacaran. Gritó hasta quedarse sin voz, sobre todo porque el agua estaba inundando el carro, hasta que entre ocho y nueve personas, entre socorristas y buenos samaritanos, la pudieron sacar.
"Me sacaron en una camilla, me pusieron el cuello ortopédico y ahí fue cuando vi la pierna, que se me movía por todos lados. Tenía el fémur fracturado en dos partes. Así me llevaron a la Clínica Campbell", explicó.
En la Campbell llamaron a su esposo Mauricio, quien llegó a las 5 de la mañana, cuando empezaron todas las intervenciones necesarias.
"Me metieron a operación, que duraron muchas horas, no sé cuántas. Cuando desperté ya estaba en recuperación, tenía un fijador en la pierna para que el hueso me pegara. Actualmente tengo un clavo intramedular", afirmó.
Su paso por la clínica fue una pesadilla, más allá de que recibió el apoyo de sus amigos y familiares. Sobre todo por una segunda operación que le hicieron para quitarle el fijador, ya que la anestesia no le hizo efecto.
"Fueron cinco horas donde yo sentí todo, grité, estaba muy nerviosa, fue horrible, sentí cuando me cosían, cuando me martillaban", comentó Brenda, quien increíblemente, después de esta intervención, fue dada de alta, a pesar de que "estaba afectada por la anestesia, vomitando e imaginando cosas".
Brenda De las Salas vivió una pesadilla, pero “todo esto me ha servido para agradecer, porque tengo más días para estar con mis hijas, con mi esposo, mi familia y mis amigos. Porque hoy estoy contando mi historia”.