Entre el bullicio de los vendedores informales y el ir y venir de transeúntes, el panorama se repite en el Centro de Barranquilla, donde hombres y mujeres de mirada perdida, cargando costales o tendidos sobre las bancas y el suelo, se han convertido en parte del paisaje cotidiano de esta zona comercial de la capital del Atlántico. 

Hablar de las personas en condición de calle es adentrarse en situaciones sociales complejas con las que cargan cada una de estas personas y por las que salen de sus hogares y terminan viviendo en condiciones infrahumanas. 

Para nadie es un secreto que en sectores específicos del centro de Barranquilla como la calle 30, a la altura del Caño de la Auyama; la Plaza de la Concordia; y Barranquillita, se concentra el mayor número de indigentes

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Gabriel David Navarro Meza, Director Ejecutivo de la Asociación de Comerciantes del Centro, Asocentro, precisó que en Barranquilla hay censados cerca de 1.200 habitantes de calle.

“Para hablar de ese tema, es algo muy complejo, porque no solamente es hablar del habitante de calle, sino hablar de la venta de estupefacientes, el reciclaje, la basura y demás. Es un tema que se ha venido trabajando con mayor frecuencia, pero cada vez vuelven y vuelven más habitantes de calle, tanto al Centro, a Barranquillita y a la 30”. 

Aseguró que la Alcaldía de Barranquilla tiene programas para atender esta situación como hogares de paso de día y de noche, con capacidad aproximada para 300 personas cada uno; planes de rehabilitación; e incluso rutas de transporte para trasladarlos hasta los centros. Sin embargo, subrayó que habría que implementar más programas, teniendo en cuenta la demanda de habitantes. 

“Ellos ya han recuperado o han rehabilitado a 70 habitantes de calle. Fue la información que obtuve la última vez que conversé con el Secretario de Gestión Social. Además, están retornando a otros habitantes de calle a sus ciudades de origen”, dijo Asocentro.

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De esas 70 personas rehabilitadas, 68 se han reencontrado con sus familias en Barranquilla, mientras que las otras ocho han retornado a ciudades como Bogotá, Cúcuta, Bucaramanga y Valledupar. 

Este medio de comunicación conoció que durante el primer semestre de 2025, el programa atendió a 899 ciudadanos en condición de calle. De estos, 764 son hombres, 90 mujeres y 45 personas de la comunidad LGBTIQ+.

Gabriel Navarro explicó que la condición de calle es generada por múltiples factores. Sin embargo, precisó que el consumo de estupefaciente es el principal detonante de esta situación.

“Yo creo que el consumo de estupefacientes es el principal problema que lleva a las personas a vivir en las calles, porque no es que alguien quiera estar en la calle porque sí, sino que se concentran mucho en las drogas y pierden totalmente el conocimiento y la noción del tiempo y quedan habitando en la calle”. 

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Por otro lado, el Director Ejecutivo de Asocentro manifestó que el reciclaje en el centro de Barranquilla se ha convertido, no solo en una fuente de ingresos para muchos hogares, sino también, en la forma en que los indigentes logran obtener dinero, para luego comprar estupefacientes. 

Dijo que los desechos recolectados, terminan en centros de acopio, pero otros son entregados directamente a jíbaros que pagan en dosis. 

Uno de los puntos críticos que resaltó está ubicado en la carrera 44 con calle 32, donde montones de basura de vendedores informales se transforman en el sustento y la condena de decenas de personas.

Añadió que funcionarios de la Alcaldía llegan a los lugares donde se concentran los habitantes, dialogan, convencen y trasladan voluntariamente a algunos a los hogares de paso.

“De mi conocimiento hay dos hogares de paso, el centro de día y el centro de noche. El centro de día está ubicado en la calle 17 y  tiene una capacidad para 300 habitantes de calle, ellos están ahí todo el día y en la noche se refugian en el centro de noche, que es el hogar para dormir”.

Las acciones del programa habitantes de calles incluye: alimentación diaria (hasta 3 raciones), aseo personal y kits de higiene, atención en salud física y mental, orientación psicosocial, actividades lúdico-pedagógicas y culturales, gestión de documentos de identidad, vinculación a procesos de resocialización, apoyo en la búsqueda de redes familiares o reintegración social y suministro de tiquetes de transporte.

“Es un trabajo constante”, reconoce Navarro, consciente de que la solución no depende solo de recogerlos, sino de atacar el origen: la droga y su distribución en el centro de la ciudad.

Mientras tanto, en el Paseo Bolívar, la Plaza de la Concordia, la Calle 30 y Barranquillita, la vida de los habitantes de calle sigue latiendo con fuerza.