Soledad, el municipio con mayor incidencia de tornados en el Atlántico
El más reciente ocurrió el pasado sábado 30 de agosto.
El fin de semana anterior el municipio de Soledad vivió momentos de angustia y tensión a causa de unos fuertes vientos que destecharon más de 900 viviendas en 10 barrios y 900 familias resultaron afectadas.
En redes sociales se difundieron impresionantes videos de la fuerza del fenómeno natural y muchos empezaron a comentar que lo ocurrido había sido un vendaval, pero otros en cambio aseguraban que había sido un tornado.
Ante el debate, Zona Cero se dio a la tarea de indagar qué tipo de fenómeno se dio en el municipio y qué lo originó.
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Para empezar, no todo el municipio se vio afectado. Por ejemplo, en zonas como Costa Hermosa, Hipódromo, Ciudad del Puerto, Las Gaviotas, Urbanización El Parque o La Arboleda ni siquiera hubo lluvia ni vientos fuertes.
En cambio, el panorama fue diferentes en barrios como Nuevo Milenio, Villa Estadio, Nuevo Horizonte, Los Cedros, Ciudadela Metropolitana, Los Cusules, Altos de la Metro, donde los vientos arrancaron láminas de eternit de muchas viviendas y hubo un fuerte aguacero, que aunque duró algunos minutos, fue intenso.
Todo ocurrió alrededor del mediodía del sábado 30 de agosto posterior a un intenso calor y sensación de humedad que se sintió en horas de la mañana.

Diferencia entre tornado, vendaval y tromba marina
Para poder entender lo ocurrido el sábado anterior es necesario que se tenga claro el concepto de estos tres fenómenos naturales.
El tornado consiste en una columna de aire giratoria que se extiende desde una nube de tormenta (generalmente un cumulonimbo) hasta el suelo. Es decir, hay un cono giratorio que viene desde las nubes.
El vendaval, en cambio, son vientos sostenidos, pero con la diferencia que no tiene la característica de rotación o giratorio desde las nubes como sí lo es un tornado.
Por su parte, la tromba marina es similar a un tornado, pero con la diferencia que se forma en un cuerpo de agua como el mar, lagos, ríos, ciénagas, etc.
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“Los tornados tienen un embudo”
Juan Carlos Ortiz, profesor investigador del departamento de Física de la Universidad del Norte, con maestría y doctorado en Ciencias del Mar y dedicado a la investigación de eventos involucrados en la atmósfera y el océano Atlántico, señaló que lleva más de 10 años estudiando estos fenómenos naturales en el departamento del Atlántico.
Fue enfático en señalar que lo ocurrido el pasado 30 de agosto en el municipio de Soledad fue realmente un tornado y no un vendaval.
“Los vientos que producen un vendaval son vientos horizontales, son cortantes. Al ver los videos yo puedo discernir que eso no se trató de un vendaval sino de un tornado, porque vimos que algunas tejas se elevaban de forma vertical, es decir, incluso en algunas imágenes se ve el embudo del tornado”, precisó.
Expresó que “hay que entender que los tornados que nosotros vemos aquí en esta área geográfica no son los tornados que se producen en los Estados Unidos”.
Explicó que estos fenómenos en ese país “son super tornados, allá las condiciones meteorológicas se dan por otras situaciones”.
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Reiteró que en lo que pasó en Soledad, de acuerdo a los videos que ha observado, “se ve el embudo y cuando ya lo tienes inmediatamente se puede asociar a los tornados. En cambio, los vendavales normalmente son un viento fuerte que produce su efecto horizontal al suelo, pero el tornado, efectivamente, el material lo trata de elevar hacia arriba de forma vertical”.
Sus investigaciones y las publicaciones de artículos, con relación a estos fenómenos, lo hacen un experto en la materia.
“Llevamos trabajando en el tema de los eventos de esta naturaleza en el área de Soledad y otras zonas aledañas por más de diez años más exactamente, cuando se presentó aquel tornado en el año 2006, el 15 de septiembre, que no fue en Soledad sino que tocó el área de Barranquilla. Fue un tornado bastante grande no había registro hasta ese momento que un fenómeno de esa magnitud se hubiera presentado en la ciudad”, dijo el docente investigador en entrevista con Zona Cero.
Indicó que “a partir de ese momento hemos tomado el tema de investigación dentro del grupo de investigación con algunos profesores y hemos desarrollado algunos artículos y publicaciones. Las primeras cosas que hicimos o que tratamos de hacer fue caracterizar los eventos".
Es decir, "en qué momento del año se dan de manera más frecuente, en qué hora del día se dan y en segundo lugar se puede tratar de mirar las condiciones meteorológicas en la zona en esos momentos, aunque hay inconvenientes, como que estos fenómenos relativamente muy cortos, entonces habría que tener un equipo de medición que pudiera estar ahí en el lugar para poder tener datos más precisos”.
Con datos preexistentes de satélites y reconstrucción de la historia de los famosos tornados en Soledad y en Barranquilla, lograron determinar algunos datos o incidencias que originan estos fenómenos.
Detalló que el caso ocurrido en el noroccidente de Barranquilla, en 2006, fue una situación atípica, pero la zona donde más se producen es en el sector de Soledad.
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Explicó que para esta época del año, agosto, septiembre, octubre y noviembre, las condiciones de lluvias y atmosférica aumentan de probabilidad, y por consiguiente sube la posibilidad de que se generen tornados.
“Hay algo que se llama el monzón americano, una banda de baja presión en la que determina la cantidad de lluvia que cae en el país y para esta fecha precisamente se coloca muy cerca de nosotros, pero adicionalmente tenemos muy altas temperaturas y hay un choque entre el aire caliente y el frío”, reveló.
Asimismo, “logramos comprobar que el aire cálido proveniente de las altas temperaturas que se dan en la zona, en la región, tienen un impacto con las masas de aire que son húmedas, que son un poco más frías y que traen estas nubes de precipitación que provienen del monzón americano".
Manifestó que "adicionalmente a eso, también estamos en la época del tránsito de las llamadas ondas tropicales, que también entran a contribuir a que si tenemos altas temperaturas en la ciudad lo que va a ocurrir es que las masas de aire caliente van a chocar con estas masas de aire frío y ahí esencialmente es donde se comienza a cocinar el fenómeno”.
¿Fue un tornado F1 el ocurrido en Soledad?
Los tornados están clasificados en categorías que van desde el F1 hasta el F5, de acuerdo al potencial de destrucción y la velocidad de sus vientos.
Con referencia al ocurrido el fin de semana anterior en Soledad, el docente investigador señaló que “esa escala está diseñada para los tornados que ocurren en los Estados Unidos debido a las llamadas superceldas. Lo que pasa es que allá baja mucho aire frío del Polo Norte que se encuentra con el aire cálido del Golfo de México”.
Además, “con base a los daños producidos por ese tipo de tornados, se creó esta escala”, pero indicó que para determinar en qué escala estuvo el ocurrido en Soledad habría que tener equipos tecnológicos en terreno que pudiera determinar velocidad del viento y otras características para establecer la potencia del fenómeno natural.

¿Por qué se registran estos fenómenos con más frecuencia en Soledad?
Un estudio realizado y publicado en MDPI, una editorial de revistas científicas de acceso abierto, el 29 de abril del 2025, sugiere que la modificación de la morfología urbana y la falta de vegetación inciden en variaciones microclimáticas que causan que haya más calor en ciertas zonas del municipio y que cuando llega una masa de aire frío choca con esas temperaturas, que pueden generar los mencionados tornados.
El estudio revisó las zonas urbanas del municipio donde mayores incidencias han tenido estos fenómenos en dos periodos diferentes, en 2001 y 2019, y 2020 y 2024.
“Este estudio destaca la influencia de la morfología urbana, la vegetación y las condiciones atmosféricas en las variaciones microclimáticas, en particular en lo que respecta a los fenómenos meteorológicos extremos”, dice el estudio.
El mencionado estudio también dijo “las zonas con tejido urbano compacto y vegetación baja presentan temperaturas más altas y velocidades del viento más bajas, mientras que con mayor densidad de vegetación, se benefician de los efectos de enfriamiento y una mejor circulación del aire".
También concluyó que “las anomalías negativas de presión atmosférica observadas, especialmente en la estación ECS, sugieren un entorno microclimático propicio para una intensa actividad convectiva, que puede influir en la dinámica local de las tormentas”.

En estos hallazgos, el mismo estudio sugirió que “la planificación urbana debe priorizar estrategias que mejoren el confort térmico y reduzcan el calentamiento localizado. El aumento de la cobertura vegetal, especialmente en zonas de alta densidad, puede mitigar las temperaturas extremas mediante el sombreado y la evapotranspiración".
También recomendó que “optimizar la distribución de las calles y la configuración de los edificios para mejorar el flujo de aire y disipar el calor de forma más eficiente también es esencial. Además, la integración de superficies permeables puede reducir las temperaturas superficiales y mejorar la retención de agua, mitigando el estrés térmico urbano”.
De igual manera, invitó a que “se debe ampliar el monitoreo meteorológico en tiempo real para proporcionar mejores sistemas de alerta temprana ante fenómenos meteorológicos extremos, especialmente en zonas propensas a fuertes vientos y actividad convectiva”.
Este estudio fue realizado por los investigadores Raúl Pérez Arévalo, Juan E. Jiménez Caldera, José Luis Serrano Montes, Jesús Rodrigo Comino, Juan C. Ortiz, y Andrés Caballero Calvo.
Los mencionados académicos hacen de un grupo interdisciplinario y representan a la Facultad de Arquitectura de la Universidad del Atlántico, a la Facultad de Ingeniería Ambiental de la Universidad de Córdoba, en Montería; Departamento de Geografía Humana de la Facultad de Filosofía y Letras y el Departamento de Análisis Geográfico Regional y Geografía Física de la Universidad de Granada (España), el Instituto Andaluz de Investigación en Ciencia de Datos e Inteligencia Computacional de esa misma universidad europea; y el Departamento de Física y Geociencias de la Universidad del Norte, en Barranquilla.