Todo indica que los símbolos son determinantes para el Contralor Felipe Córdoba a la hora de comunicar.

Hace un mes le entregó un zurriago de arriero a la Ministra de Educación, María Victoria Angulo, elemento típico de su ciudad natal Pereira, para que, según él, “arreara” a los malos contratistas del Plan de Alimentación Escolar y los sacara “a rejo” si era necesario de las escuelas donde afectan a los niños más pobres del país, antes de que el tenga que actuar.

También, en su recorrido por los departamentos de La Guajira, Cesar, Córdoba y Sucre, el Contralor sorprendió a todos con una lupa centenaria que le regaló una familia de un corregimiento de Pereira que se llama Altagracia y que perteneció a un abuelo de ese lugar.

La lupa tiene por mango un colmillo de un “dientes de sable”, un felino prehistórico que devoraba a sus presas con facilidad.

“No se me escapa nada con esta lupa y que quede claro que la Contraloría ahora si tiene dientes para morder a los corruptos después de la reforma aprobada por el congreso”, decía una y otra vez Córdoba en cada sitio a donde llegaba en este recorrido y donde sacaba orgulloso su lupa para revisar las fichas técnicas de cada elefante blanco que le mostraba su Delegado de Participación Ciudadana, Luis Carlos Pineda .

El Contralor está recorriendo el país entero destapando obras y proyectos críticos a los cuales les encuentra rápida solución gracias al programa “Compromiso Colombia” que le permite, en alianza con Alcaldes y Gobernadores terminar lo que encontraron inconcluso, en beneficio de las comunidades.