Mookie Betts dejó su impronta y los Dodgers conquistaron su séptima Serie Mundial
Acabó una sequía de 32 años para la novena de Los Ángeles.
Viniendo desde atrás gracias a la bujía de su equipo, el jardinero derecho Mookie Betts; los Dodgers de Los Ángeles remontaron para vencer 3-1 en el sexto juego de la Serie Mundial a los Rays de Tampa Bay, ganando así su séptimo ‘Clásico de Otoño'.
La victoria fue para el relevista mexicano Víctor González, en 1.1 tercio de entrada, donde no le anotaron carreras, no le pegaron imparables, no dio bases por bolas y ponchó a tres.
La derrota fue para el relevo Nick Anderson, quien lanzó apenas un tercio de partido, permitió un hit y la carrera de la derrota.
El juego salvado fue para el zurdo también mexicano Julio Urías, quien trabajó por espacio de 2.1 tercio de juego, sin otorgar imparables ni bases por bolas y ponchando a 4 bateadores contrarios.
Tuvieron que pasar 32 años para que los Dodgers volvieran a ganar una Serie Mundial. Desde el equipo pilotado por Tommy Lasorda en 1988, Los Ángeles no había vuelto a tener un equipo dominante en la Serie Mundial.
Dave Roberts logró conformar un equipo que reforzó este año con la pieza angular de Mookie Betts, quien le dio la chispa ganadora que hacía falta, al lado del zurdo Clayton Kershaw, quien aportó dos triunfos a los cuatro ganados en la final.
Los Rays de Tampa Bay pegaron temprano, con el segundo bate del line up, el cubano Randy Arozarena, quien revalidó su condición de bateador estelar en el ‘Clásico de otoño’, para conectar un largo bambinazo por el bosque de la derecha y poner el 1-0 en el tablero.
De ahí en adelante lo que vino fue un trabajo dictatorial de Blake Snell, quien uno a uno fue mandando para la cueva a la ofensiva angelina que lucía impotente para poder darle la vuelta a la situación.
Entre tanto, Dodgers desplegó cuatro lanzadores, Dylan Floro, Alex Wood, Pedro Báez y Víctor González, que lograron quitarle toda la amenaza a los bates de las Rayas, que sostenían su ventaja de 1-0, con todo lo que pudieron.
Sin embargo, en la parte baja de la sexta entrada, ya con un out en la pizarra, el piloto de Tampa Bay decidió sacar del juego a Snell basándose en las estadísticas que indican que lo mejor era no enfrentarlo por tercera vez en un mismo partido contra los bateadores.
Su relevo fue Nick Anderson, no fue capaz con el encargo. Austin Barnes corría en tercera y Mokie Betts estaba en segunda, cuando un pitcheo descontrolado de Anderson le dio chance al primero de empatar, mientras que el otro avanzó a la antesala.
En la siguiente jugada, Corey Seager bateó una roleta de frente a primera que le dio suficiente tiempo a un veloz Betts para llegar hasta la registradora e invertir el juego 2-1.
Con la ventaja en sus manos, Dodgers recurrió al venezolano Brusdar Craterol y al mexicano Julio Urías, que entraron a poner el candado en el marcador y administraron la ventaja de una anotación hasta el momento definitivo del partido.
En la baja de la octava, Betts nuevamente demostró porque es la bujia de este equipo y despachó un enorme cuadrangular para poner el marcador 3-1, firmando una Serie Mundial brillante y poniéndose como el jugador estelar de Grandes Ligas en la actualidad.
Ya en la entrada final, el piloto Dave Roberts dio la confianza a Urías para que salvara el partido y con un elevado a los jardines y dos ponches cerró la faena para romper 32 años de sequía para los Dodgers y otorgarles su séptima Serie Mundial, en una temporada que será recordada por haberse hecho por encima de la pandemia.