Libertad de prensa, un derecho universal
El monopolio económico que ejercen los dueños de los medios de comunicación es la mayor mordaza de la libertad periodística.
Por: Cecilia De Alba Narváez
cecidealba@msn.com.
Hablar de libertad de prensa es hablar de la libertad de los medios de comunicación, Derecho Universal, reglamentado por la ONU (1948), que incluye el derecho inalienable de las personas de “ser libre para opinar, para expresar, investigar y difundirla la información por cualquier medio”.
Desde 1789, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (art. 11), delimitó esta libertad: “…por consiguiente, cualquier Ciudadano puede hablar, escribir e imprimir libremente, siempre y cuando responda del abuso de esta libertad en los casos determinados por la Ley”.
En Colombia constitucionalmente este principio está delimitado (art. 20), por la obligación de emitir información veraz e imparcial; requiriendo de los medios masivos de comunicación la responsabilidad social de garantizar información objetiva y cierta. Además garantiza la rectificación y la No censura.
Lo anterior permite inferir que el principio de libertad de prensa, va de la mano con la ética periodística; un buen periodista, editorialista, columnista, reportero debe escribir sobre hechos objetivos, y evitar difundir información sesgada, tendenciosa, confusa, amañada, alienante y deshumanizante.
Lo ideal es que la información masiva fuese administrada tanto por organismos públicos, como privados, con igualdad de recursos; pero los procesos de privatización de los medios de comunicación en Latinoamérica, superaron el accionar público. Hecho que ha delimitado el periodismo, quienes lamentablemente deben responder a la necesidad de sobrevivencia o al respeto a su ética profesional.
Los medios deberían estar libres de la tutela política, lamentablemente no es así. El monopolio económico, que ejercen los dueños de los canales de tv, radio y prensa escrita se convierte en la mayor mordaza de la libertad periodística.
El interés por la pauta de instituciones oficiales, los compromisos políticos de los dueños de los grandes medios marca la tendencia de la información o desinformación, conforme a la simpatía de los gobiernos de turno, aminorando las denuncias de corrupción.
Cuando el gobierno lo asumen grupos alternativos, carentes de poder económico, estas tribunas brindan gran despliegue a los errores del gobierno y acallan las buenas prácticas; o puede ocurrir que estos gobiernos alternativos censuren y hasta cierren medios periodísticos sin importar su trayectoria histórica, y crean sus propios medios que solo informan lo que les favorece.
Esta manipulación malintencionada de la “Información”, es una gran amenaza para la democracia; pero no es papel de los gobiernos ejercer un control sobre la ética periodística, la censura a la prensa de cualquier tipo (derecha, centro o izquierda) no es más que dictadura pura.
Es cierto que resulta apremiante garantizar el derecho de la ciudadanía a recibir una información veraz, imparcial; pero serán los periodistas comprometidos e independientes o el ciudadano crítico, quienes objetivamente deban difundir la información verdadera y desvirtuar al profesional que se autocensura, confunde o desinforma.
Igualmente es importante la organización de los profesionales del periodismo, su función de veedores de la libertad de prensa es el mejor mecanismo de protección de este derecho fundamental y universal.
El verdadero reto de los gobernantes con la libertad de prensa es garantizar la protección para disminuir el asesinato de periodistas y su impunidad ( según Fenalper, en Colombia de 170 periodistas asesinados y el 98 % de impunidad), atacar a los grupos delincuenciales que intimidan a la prensa (según la FLIP, 172 periodistas fueron amenazados en Colombia en el 2022), fortalecer los esquemas de seguridad de los periodistas, evitar el asilo en otros países de nuestros mejores investigadores; distribuir la información y la publicidad de tal forma que permita estimular e impulsar el periodismo independiente y reglamentar las condiciones socio-laborales dignas de nuestros periodistas.
Nota: El presente artículo lo escribí a petición de una amiga directora de un importante medio periodístico.