La Supercopa es del Barcelona, de la mano de Dembélé y Ter Stegen: Ganó 2-1 al Sevilla
El cuadro catalán ganó el primer título de la temporada.
Un golazo de Ousmane Dembélé, con un derechazo formidable a la escuadra, y un penalti parado por Marc André Ter Stegen en los instantes finales definieron este domingo en Tánger (Marruecos) la decimotercera Supercopa de España del Barcelona, ganador apurado frente al Sevilla (2-1) por una genialidad y su guardameta.
Desde el atacante internacional francés y desde el portero alemán, indispensables para la victoria, remontó primero y sostuvo su triunfo después el conjunto azulgrana en un choque competido desde el primer minuto hasta el último, cuando Wissam Ben Yedder falló la pena máxima que habría dirigido el duelo a la prórroga.
Dos estilos enfrentados. No sorprendió la puesta en escena. Ni del Barcelona, diseñado para manejar, jugar y proponer desde la pelota. Ni del Sevilla, replegado en su territorio, que no a la expectativa, preparado al detalle para transformar cualquier imprecisión de su oponente, cualquier robo, en un contraataque fulminante, en la ocasión que tanto había dibujado en la pizarra.
No le importó la posesión del equipo azulgrana. No estaba entre sus prioridades, menos aun contra un adversario tan solvente y tan dominador cuando la pelota es suya. Le esperó en su campo para presionarle y ahogarle en tres cuartos; compacto, tenso e intenso cuando el juego traspasó la línea en que se determinan los ataques.
Ahí, el Barcelona ya sí se sintió un rato incómodo, agobiado, rodeado, sin un segundo para pensar ni un centímetro para maniobrar en cada uno de sus futbolistas, aunque Messi ni siquiera necesite un milímetro o una centésima. Ese era la idea del Sevilla, que provocó de inicio el partido que quería, reafirmado además con un veloz 1-0.
En el minuto 9, al contragolpe, la destreza a la que fío siempre sus pretensiones ofensivas, descubierto atrás el Barcelona, el colombiano Luis Muriel condujo, regateó, atrajo a los dos centrales, Piqué y Lenglet, y asistió al desmarque a su lado de Pablo Sarabia, fuera del foco de Jordi Alba y certero con un tiro cruzado que primero anuló el árbitro y después validó el VAR. Era gol legal.
Un plan y una ejecución perfecta del Sevilla... hasta allá por el minuto 20, cuando ya no era tan efectivo en la oposición, cuando el Barcelona, por insistencia y por paciencia, superó líneas, enfiló el área y redujo el partido al último tercio del terreno sevillista sin demasiadas ocasiones, pero tanto merodeo vislumbró ya la igualada.
No necesitó el equipo azulgrana ni un desborde ni una pared ni una combinación ni un pase entre la defensa. Sólo una falta, Lionel Messi, con un zurdazo entre la barrera, y una doble carambola entre el poste y el portero que transformó Gerard Piqué, tan atento como oportuno en el rechace para restablecer un empate que se intuía.
No alteró en exceso las premisas del partido, agitado antes del descanso de nuevo por Muriel y Sarabia, al que se cruzó imponente Ter Stegen, pero readaptado a un duelo diferente, igual de tenso, pero más desordenado, más abierto, menos contemplativo del Sevilla, más directo del Barcelona y con más alternativas en cada área.
No fue entonces efectivo el conjunto andaluz, con un testarazo bombeado al larguero de Franco Vázquez, que repitió después con un disparo desde el borde del área, ni el equipo azulgrana, sobre todo en una doble ocasión de Luis Suárez y Messi a la que se multiplicó Vaclik, pero sí después, cuando Dembelé soltó el trallazo ganador y Ter Stegen atrapó el penalti de Ben Yedder y la Supercopa de España.
EFE