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Alfredo González Gómez en la casa familiar en el barrio Las Moras.
Alfredo González Gómez en la casa familiar en el barrio Las Moras.
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Cristian Mercado

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“A mis 33 años me pensionaron por Covid-19”: drama de médico barranquillero

Secuelas como depresión y artritis soriátrica, entre otras, hicieron que le otorgaran incapacidad laboral del 55% a Alfredo González Gómez.

Emmanuel y Sebastián, de 7 y 4 años de edad, no alcanzan a entender lo que le ocurre a su padre, el médico Alfredo Mauricio González Gómez, un hombre al que conocieron siempre dispuesto a acompañarlos en sus juegos infantiles, salir a pasear y disfrutar en familia.

Las dos preguntas que inquietan a los niños llenan de angustia y tristeza a Alfredo, y aumentan la crisis de salud por la que atraviesa en estos momento¿Por qué ya no usas la bata? ¿Tú ya no eres médico?, son las preguntas recurrentes de los menores.

Cada vez que escuchan los interrogantes de sus pequeños hijos, este profesional de 33 años, egresado de la Universidad Metropolitana de Barranquilla, trata de sacar fuerzas para darles una respuesta que logren entender en medio de la inocencia de sus edades. “Es que estoy enfermo y aún no me he curado del todo”, les dice en forma lacónica.

Mientras atiende a Zona Cero en la casa de sus papás en el barrio Las Moras de Soledad, González Gómez respira con dificultad y se queja de un dolor agudo en la rodilla izquierda.

Acaba de descender por las escaleras del apartamento que ocupa en el segundo piso del inmueble. Se le ve agotado, lo hizo con lentitud y mucha dificultad, temeroso de una caída que podría ser fatal.

Alfredo se encuentra en estas condiciones desde junio de 2020 por efectos del Covid-19, y que con los meses le agravaron su condición física.

El 21 de ese mes empezó con fiebres, dolores en todo el cuerpo y tos persistente, lo que lo obligó a aislarse. En dos meses se practicó tres pruebas, una de estas pagadas de su bolsillo, y todas resultaron positivas como portador del virus. 

Alfredo González Gómez junto a su diploma de médico de la Universidad Metropolitana.

Seguía con el virus dentro de mí y entonces empecé a sufrir de pánico y ansiedad. Era la época en que la mayoría de los pacientes morían en una UCI porque el virus era nuevo, nadie lo sabía manejar con exactitud”, narra y vuelve a agitarse al recordarlo.

González, además, traía a la mente a sus colegas Edwin De la Hoz y Eduardo Rosales, que murieron a causa del Covid. 

Fueron muertes muy dolorosas para mi, por la cercanía que tuve con ellos. Aquí encerrado veía los noticieros y lloraba mucho cuando anunciaban sobre decesos de trabajadores de la salud”, asegura. Esta vez agacha la cabeza y contiene las lágrimas, como lo ha hecho muchas veces ante sus hijos.

Farid, rescátame el bastón sin despertar a los niños”, le pide a su hermano menor, quien le ha servido de apoyo en este difícil trance no solo para su estado de salud, sino como respaldo económico.

“La pandemia absorbió mi vida”, repite varias veces durante la entrevista para Zona Cero.

En menos de cinco minutos, varias veces se quita y se pone el tapabocas, se arregla el cabello y le cuesta sostener la mirada. La mayor parte del diálogo lo hizo cabizbajo, casi apesadumbrado.

Allí está mi diploma de médico. Yo estudié con crédito de Icetex que mi mamá me pagó”, dice mientras observa con detenimiento la pared en la que cuelga el documento enmarcado.

Confiesa que siempre quiso estudiar medicina porque en la familia hay varios parientes que siguieron esa profesión.  “Veía endoscopios por todos lados. Y mire cómo terminé por el Covid”, asegura, al recordar que se contagió en el ejercicio de su profesión como médico de urgencias de dos empresas que prestan ese servicio.

Las secuelas que el virus dejó en el organismo de González Gómez hicieron que después de un largo proceso, Seguros de Vida Suramericana -ARL Sura- lo pensionara por la pérdida de capacidad laboral del 55,3%, previo diagnóstico de un comité médico especial: depresión mixta postcovid y artritis soriátrica.  El documento está fechado el 26 de mayo de 2022.

La notificación de la ARL Sura sobre pensión por invalidez.

Los abogados Danny Daniel Donado y Marc Kevix Mendoza se fundamentaron en el Decreto 676 del 19 de mayo de 2020 en el que Ministerio de Trabajo catalogó el Covid como enfermedad laboral para profesionales que estuvieron en primera línea atendiendo la pandemia.

En este grupo el Gobierno Nacional incluyó médicos asistenciales, médicos administrativos, personal administrativo de las instituciones prestadoras, servicios generales y vigilancia dentro de las instituciones prestadoras, entre otros.

Alfredo González Gómez en sus días como médico de urgencias.

El fallo a favor de González Gómez lo convierte en uno de los pocos casos de Colombia mediante el cual un profesional vinculado al sector salud es declarado inválido para laborar por las secuelas del Covid.19. 

Este médico barranquillero afirma que su vida le dio un giro radical en estos dos últimos años, en los que han sido claves sus padres, Mayda Gómez, contadora pensionada; y Alfredo González, técnico electrónico. Igualmente su esposa Cecia Charris, bacterióloga; y Farid, su hermano menor.

Toda la familia me ha rodeado, la de mi esposa y la mía, incluso también muchas de las personas que atendí en pandemia”, recuerda.

Destaca que algunos de sus pacientes que conocen de la crisis en la que está sumido, llegan hasta la casa de sus papás a regalarle alimentos.

Me han traído gallinas, ñame, yuca, pato. Es que yo en mi vida lo único que he hecho es servirle al prójimo y hoy estoy recogiendo lo que sembré, como dice la Biblia”, aquí vuelve a emocionarse porque asegura que además de su familia, lo mantiene en pie su fe en Dios.

Farid, su hermano menor, es uno de sus grandes apoyos.

Recuerda que la depresión y la ansiedad obligaron a su hospitalización intermedia durante 30 días. “Yo no puedo ver médicos con bata o escuchar una ambulancia porque me entra la ansiedad y me agito”, asegura.

El tratamiento con especialistas que tiene por su cuadro de salud es intenso: siquiatría, sicología, medicina interna, neumología, dermatología y ortopedia. 

Pero, además, por el Covid se volvió asmático, una enfermedad que padeció hasta los 15 años; hipertenso y diabético. 

Dentro de su recetario médico para atender tantas complicaciones, tiene que aplicarse una ampolla para la artritis soriátrica, la cual tiene un costo de $14 millones. 

Todo se lo cubre Sanitas EPS de la que dice “no tengo queja, se han portado muy bien”.

Explica que la soriaris (enfermedad inmunológica que ataca inicialmente las células de la piel) está afectando sus articulaciones.  “Me acuesto y para levantarme es doloroso porque estoy entumecido”, describe, mientras enseña las heridas en las piernas.

González confiesa que la mayoría de las veces no duerme bien porque la misma ansiedad hace que se agite. “En lo peor de la enfermedad no me bañaba, no comía bien, he perdido 30 kilos, me la pasaba mirando al techo”, relata.

La parte económica también lo afectó drásticamente. El apartamento que tenía alquilado tuvo que desocuparlo por una deuda de más de seis meses con su propietario.  “Él también ha sido comprensible porque es un hombre de fe. Por eso nos vinimos para la casa de mis papás”, sostiene.

Danny Daniel Donado y Marc Kevix Mendoza, abogados

Para el abogado Donado, especialista en derecho médico, con estudios en lo laboral y seguridad social, en esas condiciones que le desmejoraron la vida personal y laboral a su cliente, es imposible que González retorne a su profesión.

Tiene que seguir el tratamiento, está medicado. Y ningún paciente querrá ser atendido por el doctor González porque de hacer, podría estar expuesto incluso a una demanda ante el Comité de Ética Médica”, dice el especialista.

Cuenta además que el proceso fue complicado y difícil porque la ARL Sura trasladó el caso de su cliente a enfermedad común cuando lo legal era que siguiera como enfermedad laboral amparado en el decreto del Ministerio de Trabajo. “El doctor González se curó del virus, pero la ARL desconoció en ese momento las secuelas post Covid”, afirma.

Aquí empezó entonces un proceso de derechos de petición y tutelas para el traslado de la EPS a la ARL Sura, lo que terminó en el dictamen de invalidez.

Para este médico barranquillero, lo paradójico de toda su historia es que en plena pandemia a los especialistas de la salud de primera línea los llamaban “héroes”.

“Estuvimos expuestos, muchos murieron o quedaron postrados como yo. Por eso le pido al presidente electo, Gustavo Petro, que se acuerde de nosotros, que analice cómo mejora nuestras condiciones laborales para que nos paguen un salario justo”, dice en tono de clamor.

 

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