Holanda, lista para abrir terrazas y hacer test de Covid a toda la población
Reabrirán los museos, restaurantes y terrazas, con estrictos protocolos sanitarios.
Holanda está preparada para comenzar este lunes a someter a pruebas para detectar el coronavirus a todos los ciudadanos que lo requieran, incluidos los que tengan síntomas leves, en un día en el que también reabrirán los museos, restaurantes y terrazas, con estrictos protocolos sanitarios.
Cualquier persona que tenga un síntoma mínimo sospechoso de ser Covid-19 puede someterse a una prueba de diagnóstico mediante PCR, de forma gratuita y sin necesidad de un chequeo previo en el médico de cabecera, aunque siempre "de forma voluntaria" y en base a una autoevaluación de los síntomas, según el ministro de Sanidad, Hugo de Jonge.
El paciente tendrá que pedir una cita en el municipio de residencia, que se le dará de forma inmediata, llamando directamente por teléfono a un número especial que habilitará y anunciará el Gobierno holandés este lunes por la mañana. El resultado del test, tanto negativo como positivo, se comunica al paciente en un máximo de 48 horas.
El ministro instó a los ciudadanos a hacerse las pruebas para poder detectar el mayor número de casos posible y permitir a las autoridades sanitarias "controlar el virus", aunque subrayó que esto "no es una obligación" para los pacientes y se basa en la voluntad de las personas de ayudar a tener los casos controlados.
Esta opción solo está disponible para los ciudadanos con síntomas leves o medios (tos, gripe, fiebre, y pérdida de olfato o gusto), que no requieran ingreso hospitalario.
Las personas que tengan quejas más graves o que pertenezcan a un grupo de riesgo, deben acudir directamente a su médico que les hará las pruebas y prescribirá el tratamiento correspondiente.
En caso de obtener un resultado positivo, el paciente tendrá que someterse a una cuarentena de 14 días en casa, un consejo al que también están sujetas las personas con las que convive y aquellas con quien haya estado en contacto.
Este es un cambio radical de estrategia por parte del Gobierno holandés, que hasta ahora solo sometía a pruebas del SARS-CoV-2 a los grupos de riesgo, trabajadores de la salud, fuerzas de seguridad, profesores de primaria e infantil, profesionales de contacto (peluqueros, esteticistas, instructores, cuidadores) y conductores del transporte público.
El inicio de esta campaña de pruebas para detectar el coronavirus también coincide con la reapertura de varios lugares de ocio, sujetos a condiciones muy estrictas de higiene.
Los restaurantes y las cafeterías podrán admitir a un máximo de 30 personas (excluido el personal), siempre que se pueda mantener una distancia de 1,5 metros, con reserva y una verificación telefónica previa con el cliente sobre su estado de salud.
Las terrazas también reabren el 1 de junio, coincidiendo con un día festivo por Pentecostés y en el que la previsión del tiempo anuncia temperaturas en torno a los 25 grados centígrados, por lo que se espera mucha afluencia en las calles.
El Gobierno ha optado por no exigirle a las terrazas un aforo máximo, pero los clientes tendrán que sentarse en una mesa y estar separados por 1,5 metros, excepto los que residen juntos.
Muchos consumidores tendrán que acostumbrarse a esta nueva realidad, en la que ya no es posible llegar y sentarse en una terraza: algunos locales imponen el pago de un euro para hacer la reserva a través de una aplicación, lo que incluye asegurarse un sitio y una franja de tiempo, lo que también ayudará a los propietarios a respetar el máximo de clientes.
En esta fase de la desescalada, con una relajación de las medidas aplicadas desde mediados de marzo para frenar los contagios del coronavirus, también se permitirá abrir a las salas de cine, teatro y conciertos, con condiciones similares a la industria de la restauración, al igual que harán los museos y monumentos públicos.
Este lunes también se introduce el uso obligatorio de mascarillas no médicas en el transporte público para los mayores de 13 años, y, aunque la violación de la norma supone una multa de 95 euros, se deja en manos de la "responsabilidad social" su uso y no se espera que haya vigilancia activa y sistemática por parte de las autoridades.
EFE