El austríaco Dominic Thiem, uno de los dos novatos este año, provocó la reacción del serbio Novak Djokovic, quien al final se impuso por 6-7 (10), 6-0 y 6-2, en el primer partido del grupo John McEnroe del Masters.

Thiem se apuntó el primer set a la séptima oportunidad, salvando una de Djokovic, pero después el nivel que exhibió el de Belgrado fue brutal, ganó el segundo parcial en tan solo 23 minutos, impuso su ley en el tercero y remató la contienda en dos horas y dos minutos.

Pero, no solo el austríaco Thiem provocó que el auténtico Novak Djokovic resurgiera tras ceder el primer set, ya que, en la conferencia de prensa posterior al partido, el serbio respondió iracundo a una pregunta sobre su frustración tras golpear la bola con fuerza al ceder el primer set.

"Si esa bola golpea a un espectador, podría haber sido serio", le dijeron, y 'Nole' respondió: "Sí, podía haberlo sido, y también podría haber nevado en el O2, pero no ha sucedido".

"Soy el único jugador que muestra su frustración sobre la pista?, ¿es eso lo que usted está diciendo?. No es un problema para mí, no es la primer vez que lo hago", añadió.

La pregunta se refería a la bola que lanzó Djokovic contra su banquillo, donde sus entrenadores, el alemán Boris Becker y el eslovaco Marian Vajda, seguían el partido. La bola rebotó y cayó hacia el público. Y el juez de silla brasileño Carlos Bernardes no dudó en dar un aviso a Djokovic por conducta antideportiva.

Roland Garros ha sido testigo en un par de ocasiones de la frustración de Djokovic cuando las cosas no le van bien. En la final de 2012 contra el español Rafael Nadal, destrozó una raqueta contra su banco y el año pasado, en cuartos de final contra el checo Tomas Berdych, sufrió un arrebato y su raqueta se le escapó y fue rumbo al juez de silla.

Contra Thiem, Djokovic asumió el aviso y después ganó 12 de los últimos 14 juegos del encuentro. Si el primer set duró 67 minutos, los dos siguientes se cerraron en 55 entre ambos.

Tras su victoria, en la entrevista en pista, apenas tuvo palabras para el público que le ha visto levantar la corona cinco veces y que este año sueña con que Andy Murray gane en el O2. El serbio se despidió con un simple gesto con la mano.

EFE