Sam Bennett inauguró con victoria la cuenta de los embalajes en la Vuelta
El esloveno Primoz Roglic mantiene la camiseta roja.
No faltaron los velocistas a la primera cita con el esprint, donde se impuso en el último golpe de riñón el irlandés Sam Bennett (Deceuninck Quick Step), el maillot verde del Tour de Francia, en jornada de transición que mantuvo al esloveno Primoz Roglic (Jumbo Visma) con el jersey rojo.
Bennett, de 30 años, era el máximo favorito, y cumplió el pronóstico en un esprint muy apretado en la que metió la rueda en los últimos centímetros por delante del belga Jasper Philipsen (UAE Emirates), y algo más de ventaja sobre el tercero, el italiano Jakub Marecko (CCC), dando tiempo a un pelotón que marcó un tiempo de 3h.53.29 en los 194 kilómetros entre Garray Numancia y Ejea de los Caballeros.
Día de nervios por los temores del viento, pero no fue para tanto. Mucho ruido y pocas nueces. Los favoritos pasaron página sin mayores complicaciones. Roglic retuvo la roja con 5 segundos sobre el irlandés Dan Martin (UAE) y 13 respecto al ecuatoriano Richard Carapaz (Ineos). El primer español es Enric Mas (Movistar), cuarto a 32.
Velocistas y viento, las palabras claves para el trayecto soriano-aragonés después de tres etapas de montaña. Por fin llegó un dulce para los velocistas, que también existen, por crudo que lo tengan en una Vuelta tan montañosa.
Amenizaron la fiesta desde el banderazo de salida Maté (Cofidis), Ezquerra y Smit (Burgos BH) y Tanfield (AG2R). Mal día para aventuras. Lo sabían pero los equipos modestos tienen que dejarse ver. Después de aguantar delante todo el día, a 15 kilómetros de meta la historia de la etapa ya estaba encauzada para una llegada masiva, a resolver por la ley del más veloz.
Al paso por Borja el Movistar arrancó la locomotora por aquello del "cierzo" ese viento fuerte y racheado de la zona, procedente del Moncayo, que no pasó esta vez de ser un fantasma que no terminó de amedrentar a nadie.
El ritmo de etapa era elevado, se rodó a 51 kms/hora en las dos primeras horas, normal en estas tierras que han vivido las etapas mas veloces, o más lentas, en la historia de la Vuelta, según los caprichos de Eolo. Inolvidable el récord del alavés Igor González de Galdeano en 2001, ganador de la etapa Logroño-Zaragoza a de 55.176 kms/hora.
Se instaló la tranquilidad en el grupo tras momentos de tensión. No quiso aparecer el viento, ni hubo emboscadas. Cambió el decorado para que los equipos interesados en el esprint pasaran al frente, o sea, el Deceuninck de Bennett, el Bora de Ackermann y el UAE Emirates de Philipsen.
Anulada la fuga se activó el protocolo del esprint. Los favoritos en estos casos no se quieren complicar la vida con caídas, por lo que sus equipos los protegen hasta que faltan 3 kilómetros para meta, momento en que los colocadores se encargan de dejar a su "guepardo" en las mejores condiciones para el remate.
Deceininck propuso volar en el último tramo, con todo el equipo delante, marcando territorio. Pero no era Bennett el único que olía la victoria. El UAE metió baza para situar a Philipsen, y lo lograron. El belga entró con ventaja en la recta de llegada.
Bennett tuvo dudas. "Creí que ya no podría remontar", pero el mejor esprinter del Tour, con dos etapas en su casillero, una la de París, donde se vistió de verde, sacó fuerzas de flaqueza y en un último tirón, sobre la raya, se anotó su tercera victoria en la Vuelta y la séptima de la temporada. Sam fue más rápido que el viento.
La quinta etapa llevará al pelotón desde Huesca a Sabiñánigo, con un recorrido de 184,4 kilómetros.
EFE