La tragedia de Fundación también extinguió la alegría de la calle 21
10 niños de ese sector murieron en el interior del bus.
En la tragedia de Fundación fallecieron 33 niños y una mujer adulta, 10 de esos pequeños que se fueron a temprana edad de esta vida, vivían en la calle 21 con carrera 11 del barrio Faustino.
La adulta mayor fallecida, Rosiris Hernández, había perdido a su hija de 15 años de un infarto en diciembre de 2013 y, desde ese momento, había comenzado a buscar paz en los ‘caminos del señor’.
Todos los domingos llevaba a varios niños de la calle de su casa, donde la mayoría son familias, al servicio religioso de la iglesia evangélica pentecostal, ubicada en Altamira, un sector cerca al barrio en el que residían.
“El trágico domingo, mi tía se llevó a varios niños del sector, dentro de ese grupo mi hija y varios sobrinos, murieron 10 niños de esta cuadra y mi tía también”, expresó Karen Díaz.
La madre de Selena Patricia, la niña de cinco años que falleció, comenta que luego del accidente el barrio no volvió a ser igual. “Antes cuando eran las cinco de la tarde, podías ver a los niños jugando boliche, ‘chicle’ (un juego tradicional con una pita), pero hoy las calles están solas, se siente un silencio, una tristeza, las madres de aquí no nos atrevemos a dejar que nuestros hijos salgan de la casa, es una lección que nos quedará para toda la vida”.
“Intenté varias veces meterme al bus”
Como la mayoría de las madres de los niños que fallecieron, Karen estaba ese día haciendo labores hogareñas y esperando que sus dos hijas regresaran a casa con su tía.
“Estaba lavando donde mi mamá porque el sábado había llovido. En un momento de esos salgo para ir a mi casa y escucho al hijo de una vecina gritando, estaba desesperado, diciendo que el bus donde venían se prendió y los niños estaban dentro”.
Karen salió corriendo hacia el lugar, al igual que varios de sus vecinos. Al llegar el bus seguía ardiente. “En mi desespero, angustia, pensando que mis dos hijas estaban adentro, intenté en varias ocasiones meterme al bus en llamas a sacar a mis niñas, pero mis primos no me dejaron”.
Convencida por sus primos, Karen fue a verificar en los centros asistenciales para ver si sus dos pequeñas habían ingresado y en ese recorrido consiguió a Clarena, quien en ese tiempo tenía nueve años.
“Recuerdo que el portero del hospital me dijo: Si su hija no está en ninguna de las clínicas, lastimosamente se quedó dentro del bus. Eso es muy duro, yo salí corriendo nuevamente para el sitio, ya el carro lo estaban apagando, tengo esas imágenes de todos los niños amontonados, unos encimas de otros, me quede en shock y toda mi familia estaba vuelta loca, perdimos a nueve familiares”.
Karen confiesa que tuvo que sacar fuerzas de donde no las tenía para ir a Medicina Legal a reconocer el cuerpo de su pequeña.
“Los niños quedaron irreconocibles, recuerdo cuando los médicos forenses dijeron: la número 22, salí corriendo, apartando a la gente que estaba allí para que me dejaran ver, era mi hija, ella murió por asfixia, había quedado en el medio del cuerpo de los niños, después me desmayé, perdí el conocimiento”.
Recuerda a Selena como una niña extrovertida, quien a pesar de sus cinco años, pensaba como una de más edad, tenía al jugador de Junior Teófilo Gutiérrez y a Jorge Celedón como sus grandes ídolos.
Para Karen todos tienen una cuota de responsabilidad en todo lo que sucedió. “El señor Jaime (conductor) tiene responsabilidad, era mecánico, sabía que no podía echarle combustible al carro de esa forma, el dueño del bus brilla por su ausencia, él tiene incidencia, debía saber en las condiciones en que estaba ese carro, tránsito y Alcaldía también compromiso en lo que pasó”.
En el caso del líder Manuel Ibarra admitió que está en una situación peor que los padres que perdieron a sus pequeños.
“Si tuvo o no una responsabilidad, creo que tiene el mismo sufrimiento o más fuerte que nosotros, porque además de perder a su hija que hoy fuera una señorita de 16 años, debe pagar una condena. Y esa niña fue concebida bajo un tratamiento, su esposa no puede tener hijos y yo tengo el consuelo que tengo dos niños más”.
Karen señala que no es Dios para juzgar a los responsables del caso, solo espera que sus dos niños crezcan sanos y ella pueda ayudarlos a cumplir sus sueños.
Por Víctor Peñaloza
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