"Dios me está dando la oportunidad de ser ídolo de Colombia": Carlos Utria
El púgil nacido en Soplaviento regresó al país tras conquistar el título del Grand Prix organizado por el Consejo Mundial de Boxeo en Riad.
La emoción se apoderó de Carlos Utria antes de escuchar la decisión que lo declaró ganador, de manera unánime, sobre el uzbeko Mujibillo Tursukov para adjudicarse el título superligero del Grand Prix, certamen organizado por el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) en Riad (Arabia Saudí).
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Desde antes de que el árbitro del combate le levantara el brazo en señal de victoria, de Utria brotaban lágrimas de felicidad porque estaba seguro de que había ganado. Al escuchar la decisión se arrodilló sobre el ring y segundos después buscó a su oponente para cargarlo sobre sus hombros.
Para Utria, Tursukov fue el rival más duro de todos los cinco que se enfrentó en el Grand Prix.
“Literalmente fue el rival más duro, el que más me pegó, el argentino (Alan Crenz, en su segunda pelea), solamente me pegó dos golpes en los seis rounds, pero este uzbeko sí se las traía, estaba fuerte. Fue bravo hasta el final, con una costilla rota, cortadura en ambas cejas, tabique fracturado y siguió para adelante y terminó su pelea de ocho rounds”, aseguró el púgil nacido en Soplaviento (Bolívar), quien retornó a Barranquilla en la medianoche del martes y en la mañana de este miércoles emprendió viaje hacia su terruño, donde le tenían preparada una gran bienvenida.
“Yo creí tenerlo nocaut en el segundo round, donde salí a darle la primera impresión a los jueces. Cogió unas manos buenas, confié en mi pegada, pero el rival estaba duro y, al igual que yo, quería ganar”, agregó.

Durante el combate, Utria, quien tuvo en su esquina a su padre, Lenin, se quejó de los continuos cabezazos de Tursukov, pero también reconoció que logró colocarle unas buenas manos.
“En la pelea no se sienten las manos, el cuerpo está caliente y la adrenalina está arriba, pero cuando ya uno se baja del ring se siente el mareo, el dolorcito de cabeza y esos fueron los golpes que él me logró dar”.
Después de un año de tanto sacrificio, de estar metido en el gimnasio, Utria se apresta a descansar para esperar lo que le deparará el 2026, en el que aspira a disputar el título mundial.
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“Mi mente pide descanso, todo un año tirando muñeca allá en Arabia, desde marzo, y se logró el objetivo que era el título. Ahora toca descansar. Diciembre es un mes en familia, pero nosotros lo pasamos entrenando, sacrificando todo y bajando de peso. Son momentos donde uno está mirando al techo y dice ‘Dios, me lo tienes que dar porque me lo merezco’. Uno se llena de sentimiento al saber que logró lo que estaba soñando”.
Del gesto que tuvo con Tursukov, de alzarlo en hombros, Utria confesó que fue algo que le nació en el momento.
“El boxeo es un deporte que nos une mucho y nosotros andábamos juntos, comíamos juntos, entrenábamos a la misma hora y nada eso cambió aunque nos tocó pelear. Solamente este es un trabajo, arriba del ring nadie es amigo de nadie porque todo el mundo quiere ganar. Lo hice para que no se sintiera tan mal. Uno tiene que ponerse en los zapatos del rival y a mí me hubiera gustado, en caso de que hubiera perdido, que tuviera un gesto conmigo”.

Cerca de Utria siempre estuvo el mexicano Mauricio Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo, que desde su primera pelea se declaró admirador del colombiano.
“Quiero mucho a ese señor, es muy humilde, una madre, yo se lo dije, que me cambió la vida”.
Utria pidió a los colombianos seguir orando por él para transmitirle la fuerza para hacer historia por su país.
“Como me dijo Alberto Agámez (su manejador) ‘Colombia necesita un ídolo’ y Dios me está dando la oportunidad de serlo”, concluyó.