El Presidente Gustavo Petro.
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Verdad, distorsión, polémica e incertidumbre en el lenguaje del gobierno de Petro

Palabras, palabras, palabras…

Por Adalberto Bolaño Sandoval

Cuando se lee sobre las palabras más recurrentes utilizadas por los presidentes más recientes de Colombia en sus discursos de posesión, entre ellos, Juan Manuel Santos, Iván Duque y Gustavo Petro, a excepción del de Álvaro Uribe, la palabra con mayor asiduidad es “Colombia”, en tanto que “paz” está en el top 10 de todos, excepto en el de Duque. 

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Los anteriores datos, tomados del texto “Comparación de los discursos de posesión presidencial en Colombia: Uribe, Santos, Duque y Petro”, de los estudiantes de Estadística de la Universidad Nacional Isabella Agudelo y Kevin Leal, y el profesor Juan Sosa, nos ofrecen una guía ejemplar de las palabras clave de estos dirigentes en el resto de sus gobiernos, aunque no se cumplieran completamente.  Para Uribe fueron “seguridad”, “crecimiento” y “democracia”, pensando con una visión pragmática; Santos, en tanto, propuso términos como “desarrollo”, “justicia” y lo “social”. Duque se fundamentó en “construir”, “legalidad” y “equidad”, así como con la Economía Naranja, que, en realidad, era emprendimiento (oportunidades en lo social, cultural y económico). Por su parte, el excanciller Álvaro Leyva consideró que el discurso de Petro se distingue con palabras importantes como “vida”, “humanidad” y “economía”, así como igualdad, libertad, fraternidad, justicia social y paz integral. 

El Presidente Gustavo Petro.

Detrás, en el análisis del discurso de Duque se esconden eufemismos:  pacto nacional, entendido como pactos de élites o “conversaciones entre caballeros”, que podría indicar acuerdos, pero cuyo fondo se presenta con la palabra “componenda”. Asimismo, “estabilización” consiste, en realidad, en (no) hablar (ni hacer nada) del “posconflicto”. En tanto, para “legalidad” esta representa seguridad y justicia, y, para el propio gobierno, sinónimo de paz. Y como una máxima exageración del simulacro y la dualidad, el gobierno duquista, se propuso el término “personas en condición de vulnerabilidad” en vez de víctimas. Esa misma dualidad lingüística representó no solo no entenderlas y ampararlas, sino que no hizo nada por ellas. 

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Con ello, se demuestra cómo se pone en juego, a través del análisis del discurso, las diferentes modalidades manipulatorias y de incumplimiento que manifiestan los dirigentes de cualquier país, pues este no es un fenómeno solo colombiano. Como se puede colegir, existe en estos modos pleonásticos, superfluos, innecesarios de exponer y manejar la información con sutileza, que detrás se esconde una perseverante manipulación del lenguaje y de las ideas. Ello se puede resaltar mucho más en que, mientras que en los discursos de Santos y de Duque la tercera palabra más frecuente es “colombianos”, en el de Petro se destaca la palabra “colombianas”, marcando una diferencia en lo que respecta a inclusión. Últimamente, el lenguaje más usado para Petro ha sido: “acuerdo nacional”, “cambio”, “constituyente”, “día cívico”, “golpe blando”, “paz total”, “perdón social”, “primera línea” y “privilegio”, pero también HP, hipocresía y, en su contra, la palabra drogadicción, como contra la del ministro del Interior, cuyas implicaciones han rozado la censura de funcionarios y personajes públicos, para que se revisen esos casos, y, si es del caso, abandonen sus cargos. 

Élites simbólicas, medios de comunicación y manipulación 

Con estas palabras destacadas estamos hablando del discurso, entendido como una comunicación oral y pública, que busca informar, entretener o persuadir. Cuando las palabras pierden su referencia y sus contextos, para el escucha, el lector o para la teleaudiencia, estas pueden no significar nada. Solo apariencias, solo simple alocución, pero recordemos que para el estudioso lingüista neerlandés Teun van Dijk, “con el discurso expresamos y comunicamos estados mentales como, por ejemplo, conocimientos, opiniones y emociones, lo que requiere del análisis más profundo de la psicología cognitiva y social… La prensa, la televisión e internet aportan noticias y ´media messages´ que se estudian como formas de comunicación de masas”.

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El discurso de y en los medios masivos representa, por su uso en la sociedad, una expresión del “poder social”. Por tanto, estos medios, que manejan los discursos, representan y afianzan una forma de poder, una forma de “control”, y, de igual manera, de manipulación. Para van Dijk “este control tiene dos formas: el control de las ´mentes´ y el control de las acciones”, tras los cuales los discursos periodísticos, académicos (y cualquier otro), como los de las de élites políticas, convertidas en élites simbólicas, de modo general, pueden ser legítimas, al representar la institucionalidad, en concordancia con su manejo transparente. Pero cuando no es así, este conduce, y puede caer, en el abuso de poder y en la manipulación, que pueden repercutir en los medios.

Teun van Dijk.

Puede convertirse ello mucho más cuando en mentes controladas, en términos de van Dijk, cuando “las élites simbólicas también tienen más control —indirecto— de la mente del público (de modo que) las formas de poder social legítimas no son ejercidas por fuerza directa, sino indirectamente mediante el texto y el habla. Por tanto, aquellos grupos sociales que tienen el control o el acceso preferente al discurso dominante, por lo general, también tienen más poder, como es precisamente el caso de las élites simbólicas”. Sinteticemos: a este respecto, mediante las palabras y la gran cantidad de símbolos, estos pueden ejercer manipulación, de manera que se efectúa, generalmente inconsciente y subconsciente, y, algunas, abiertamente, el control político y social, pero también los cuestionamientos para aquellos que controviertan el “statu quo”, como el caso de Petro. 

Por ello, cada vez que se presenta una propuesta gobiernista, esta es descalificada como “polémica”, que genera “incertidumbre”, o es “contradictoria”. Detrás cunden los intereses.

Los medios y el cuestionamiento a los “oficialistas”

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Sobre esta temática, José Natanson analiza que, ante los avances del mundo, en los medios de comunicación, han surgido tres crisis: una, tecnológica, ante la aparición de nuevos métodos e instrumentos comunicacionales e informacionales (tablets, internet, twitter, etc), afectando la forma de percibir las noticias. Dos, el auge de la crisis económica mundial, con su consiguiente crisis social, histórica, familiar e individual. Y la tercera, para Natanson, la “crisis es también ideológica, pues el ascenso de líderes de izquierda al gobierno de varios países de la región generó tensiones inéditas en la relación con los medios de comunicación, que se explican tanto por conflictos de intereses como por la voluntad de estos gobiernos de regular (y en algunos casos controlar) a la prensa”. 

Pero, ¿qué pasa cuando es al revés, es decir, cuando los medios de comunicación son los que cuestionan a los gobiernos de izquierda de Colombia o Chile, incomodándolos, haciendo pasar cada una de sus propuestas con términos como “polémico”, o “incierto”, o “crítico”, o “cuestionado”, y, con ello, hacen eco a los cuestionamientos de la oposición, cuando un líder o presidente de izquierda sube al poder? ¿Cómo son presentadas las noticias que surgen de ese mismo gobierno? 

En un estudio denominado “Petro vs. la prensa: ¿quién tiene la verdad en Colombia?”, de Jonnathan Romero Huertas, de la revista “100 días”, luego de analizar varias noticias aparecidas en cuatro periódicos colombianos, y de dar los pros y contras de la libertad de prensa que achacan a Petro, así como de la defensa de la FLIP (Fundación para la Libertad de Prensa), el analista concluye, el estudioso concluye:

“La tensión entre el presidente y los medios de comunicación no solo se refiere a la libertad de prensa, sino también a la lucha por la definición de la verdad en el espacio público. Ambos lados se presentan como defensores de la verdad y acusan al otro de distorsionarla para promover su propia agenda. Esta pugna por la verdad es fundamental para la democracia, ya que, en países polarizados como Colombia, es cada vez más importante tener espacios de información, donde la ciudadanía se pueda informar de la manera más objetiva posible, siempre teniendo en cuenta que “la verdad” es en sí misma subjetiva, especialmente en política”.

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Quisiera prestar atención a varios términos de la cita que he extractado: “definición de la verdad en el espacio público”, “informar de la manera más objetiva posible” y tener “en cuenta que “la verdad” es en sí misma subjetiva, especialmente en política”. ¿A dónde apuntan? ¿Existe esta búsqueda de la “verdad” en los medios? ¿Qué tanta objetividad existe realmente? ¿Se corresponde con lo que dicen la oposición en cantidad y calidad? ¿Se verifica verdaderamente lo que informan? ¿Dejan hablar más a la oposición y a los “expertos” que a los “oficialistas”?

Los ecos de la oposición, “segundo” gobierno, polarización y manipulación

En este gobierno, todos los representantes de cualquier ala opositora, tanto en lo económico, como en lo político o lo social, o lo ético o lo moral, se han vuelto cada vez más “expertos”. Pero no se puede negar la experticia de esos muchos profesionales consultados por los medios de comunicación, lo que resulta inconcebible es la cantidad de personas entrevistadas que hablan negativamente del gobierno Petro.

 Y uno de estos desenfoques ha sido la exageración exaltativa que se le ha dado a la presentación y posterior negativa de los diferentes proyectos y propuestas del gobierno de Petro. Todos a una, pareciera que el enfoque, presentación y negación que le han dado las diferentes comisiones y congresistas a tales proyectos desacreditados y negados, parecieran ser celebratorios, en tanto que los medios amplifican estas decisiones como una gran “verdad”. No existe allí un análisis fundamentado sobre las consecuencias e impacto social que puedan tener las negativas del Congreso. 

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Lo evidente es que se le ha dado a la oposición el estatuto de “segundo” gobierno, que niega todo aquello que se presente a favor de los beneficios de la gran mayoría. ¿Cómo manifiestan los medios estos eventos de choque entre gobierno y oposición? Sobre ello, indica Teun van Dijk en su libro “Discurso y poder. Contribuciones a los estudios críticos del discurso”: “Una vez que las elites simbólicas controlan los contextos de los eventos comunicativos, éstas necesitan controlar las estructuras y estrategias precisas del texto y el habla para ser capaces de dirigir, más indirectamente, las mentes de las personas”. 

Para la gran mayoría, según recoge la prensa, el gobierno está manejando mal al país. Que está desmoronando. Se muestra contradictorio, sin norte. Está lleno de escándalos, de funcionarios que se contradicen entre sí, mientras los congresistas en oposición representan las grandes luces. Se hace, no obstante, a ojos de una observación incisiva, el manejo evidente y en contra de la llamada “oposición” que su constante es la consciente desacreditación del otro. Negar y disminuir al otro. Trabar al gobierno izquierdista es el objetivo. Y también polarizar. No solo proviene del gobierno, sino, de manera más implacable, por la “oposición”.

Al respecto, Alejandro Carvajal Pardo, en su comentario sobre el texto de van Dijk clarifica: “La estrategia más tradicional y efectiva de manipulación y persuasión es manufacturar representaciones mentales de “nosotros” como “buenos” y de “ellos” o los “otros” como malos; esta polarización fundamental entre los que están dentro y fuera del grupo organiza las principales ideologías que subyacen a las representaciones sociales”.

Consejo de Ministros.

Así como los medios se pusieron del lado de la FLIP en sus críticas contra Petro por atacar la libertad de prensa y no dar credibilidad a la “verdad” que expresan ellos, van Dijk cita un caso en el Reino Unido: “Las negaciones no siempre son explícitas. Hay muchas maneras de expresar duda, distancia o desaprobación en relación con los dichos y acusaciones de otros. Cuando, en 1985, la Comisión oficial para la igualdad racial (CRE) publicó un informe sobre la discriminación en el Reino Unido, no hubo una manera creíble de negar por completo los hechos”, pues la prensa sesgó el informe. 

Como puede observarse, existen manejos bajo otros mecanismos que crean “descreimiento” en los receptores, como, por ejemplo, el uso de demasiadas comillas por los “expertos”, el empleo de la palabra “supuesto” o “presunto” o “sostiene”, que sugieren dudas de las implicaciones que se hacen a los miembros “oficialistas” del gobierno. Dos ejemplos: “Declaran un presunto fraude en el gobierno de…”. O: “Sostiene el funcionario oficialista que hizo una buena propuesta”. Para van Dijk son artimañas lingüísticas en las que se busca que “la manera de transmitir las negaciones es expresando duda o distancia”, de modo que “las comillas también connotan la idea de «acusación infundada»”.

Existen varias técnicas de manipulación de noticias para van Dijk: la mitigación, o sea, “descenso del tono, el uso de eufemismos y otros circunloquios que minimizan el acto mismo o la responsabilidad del acusado”. Otro ejemplo: ante el juicio por pagar a testigos por parte del expresidente Uribe, la noticia se ha disminuido a su más mínima expresión, “porque es necesario no esconder lo evidente”. Y aun así, se busca crear la incertidumbre o la duda frente a los testigos del senador Iván Cepeda. Otro ejemplo: se pone en duda el papel de Petro en el M-19, o se le incrimina, en palabras del excanciller Leyva, de drogadicto, o, por parte de columnistas de alcohólico o loco. Se hace de la duda la “verdad”.

Otra forma de manipulación es presentar noticias que se revelan “alarmantes”, como los problemas de los medicamentos, o en cuanto a seguridad, mediante el “desmembramiento” del país por parte de la delincuencia, la guerrilla o los “nuevos” paramilitares. Lo que se articula allí es un cuestionamiento-noticia, mediatizado por un lenguaje de presentación editorial. En ambos casos, a pesar de presentar una “noticia” con una estructura argumentativa completa, solo uno o dos párrafos contienen una relación con el título, y cuyo contenido repite lo que se reprodujo noticiosamente durante la semana. 

Asimismo, con relación a las crisis por medicamentos, que se revelaba cada día como un evento “nacional”, en realidad solo sucedía en una región o una zona pequeña del país, a causa de un manejo manipulatorio de una sola entidad farmacéutica nacional, Audifarma. Pero luego del segundo consejo de ministros, se supo que, extraoficialmente, se quería agrandar y extrapolar esa situación para dar cuenta de las fallas “nacionales” del “sistema” de salud. Finalmente, cuando ya se hicieron los giros respectivos y ponerse al día, Audifarma, sin previo aviso y por decisión unilateral, cerró el convenio de servicios ese mismo día, dejando, ahora sí, a todo el país, sin medicamentos en las respectivas sucursales.

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Otra técnica de manipulación es una especie de autoglorificación de muchos congresistas, quienes se rasgan las vestiduras y se convierten en “padres” de la autonomía, la libertad de pensamiento, la tolerancia y la justicia, pero que, como se sabe, la mitad del Congreso no cumple con dichos requisitos, pues, como se sabe, guardan una retórica de objetivos espurios ya que son representantes y adalides proteccionistas de la libre empresa. Y es, precisamente, por ello, que han negado las reformas de la salud, la laboral y se le atravesaron a la pensional. En cuanto a la laboral, los miembros de la comisión séptima que negó el estudio de esta, sostuvieron  que no traía “cambios económicos” para los trabajadores, pero, en su fuero interior, fue negada por afectar  la “productividad” y balances benéficos de las empresas e industrias. 

A este respecto, pero para casos de racismo, aunque aquí es válido para estas nuevas propuestas legislativas hundidas por la oposición, van Dijk indica: “La presentación positiva de tal legislación y de los partidos o los grupos que la promueven, también incluye movimientos argumentativos estratégicos como el altruismo aparente («Lo hacemos por su propio bien»)”. Racismo o empresas, aquí interesa a quién beneficia, pero en el fondo, se trata de “otras jugadas que ponen énfasis en la idea de que el orador o su partido tiene presente el interés nacional”. Pero lo que se quiere, termina por decir van Dijk, es “manipular los modelos mentales de los ciudadanos que no tienen los recursos para resistirlos o para construir modelos alternativos es una forma importante de abuso de poder”.

Conclusiones

¿Qué queda de este panorama gris entre las gentes? ¿Cómo reaccionan a las críticas de la oposición? ¿Cómo o qué reflexionan al ver las informaciones envueltas en una proliferación lingüística de diversos matices de maniobrar? Al repetir constantemente las noticias a través de mentiras, según es popular, estas quedan.  Y es allí donde sí pueden aplicarse las palabras que le emplean al presidente Petro contra sus propuestas: se crea la incertidumbre cognitiva entre los habitantes del país; se crean polémicas y confusiones. De igual manera, abren puertas, de alguna manera, a los influjos y abusos del poder ideológico, de modo que el dominio del discurso, en este caso, a través de las noticias, se convierte en una persuasión eficiente de las personas para formar en sus mentes modelos de comprensión impuestos y tergiversados. 

Van Dijk concluye sobre lo anterior: “Para inocular una ideología […] las elites simbólicas necesitan involucrarse en una manipulación ideológica masiva, por ejemplo, en discursos y campañas políticas repetidos, historias en los medios, lecciones en los libros de texto, etc.”.  Pero con lo que no cuentan es que la gente, en su gran mayoría, o mejor, muy buena parte, son escépticas, con visiones humorísticas, desdeñosas, burlescas, sobre el proceder de los aparatos legislativos, de esos congresistas y de todos esos funcionarios, que ya no son políticos, sino, cada vez más, politiqueros. 

Pero, lamentablemente, para elecciones, muchos tienen listos el bolsillo para vender el voto y después se transforman en críticos jocosos, para, nuevamente, retornar a las siguientes elecciones con el mismo error.

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