Imagen del Gran Malecón del Río.
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El Gran Malecón de Barranquilla: Un motor de progreso y transformación

Uno de los sitios más visitados del país.

A los críticos del cemento y nostálgicos de un pasado sin progreso, les recomiendo una dosis de realidad. Barranquilla avanza, transforma espacios y crea oportunidades mientras algunos critican desde la comodidad de sus discursos vacíos.

Desde su apertura en 2017, el Gran Malecón del Río ha sido más que una remodelación urbana. Con 5.5 kilómetros a lo largo del río Magdalena, no solo ha cambiado el paisaje, sino que ha generado un impacto económico significativo. Más allá de embellecer, esta inversión estratégica ha demostrado ser rentable. La primera unidad costó $45.739 millones, la segunda $110.000 millones y las más recientes, cercanas a la Base Naval, sumaron una inversión considerable.

El Malecón ha impulsado los emprendimientos locales. Desde su inauguración, los comercios han crecido un 700%, pasando de seis a 48, generando 215 empleos directos y 102 indirectos, con ventas diarias superiores a $4 millones por local. Lo más destacable es que el 50% de estas ventas provienen de nuevos negocios, evidenciando su capacidad de fomentar el emprendimiento.

También ha sido escenario de más de 1.500 eventos culturales y deportivos, y hasta una producción de Netflix. Este dinamismo ha beneficiado la economía local, gracias a la constante afluencia de turistas.

Con más de 50 millones de visitantes, el Gran Malecón es uno de los destinos turísticos más visitados de Colombia. En sus primeros 2.5 kilómetros recibió 14 millones de visitantes, y hoy, con un promedio diario de 13.180 personas, es una atracción clave para locales y turistas.

A pesar de los éxitos tangibles, algunos críticos siguen viendo el cemento como enemigo, olvidando que este ha transformado Barranquilla, generado empleo y dado vida a nuevos negocios.

El Gran Malecón del Río es mucho más que infraestructura; es un motor económico, modelo de desarrollo urbano y un símbolo de turismo para Barranquilla. Ha mejorado la calidad de vida, promovido el emprendimiento y consolidado la identidad turística de la ciudad. Criticar sin reconocer sus resultados es perder de vista lo esencial: una ciudad que avanza, crece y se transforma.

Por Roque Yidi

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