Hace ya más de ocho años un duelo entre Colombia y Ecuador vivió uno de sus momentos más irreales, cuando una nube de tormenta se posó inesperadamente sobre la ciudad y llevó a un retraso del partido mientras más de 45 mil personas intentaban protegerse del agua dentro del estadio Metropolitano, en Barranquilla.

El recuerdo de ese 6 de septiembre de 2013 está claro en la mente de los que asistieron al escenario, para un partido pactado inicialmente a las 3:30 de la tarde, válido por la fecha 15 de las eliminatorias sudamericanas. 

El equipo de José Pékerman venía en franca lucha ante los ecuatorianos, por esa época con la presencia del colombiano Reinaldo Rueda en su banquillo. Hoy, el vallecaucano está a cargo de los destinos del elenco nacional. 

Como era costumbre desde las 12:00 del mediodía los aficionados comenzaron a llenar las gradas. El día era una típica jornada de sol, candente y sin una sola nube que se asomara en el firmamento celeste y encendido del cielo barranquillero. 

Sin embargo, cuando las manecillas del reloj se acercaron a las 12:30 de la tarde el panorama cambió drásticamente. 

El cielo se tapó de una nube gris, bastante oscura y espesa, que llevaba a su paso una brisa gélida. Las copas de los árboles alrededor del estadio Metropolitano se agitaron con violencia y, mientras miles de personas hacían fila para terminar de llenar el escenario, se precipitaron las primeras gotas. 

El sereno que anticipó a la tormenta parecían lágrimas de dolor de un cielo que ya no podía contener más su carga. 

Según se dijo en su momento, fue la mayor precipitación de agua en una década en la ciudad. Justamente el día del partido, ante un rival que en el papel le hace daño el calor. 

Cuando se desmadró el aguacero la gente de la tribuna Occidental no podía ver a la de Oriental, y viceversa. La cortina de agua le cerró la vista a los de Norte y Sur que apenas alcanzaban a ver algo sobre sus costados. 

La grama del Metropolitano recibió por segundo más líquido del que podía evacuar su drenaje y se encharcó en varios sectores. Fue un fenómeno natural más que abrumador, sorprendente y que hizo a más de uno temer con la suspensión del partido. 

El brasileño Heber López, juez central de la contienda, pensó seriamente en suspender el partido, pero el entonces secretario de Recreación y Deportes de la ciudad, Joao Herrera, se la jugó por su cancha y le dijo que en una hora se podría jugar el partido. 

A las 5:00 de la tarde de ese día, una todavía húmeda gramilla superó los estándares para dejar jugar el compromiso y de ahí en adelante lo que se vivió fue un drama.

Hubo de todo en la cancha. A los 17 minutos David Ospina salvó un tiro con destino de gol de Cristian Noboa, a los 28 Gabriel Chiller fue expulsado en la visita por roja directa tras falta sobre Teófilo Gutiérrez. 

Colombia no jugó bien, pero le alcanzó para ganar con un solitario gol de James Rodríguez a los 30 minutos, tras un rebote concedido por el portero Máximo Banguera, después de un remate contundente de media distancia de Falcao García. 

El segundo tiempo se demoró 20 minutos para dar inicio, pues una falla en el sistema de iluminación de ese entonces hizo que no se pudiera reanudar el compromiso y cuando la pelota rodó, Ospina sufrió un fuerte golpe en la cabeza a los 52 minutos que incluso lo hizo quedar desorientado. El partido tuvo que ser detenido.  

Ecuador casi empató con un tiro penal concedido por López, pero el disparo de Walter Ayoví se fue desvíado. Medios de Ecuador aseguraron días después que un ovni pasó por el estadio en ese momento. Pura locura. 

Según el reporte del clima consultado al momento de redactar esta historia, a las 4:00 de la tarde de este jueves hay un 50% de lluvia en Barranquilla. 

La hinchada solo espera que lluevan goles de la delantera colombiana, que al arco de David Ospina no le caiga ni una gota y que Reinaldo Rueda no esté nublado para dirigir al equipo.