Eloísa: madre de Bacca y bastión de una familia que pescó sus sueños en el fútbol
La progenitora del goleador siempre fue su compañía en los momentos más claves.
El día del cumpleaños 56 de doña Eloísa Ahumada, el 6 de enero del 2014, su hijo menor, el goleador Carlos Bacca, quiso devolverle una mínima parte de todo lo que había recibido de ella a lo largo de años de crianza y sacrificios, fue así como le entregó una cadena de oro con la letra ‘E’. Una sencilla y menuda joya que la conmovió.
Eloísa, que este martes en horas de la madrugada perdió la lucha contra el Covid-19, fue el incondicional bastión de Carlos a lo largo de los primeros años de su vida y en el despunte de sus cualidades.
“En Sevilla, el primer regalo fue esa cadena. Me la puso y me dijo ‘madre, esta cadena no te la quites nunca’. Yo nunca había tenido una cadena de oro, nunca. Hasta lloré ese día, porque ajá, yo la deseaba, pero nunca tuvimos para comprarla. Siempre la había deseado”, recordó en el año 2017, en una entrevista televisiva.
La realidad de la familia Bacca Ahumada siempre fue así. Residenciados hace más de cuarenta años en el barrio Norte de Puerto Colombia. El núcleo se empezó a construir con la unión de Gilberto, pescador, y Eloísa, quien se dedicó a ser la ama de casa.
“Era una mujer de extracción netamente humilde. Su papá, Andrés Ahumada, era un hombre vinculado a la administración pública. Era un hombre íntegro y se lo transmitió a ella”, recordó Jaime Santiago, familiar.
Mientras que Gilberto se internaba horas en la busqueda del pez y del pan, ella se quedaba en tierra afrontando la realidad de una familia humilde, con deudas, problemas y sobre todo, la crianza de los hijos.
Fue Carlos, el menor de todos, el que más lidia le dio. Básicamente lo tenía que llevar de la mano hasta la puerta del colegio por las mañanas y esperarlo en las tardes para llevarlo hasta la casa.
“Él era tremendo, si yo no estaba pendiente dejaba los libros tirados y se iba a jugar en la calle, a la cancha Santander (el campo de juego del municipio) y volvía a las 6 de la tarde. Él no era mal estudiante, hasta le daban diplomas en educación física por ser el goleador del colegio”, expresó en su momento Eloísa.
De esa época de estudiante, recordó ella, Bacca solo sufrió con el inglés. A lo que su madre le dijo que tenía que aprenderlo, pues era una herramienta que algún día le podía servir.
“¿Pero mamá, nosotros cuando vamos a salir del pueblo?”, le preguntó un Carlos aún muy niño, sin saber lo que el destino le deparaba.
Al terminar el colegio, el artillero alcanzó a entrar en el Barranquilla FC y, justo cuando la familia se ilusionaba con verlo profesional, el equipo tomó la determinación de excluirlo y durante dos años se dedicaba al cobro en buses de Puerto Colombia y a ayudar a su padre Gilberto en las jornadas de pesca.
“Yo no quería eso, me dolió mucho. Pero la verdad es que sí nos ayudó. Estábamos bastante pobres”, se sinceró Eloísa.
Sin embargo, Carlos se las arregló para llegar al fútbol de Venezuela, donde fue goleador y al regreso a Puerto Colombia recibió la oportunidad de unirse a Junior.
El atacante, que sabía el reto que le venía, le imploró un sacrificio más a su mamá, que para ese entonces tenía más de 30 años viviendo en la misma humilde casa en territorio porteño.
“Me dijo, mami, vámonos para Barranquilla. Yo necesito que estés allá y me acompañes”. A ella no le quedó otra cosa más que empacar sus cosas e irse a vivir y a vigilar a su hijo.
El primero de marzo del 2009, Carlos debutó con Junior, marcando dos goles ante el Deportivo Pasto.
“Me acuerdo de los dos primeros goles. Esos goles son inolvidables para mí”, aseguró la señora Ahumada.
Con el tiempo, el niño que nunca estuvo seguro de salir de Puerto Colombia, se fue a jugar a Bélgica, España e Italia.
“Un día me dijo, ‘voy a mandar por ti con mi papá y me haces el favor y te vienes’, así que me tocó montarme en un avión y yo siempre dije que en una ‘bola de hierro’ de esas yo no me montaba”, bromeó.
Eloísa, la que nunca se fue de Puerto, fue invitada por su hijo a conocer Milán, Sevilla y otras grandes ciudades europeas.
Su vida que se extinguió este martes, le dio el tiempo suficiente para ver cumplidas las promesas que le hizo Carlos.
“Me dijo que cuando fuera profesional, o trabajara, le iba regalar una casa a sus hermanos y que me iba a dar una a mi. Además que se iba a comprar muchos zapatos, porque el papá apenas le podía comprar un par al año, o cada seis meses”.
Bacca, que tiene un armario lleno de guayos y tenis de marca, ya le compró a sus hermanos una casa a cada uno y además le dio el gusto a su mamá, seis días antes de su deceso, de verlo consagrarse campeón por tercera vez en la UEFA Europa League como inicialista y ser el colombiano con más títulos en este torneo de prestigio.
Lo que no pudo Carlos fue convencerla de salir a su casa, la de toda la vida. La que el goleador la tuvo que remodelar y modernizar.
La señora Ahumada será sepultada este mismo martes en el Cementerio Municipal de Puerto Colombia, a las 4:00 de la tarde.
Eloísa, descansa ahora, tras lograr el objetivo de toda madre, ver a su hijo en la máxima consagración.