Estudio líder de Uniatlántico revela que madera flotante costera es un reservorio de "carbono azul"
El informe, centrado en la Costa Caribe colombiana, revela cifras impactantes que amplían el mapa de la mitigación climática.
Un equipo científico internacional, con la Universidad del Atlántico a la cabeza, acaba de reescribir la definición de la lucha contra el cambio climático.
Científicos de la UA, en alianza con la Ibn Zohr University (Marruecos), el Institut Français de Recherche pour l’Exploitation de la Mer (IFREMER, Francia) y la Grand Valley State University (Estados Unidos), publicaron en la prestigiosa revista Catena (Elsevier) el primer estudio mundial que demuestra que las acumulaciones naturales de madera flotante (driftwood) en las playas son una fuente significativa y hasta ahora ignorada de "carbono azul" .
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Un potencial climático millonario
El estudio, centrado en la Costa Caribe colombiana, revela cifras impactantes que amplían el mapa de la mitigación climática.
Entre las playas donde se realizó el muestreo se encuentra: Punta Roca, Puerto Velero, Loma de Piedra, Agua Marina, Bocatocinos, Punta Astilleros y Salinas de Galerazamba. Allí pudieron determinar:
Capacidad de almacenamiento: las acumulaciones de madera flotantes en playas remotas pueden almacenar entre 123.000 y más de 1,1 millones de kilogramos de CO₂ equivalente por sitio .
Esta investigación representa un punto de inflexión conceptual, ya que el carbono azul —normalmente limitado a ecosistemas vegetados como manglares y pastos marinos— ahora se extiende a ambientes no vegetados como playas y dunas .
Bajo el título “The Blue Carbon Potential of Coastal Driftwood: Evidence from the Caribbean Coast of Colombia”, el hallazgo de la Uniatlántico y sus aliados obliga a revisar los inventarios de carbono costero, incorporando estas reservas de madera depositada como un aliado clave en la estrategia global contra el calentamiento.
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"La investigación demuestra que la madera flotante actúa como un reservorio pasivo de carbono, comparable en estabilidad a los sedimentos anóxicos de humedales, cuando permanece enterrada o semienterrada en playas remotas. Su persistencia temporal, resistencia a la degradación y capacidad para atrapar sedimentos y plásticos ligeros la convierten en un elemento estructural clave para la estabilidad costera y en una potencial solución basada en la naturaleza (NBS) para mitigar el cambio climático y la contaminación marina", destaca el estudio.
El informe también resalta la colaboración interdisciplinaria e internacional detrás de este hallazgo. Desde Colombia, Marruecos, Francia y Estados Unidos, los investigadores combinaron enfoques de geología costera, oceanografía, ecología, modelamiento ambiental y políticas climáticas, consolidando un marco metodológico replicable en regiones tropicales, subtropicales y áridas donde las playas cumplen funciones ecológicas críticas pero carecen de vegetación permanente.
Esta sinergia institucional constituye un ejemplo de cooperación científica entre el norte y el sur global orientada a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en especial los ODS 13 (Acción por el clima), 14 (Vida submarina) y 15 (Vida de ecosistemas terrestres).

“El reconocimiento del carbono almacenado en la madera flotante abre nuevas oportunidades para países costeros del sur global, permitiendo integrar ecosistemas tradicionalmente ignorados en sus estrategias nacionales de mitigación climática”, aseguró Nelson Rangel-Buitrago, autor principal del estudio y profesor de la Universidad del Atlántico.
Más allá de su valor académico, el estudio tiene implicaciones directas para las políticas públicas. Los autores proponen incluir las acumulaciones de madera flotante en los inventarios nacionales de carbono y en las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDCs) bajo el marco del Acuerdo de París, dentro de la categoría de “materia orgánica muerta” del IPCC.
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Esta inclusión permitiría contabilizar reservorios pasivos de carbono y diseñar estrategias de manejo basadas en conservación in situ, aprovechamiento sostenible (biochar, artesanías, compostaje) y fortalecimiento de la bioeconomía circular costera.
“Este hallazgo redefine la manera en que entendemos las playas tropicales. La madera flotante ya no debe verse como un desecho, sino como un activo ecológico y climático que merece ser protegido y gestionado”, concluyó Rangel-Buitrago.