Nerys Hernández
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Zona Cero

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"Si hoy me dicen que escoja entre el dinero del Banco de la República y el cuerpo de mi hijo, prefiero lo último"

El testimonio a Zona Cero de Nerys Hernández, una madre oriunda de Luruaco, cuyo hijo es una de las víctimas de falsos positivos en Cesar, pero aún sus restos no los encuentra.

Albeiro Flórez Hernández era el mayor de los cuatro hijos de doña Nerys Hernández, una mujer ama de casa oriunda de Luruaco, Atlántico, que perdió a su hijo en 2003, pero que aún no recibe los restos mortales para darle cristiana sepultura.

Ya el joven va a cumplir 22 años de haber sido asesinado por el Ejército y 18 años su mamá de haber conocido de su muerte, pero hoy cuando las fuerzas parecen no alcanzarle a doña Nerys, después de haber indagado con los 12 militares que en Valledupar comparecen ante la JEP, sentencia: "Si hoy me dicen que escoja entre el dinero del Banco de la República y el cuerpo de mi hijo, prefiero lo último".

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Es decir, Albeiro fue asesinado cinco años antes de que estallara en el país el escándalo de los 'falsos positivos' con la desaparición y posterior asesinato de 19 jóvenes del municipio de Soacha y de Ciudad Bolívar, en el sur de Bogotá, 

La historia

Después de haber terminado el bachillerato y prestar el servicio militar, Albeiro comenzó a engrosar las filas de desempleo en su tierra natal.

"Por la falta de trabajo porque no había dónde laborar allá (Luruaco)", el joven de apenas 21 años, con otros cinco amigos, salieron a buscar trabajo al departamento del Cesar.

Albeiro "era un pela'o al que le gustaba el arte, dibujar, pintar. En el pueblo estuvo en proyectos de la Casa de la Cultura, en un grupo de la iglesia en Semana Santa, él participaba, le gustaba todo lo que era de cultura”, pero no conseguía un empleo que le permitiera ayudar a su humilde familia. Su padre trabajaba en el campo y su mamá, ama de casa.

Fue el único de los cuatro hijos de doña Nerys en prestar "el bendito servicio militar", enfatiza la adolorida madre pues fueron soldados, como él lo había sido, quienes le quitaron la vida y lo desaparecieron.

Albeiro salió del Ejército "con su libreta militar excelente" a buscar trabajo, pero nada que lo conseguía.

Nerys Hernández

Recordó la madre que su hijo mayor "quería trabajar de vigilante", pero ella nunca tuvo los recursos para costearle el curso que le exigían. Doña Nerys evoca esa época en la que "tenía la mano mala" y que no tenía dinero para apoyar a Albeiro en ese deseo de dedicarse a la vigilancia.

Albeiro salió de Luruaco el 10 de agosto de 2003 para el Cesar acompañado de cinco amigos, también luruaqueros. A los pocos días, cuatro de los muchachos regresaron, pero ellos nunca dieron razones del por qué se habían separado su hijo y otro amigo identificado como Édgar Beltrán Hurtado.

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Al momento de separarse, Albeiro y Édgar estaban en Pueblo Bello, en el norte del Cesar.

Después de que los otros cuatro sobrevivientes llegaron a Luruaco, doña Nerys y la madre del otro amigo que no apareció, emprendieron la búsqueda por Medicina Legal en Cesar, por cementerios de Valledupar, pero no llegaron a Pueblo Bello, por temor.

La búsqueda fue infructuosa, pero nunca cesó en su propósito hasta que el 15 de agosto de 2007 conoció de la muerte de su hijo.

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Se revelaba en la prensa nacional con pelos y señales la identificación de un joven supuesto guerrillero “muerto en combate en el Cesar el 15 de agosto de 2003”. Era una extraña coincidencia para doña Nery que retomó de inmediato la búsqueda de su hijo.

El mayor de los hijos de la mujer oriunda de Luruaco fue identificado por los medios de comunicación con su nombre, sus dos apellidos y el lugar de nacimiento.

Para ella no cabía duda de que se trataba de su hijo, aunque no podía entender la explicación del Ejército que lo señalaba como un “líder de la guerrilla”. “¿Quién puede hacerse jefe guerrillero en cinco días?” se preguntó al ser entrevistada por Zona Cero en Valledupar en desarrollo de la Audiencia Pública de Verificación del Subcaso Costa Caribe del Caso 03, conocido como los 'falsos positivos'.

Albeiro Flórez Hernández, había salido de Luruaco el 10 de agosto de 2003 y lo asesinaron el 15 cuando el Ejército “lo graduó” de jefe guerrillero.

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Su mamá con algo de optimismo pensó en los cuatro años que no tuvo noticia de su hijo que “se había enamorado” y que se había olvidado de ella. Sin  embargo, su corazón de madre sabía que no había sido así. Lo que si no imaginó fue su muerte y mucho menos que las fuerzas del Estado, las mismas que él defendió, se lo habían arrebatado.

Sin embargo, la identificación en Medicina Legal en agosto de 2007 no lo fue todo para Nerys, pues al llegar a Medicina Legal en Valledupar, el cuerpo no apareció. Entonces fue al cementerio y tampoco aparecía.

Han transcurrido así casi 18 años exactos desde que supo de la muerte de Albeiro y la bendición en medio del dolor de esta mujer atlanticense ha sido la Justicia Especial de Paz, que enfocó la búsqueda de los “falsos positivos”, en los cementerios como Jardines de Santo Ecce Homo de Valledupar en donde ya exhumaron en 2024 un total de 287 cuerpos sepultados como NN, de los cuales, en un análisis preliminar de la JEP, 103 podrían corresponder con víctimas del conflicto armado.

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