Adrián Gómez muestra una de las picadas que vende en sus restaurantes.
Adrián Gómez muestra una de las picadas que vende en sus restaurantes.
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Jair Varela

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Adrián Gómez, de vendedor ambulante de chorizos a tener sus propios restaurantes

Es un ejemplo de resiliencia, superación y visionario.

Adrián Gómez Zuluaga tiene 37 años y lleva 23 residiendo en Barranquilla. Natural de El Santuario, Antioquia, pero se siente muy barranquillero, porque esta ciudad le dio oportunidad, contra viento y marea, de resurgir hasta llegar a lo más alto.

Pasó de ser un vendedor informal de chorizos en el Paseo Bolívar a tener 3 restaurantes de manera formal. Su reto más reciente fue el local que abrió en el Gran Malecón del Río, frente a la Aleta del Tiburón.

Es un ejemplo de resiliencia, superación y especialmente de visionario. Ve en los problemas una oportunidad y sabe perfectamente que las situaciones difíciles hacen parte del proceso para el éxito. 

“Teníamos un negocio informal en el Paseo de Bolívar, en una esquina, donde vendíamos chorizos, limonadas, y ahí inicia toda esa empresa”, señaló.

Con un carrito de madera buscaba la manera de vender sus chorizos y limonadas a los peatones y comerciantes de la zona. Bajo la inclemencia del clima, con sol o lluvia, así trabajó Andrés durante 3 años, entre 2012 y 2014. 

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Recuerda que había operativos de Espacio Público y le tocaba recoger sus sillas plásticas y con su carrito retirarse. No había más opción, pero la necesidad lo obligaba a persistir a seguir vendiendo sus productos en la calle.

“Teníamos al Espacio Público haciendo su trabajo. No era fácil, ahora son grandes amigos, al igual que la Policía y la Alcaldía”, dijo. 

Cuando inició el 2015, ya Andrés se visionaba con salir de la informalidad y se proyectaba como un comerciante de la gastronomía. Se enteró que cerca de su negocio informal, en pleno Paseo Bolívar con carrera 45B, iban a abrir un centro comercial y con ayuda de préstamos y sacrificios montó su primer local. El primero formal y con una identidad propia: ‘Mi Niño Parrilla’.

Adrián Gómez frente al restaurante que abrió en el Gran Malecón del Río.

‘Mi Niño’, el nombre que surgió en la calle

El nombre del negocio surgió precisamente de lo que forjó en la calle. 

“Mi Niño se usa mucho en Antioquia para referirse a alguien como en otros lugares pueden decir mi amigo”, expresó.

Así era como en plena calle pregonaba sus chorizos y limonadas.  

Todo el que pasaba me saludaba diciéndome ‘Niño’. Resulta que yo vendía limonadas en una bandeja y llegaba a los almacenes o locales donde les decía: mi niño, ¿qué toma? ¿Limonada, té, cerezada?”, recordó y fue allí como surgió el nombre de su primer restaurante. 

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Su carrito, usado cuando vendía en la calle, lo instaló en ese local. Buscó sillas y emprendió ese viaje de pasar de la informalidad a un negocio formal.

Aspecto del primer restaurante que abrió en el Paseo Bolívar con carrera 45B.

Precisó que no fue fácil al principio. Todo el mundo de la formalidad de un negocio era nuevo para él, pero allí fue donde demostró su ‘berraquera’ para sacarlo adelante.

“Encontramos muchos retos, como el primero y segundo año (2015 y 2016), donde teníamos que luchar para que no nos ahogara todo ese tema del compromiso de los arriendos, de servicios, de nómina, pero logramos posicionarnos. Fue un poco fuerte el tema de lograr ese punto de equilibrio, pero luego vimos que ya había una proyección, que podíamos hacer cosas grandes”, dijo Adrián.

En este primer local formal amplió su menú. Ya no solo vendía chorizos, sino que ofrecía asados, picadas, todo lo relacionado con la parrilla. 

Un reto grande que tuvo que afrontar: la pandemia 

Sin embargo, enfrentaría otro gran reto mayor cuando llegó marzo del 2020: la pandemia del Covid-19 alcanzó a Colombia. 

Autoridades iniciaron operativos para evitar aglomeraciones y mantener el distanciamiento social era vital para que el virus no se esparciera rápidamente.

Locales comerciales tuvieron que cerrar sus puertas y su negocio también se vio seriamente golpeado porque sin personas caminando por el Centro, sin otros negocios abiertos difícilmente podía vender sus productos.

Sin embargo, su tenacidad ante la adversidad, la misma que aprendió en la calle, no lo dejó rendir y la venta de sus picadas, asados y limonadas a través de domicilio lo mantuvo durante la pandemia. 

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Fue precisamente esta situación de salud, a nivel mundial, lo que lo volvió más fuerte y 2021 abrió una segunda sede de su negocio.    

La segunda sede de 'Mi Niño Parrilla’ está en la carrera 44, al lado del edificio Colseguro y del Centro Comercial Colombia”, aseguró. 

Recordó que esa segunda sede fue “una de las grandes oportunidades que nos dio la pandemia, porque algunas personas desistieron y otras teníamos la intención de seguir creciendo y hacer empresa. Entonces, justo en el 2021 se estaba reactivando todo el tema del comercio y allí surgimos con la segunda sede”.

Restaurante inaugurado en el Gran Malecón del Río.

Empezar de cero con su tercera sede en el Gran Malecón

Adrián sabía perfectamente que, tras haber afrontado lo difícil en la calle hace más de 10 años, abrir su primer local y mantenerlo ‘vivo’ en pandemia, pero además poder haber abierto un segundo punto tras ese episodio nunca antes visto en esta generación, podía ir por más y medirse a más retos. 

“La oportunidad de Malecón fue muy bonita, fue justo un nuevo reto que teníamos de todos esos que salen y que tenemos que afrontar los empresarios. En medio de una dificultad nace esta posibilidad”, dijo.

El tercer restaurante de Adrián está ubicado a un lado del puente batiente y del monumento Aleta de Tiburón, en el Gran Malecón.

En primera instancia se postuló para estar en el sector de Manglares del Río, un sector también gastronómico del Gran Malecón, pero ya estaba todo copado. Los lugares habían sido ocupados por otros empresarios.

Sin embargo, se enteró que había un espacio disponible en frente de la Aleta del Tiburón y a un lado del puente batiente, único en Colombia. 

El tercer puesto de sus restaurantes lo abrió el 18 de diciembre de 2022. Allí debió empezar desde cero y recordar cómo se trabajaba en la calle. 

Allí solo había una plantilla de cemento, en donde debía instalar su negocio. Allí volvió a llevar su carrito, que usó cuando estaba en la calle, y unas cuantas sillas de madera.  

El carrito de madera que usaba para vender en la calle ahora es parte de la decoración de su tercer restaurante en el Gran Malecón.

Poco a poco buscó la manera de resurgir, algo que no era nuevo para él, pero su entusiasmo y su visión de ver oportunidad en medio del problema lo ayudó a construir lo que es ahora uno de los restaurante más visitados en ese sector denominado como ‘Jardín del Río’. 

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El reto realmente ha sido gigante, donde hemos tenido que entrar con energías renovables. Todo funciona con paneles solares, reutilizamos el agua del hielo para los lavados. Ha sido un reto, porque esto es una isla que aún no tiene servicios públicos, pero nos gustan los retos, benditos sean los obstáculos, tan solo por tener el placer de vencerlos y eso ha sido realmente este sitio”, dijo Adrián. 

Además, dijo que “es un sitio que nos volvió al inicio de la marca, donde los retos de estar en la calle y empezar con un carrito, aquí los tuvimos, empezar de nuevo con el carrito, hacerlo como nos tocó hacer en la calle, aquí era un tema de traer el producto, volver y llevarlo, y darle frío en las noches, pero bueno, mira, ya hoy estamos aquí con un gran lugar, un gran espacio”

Una de las picadas que ofrece Adrián en su restaurante.

En esa tercera sede adaptó el carrito que usaba vendiendo chorizos en la calle y ahora es la caja registradora. 

“El carro de los inicios, tanto en el Centro, en una esquina de la 45B con Paseo Bolívar, es el mismo carro con el que iniciamos aquí, es un carrito que nos ha traído, no sé si llamarlo buena suerte, donde lo colocamos abre el camino y se abren grandes posibilidades”, contó. 

Además, de su negocio ‘Mi Niño Parrilla’ abrió otro allí mismo en ese sector del Malecón llamado ‘La Coctelería’, ofreciendo cócteles que se pueden disfrutar al igual que comida de parrilla a orillas del río Magdalena con paisajes encantadores donde pueden disfrutar de un hermoso atardecer barranquillero. 

El mensaje a los vendedores informales 

Adrián considera que la calle fue la mayor experiencia para salir adelante y fue donde aprendió a mantenerse y no rendirse.

“La calle es dura, como dicen es una selva de cemento. Allí  encuentras el reto más grande y es entre los mismos colegas, vendedores ambulantes o informales, porque eso es como la guerra del centavo. Sin embargo, me dejó una gran enseñanza. Siempre persistir, tener calma, tener las metas claras, sabía que eso era momentáneo, que era algo que lo iba a usar como un trampolín. De verdad que mi mejor aprendizaje ha estado allí”.

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Le envía un mensaje a los vendedores informales. Aseguró que ser vendedor en la calle “debe ser un trampolín para coger impulso y no quedarse allí, no conformarse. La calle te da la oportunidad”, aseguró.  

El tercer restaurante de 'Mi Niño Parrilla' en el Gran Malecón del Río.

Su experiencia como comerciante formal

Para Adrián no ha sido fácil llegar a donde se encuentra ahora, pero asegura que la experiencia de ese camino de salir de la calle a la formalidad ha sido “enriquecedora”. 

“El reto fue estar en la calle tratando de solucionar mi vida, mi situación económica. Hubo muchas dificultades y logré pasar ya a formalizarme”, dijo.

Precisó que el crecimiento empresarial lo “venimos haciendo muy empírico, pero logramos llegar a un punto donde ya no dábamos abasto y el mismo negocio empieza a pedirme que debía seguir capacitándome”.

Se graduó en gastronomía y sabe que cada día debe seguir capacitándose para seguir creciendo más y más. 

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